Pedido de agua para Año Nuevo
En una montaña que se derrite, los indígenas bolivianos agradecen por un Nuevo Año Andino
El crepúsculo apenas ilumina el montículo cuando las primeras siluetas emergen desde la ladera. Enfundados en gruesas telas multicolores, insignia de los pueblos andinos, decenas de aimaras cargados de mesas de ofrenda, las wajt'as, se sientan en la roca a degustar cigarrillos y hojas de coca mientras esperan el Año Nuevo Andino en Bolivia.
Como cada 21 de junio, llegaron para agradecer al Tata Inti, dios Sol, y a la Pachamama, su Madre Tierra, pero con un pedido especial para el nuevo año 5529: agua.
El Illimani, con 6.438 metros, la segunda montaña más alta de Bolivia, no es ajeno a los deshielos que provoca el calentamiento global y esto ha afectado los ciclos agrarios en esta zona del país.
“Tenemos mucha preocupación porque si las montañas se deshielan totalmente, no tendríamos ya agua, y el agua es la vida”, lamenta Faustino Mamani, un granjero de 60 años.
Desde los años 80 hasta 2010, el Illimani ha perdido alrededor del 20% de su superficie de glaciares milenarios, indica un estudio de la ONG Aguas Sustentables.
“La pérdida de glaciar afecta la oferta de agua”, señala Paula Pacheco, investigadora de la ONG.
“Los principales perjudicados son los agricultores, pero también afecta la disponibilidad de agua para consumo humano”.
La ceremonia llega a su fin y, al compás de flautas y tambores, el grupo camina montaña arriba con palas, picos y cajas de cerveza. Van a cavar zanjas para desviar el agua a lugares donde escasea.