El Pais (Uruguay)

Pandemia hizo que sus capillitas fueran de lo más solicitado

Silvana las empezó a hacer para acompañar a sus clientas

- ANALÍA FILOSI

Se recuerda a los 12 años, corriendo de una iglesia a otra, a veces lejos de su casa, buscando imágenes de santos o virgencita­s para dejarles detrás cartas escritas por ella con distintos pedidos o agradecimi­entos.

“La verdad que es increíble porque yo tomé la comunión con mi hermana, pero mis padres nunca nos hablaron de religión, nunca nos inculcaron nada; es más, ellos nunca iban a la iglesia. Pero yo tenía esa necesidad de que escribía cartas, las dejaba escondidas y cuando volvía y no estaban, pensaba ‘¿dónde estarán?’”, cuenta entre risas Silvana Mato.

Esa atracción por lo espiritual la siguió acompañand­o, al punto que con el tiempo aprendió feng shui y lo trató de vincular a lo que es su actividad desde hace 30 años, atender el conocido local de bijou Coquet, del cual sus padres son dueños hace más de cuatro décadas.

“La marca Coquet tiene una relación emocional con el cliente por el servicio que damos”, dice. Fue esa relación la que la llevó a darse cuenta de que en estos tiempos de pandemia, sus clientas de toda la vida necesitaba­n algo más.

Ya habían estado cerrados unos meses el año pasado, cuando la COVID-19 llegó a Uruguay y era todo incertidum­bre. “En esos momentos, que es cuando más necesitamo­s pedir y agradecer, tenía que hacer algo para acompañar a las personas que hace tiempo que no salen a la calle y que no nos pueden visitar”, recuerda.

Fue ahí que se le ocurrió hacer capillitas para que sus clientas la tuvieran presente. “Ellas ya saben cómo soy, que mi propósito es hacer sentir bien a las personas”, destaca.

Las empezó a hacer para vender y, ni bien las publicó en Instagram, llovieron los pedidos, primero de amigas y luego de clientes. “Todo el mundo quería”, dice sobre esta nueva línea de colección a la que bautizó Bastet en honor a una gata de la mitología egipcia.

Por un lado estaba reflejando su gusto por los gatos y, por otro, una tradición de nombres egipcios que le vienen por el lado paterno —su padre se llama Osiris y su abuela Nefer— y que en la familia aún no saben a qué se debe porque esa rama en realidad es gallega.

ELABORACIÓ­N. Para confeccion­ar las capillitas lo primero que hace Silvana es buscar las imágenes de santos y virgencita­s que va a utilizar. Procura que sean diferentes y para eso recorre varios lados, incluyendo el interior del país. Algunas también las pinta a mano, caso de las virgencita­s.

“Cuando encuentro la imagen ahí empiezo todo”, dice. Entonces le encarga a su hermana, artesana también (está al frente del emprendimi­ento Contar Conmigo), que pinte los cajoncitos que albergarán las figuras religiosas.

“Cuando los trae es como que encontré su casita, entonces dejo las imágenes ahí dentro toda la noche y al otro día las preparo”, cuenta a las risas.

A los cajoncitos les agrega partes de la bijou de Coquet que se descarta porque ya no sirve, además de algún espejito. Para ello aplica la manualidad que fue adquiriend­o con los años, tanto en el trabajo de reparación y mantenimie­nto de piezas como en el reciclaje.

Todo lo hace en el tallercito que tiene en su apartament­o, pero soñando con tener una casa donde ubicar todas las capillitas. Su plan a futuro es instalarse en el Este para estar más en contacto con la naturaleza y conectar más con esa parte espiritual que muchas clientas le reclaman y a la que no se ha podido dedicar como quisiera.

Mientras eso no sucede, conserva algunas capillitas en su casa a las que les prende alguna vela, pide por alguien que lo necesita o coloca alguna flor en agradecimi­ento. ¡Ah! Y sigue escribiend­o cartitas y colocándol­as detrás de las imágenes, como cuando era adolescent­e.

“Con mis capillitas trato de que la gente se pueda enfocar en uno mismo, en trabajar, porque la idea es ser mejor persona. Mi idea es que puedas hacer un espacio en tu hogar, estar conectado con vos mismo y pedir”, concluye con la ilusión de que todo vuelva a ser como antes.

Trabaja en Coquet, tienda de bijouterie que sus padres tienen hace 40 años.

Busca las imágenes religiosas por todo el país; algunas las pinta ella a mano.

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PADRE PÍO. Es uno de los más pedidos por la gente, junto con la Virgen Milagrosa y San Expedito
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VARIEDAD. No solo recurre a imágenes católicas, sino también a budas o a la virgen de Iemanjá.
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CAJONCITOS. Su hermana los pinta y Silvana les coloca partes de bijouterie que se descarta.

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