El Pais (Uruguay)

TINELLI BUSCA NUEVA FÓRMULA PARA SALVAR SHOWMATCH

“Showmatch” cancela los viernes de humor y prueba estrategia­s para levantar cabeza

- BELÉN FOURMENT

Hay algo de ejercicio este año en Showmatch, una premisa de ensayo y error que tiene como objetivo encontrar el camino ideal hacia un producto que funcione. Porque en la vuelta de Marcelo Tinelli a la pantalla, los más de 30 años de experienci­a no han sido garantía de calidad o al menos de eficacia. Nada ha salido como se esperaba, y semana a semana aparece una nueva estrategia que apunta siempre al mismo lugar: dar en la tecla con un producto que funcione y traiga de vuelta el rating perdido.

Desde su estreno el lunes 17 de mayo, el show no ha logrado imponerse en su franja de rating en Argentina (eltrece) y tampoco en Uruguay (La Tele). Los malos resultados llevaron a un cambio de horario para evitar la competenci­a directa con los imbatibles contenidos de Telefe.

A las decisiones tomadas en pos de revertir esa situación, el fin de semana se sumó la confirmaci­ón de que los viernes de humor quedaron cancelados.

Para 2021, la productora Laflia había decidido combinar dos propuestas: La Academia, un concurso de talentos protagoniz­ado con famosos y donde el baile se mezcla con disciplina­s como el canto, la actuación, la imitación y demás; más una emisión destinada a recuperar el espíritu de Videomatch. Cámaras ocultas, sketches y parodias políticas iban los viernes en un programa dedicado íntegro a ese contenido.

Sin embargo, los viernes de humor se vieron suprimidos durante la Copa América y ese espacio se cedió a La Academia, que tuvo que suspender algunas de sus emisiones por la televisaci­ón de los partidos. Y finalizado el torneo que ganó Argentina, se confirmó una cancelació­n que parecía inevitable.

El anuncio no llegó desde Tinelli ni desde Laflia sino que fue Diego Pérez el que lo dio. Pérez, una figura histórica en el humor de Showmatch, había vuelto al programa para hacer una nueva versión del sketch “El insoportab­le” junto a José María Listorti, y dijo en su ciclo de radio Los mañaneros de Magna: “Tuve una comunicaci­ón con Tinelli. Le dije que gracias por la oportunida­d, porque ya se bajó lo que tiene que ver con lo viernes de humor. Una lástima porque mucha gente queda sin laburo”.

Luego, en una entrevista radial, Pérez explicó que “Marcelo no estaba muy convencido y no les funcionó como esperaban”, y opinó que “el humor de Showmatch está bueno para dejarlo en el recuerdo”.

El comediante señaló que se mantendrán “chispazos” de humor a través de ciertas aparicione­s, un giro del que ya se dio cuenta en las últimas semanas, en las que hubo intervenci­ones concretas de Fátima Florez o Milton Re imitando a Nacha Guevara y Darío Barassi, respectiva­mente. Sus aparicione­s fueron esporádica­s pero aportaron un rato lúdico y gracioso a un programa que se ha volcado hacia la emoción mientras trata de entender cuál es el humor que mejor le calza.

Aunque ya no hay sueños por los que actuar —antes, en formatos del tipo Bailando o Cantando por un sueño, cada pareja intentaba ayudar a una causa solidaria y eso siempre aportaba lágrimas—, la última gran alternativ­a de Laflia ha sido apostar a lo sentimenta­l y frenar las polémicas.

Tras un cruce de alto voltaje entre Charlotte Caniggia y Pampita Ardohain que determinó la eliminació­n, por voto popular, de la controvers­ial mediática, el foco se corrió de las peleas y

hasta Lizardo Ponce, que había protagoniz­ado enfrentami­entos con Hernán Piquín, tuvo una reunión con el jurado para disculpars­e y calmar aguas.

El conflicto que antes era sinónimo de rating fue sustituido de manera radical por una apelacón directa a las fibras íntimas de la audiencia, mediante una serie de videos donde familiares sorprenden a famosos, partenaire­s y hasta a jefas de coach que son llevadas al límite de su emoción. No es el único recurso: el viernes, la bailarina Flor Vigna llevó al estudio a su padre, que acaba de lanzar un emprendimi­ento de venta de plantas y llegó al programa con una cuenta de Instagram que tenía poco más de 300 seguidores. En 20 minutos de aire, el número de followers trepó a 200.000.

A la historia del padre de Vigna, el baile propiament­e dicho y emotivas declaracio­nes de la otra mitad de la pareja participan­te, Facundo Mazzei, Tinelli le dedicó 45 minutos. El humor de Videomatch quedó, quizás, en el recuerdo, como decía Pérez: ¿pero cuál es el humor del Showmatch del siglo XXI?

El de ahora parece buscar su camino a tientas e intenta afianzarse en lo espontáneo, en una dinámica más de comedia de situación con tintes de improvisac­ión en la que todo vale. Se venden plantas, Tinelli juega al básquetbol, la perra de Agustín “Cachete” Sierra tiene su rato de protagonis­mo y como alguna vez se hizo con Pedro Alfonso o Manuel Navarrete, otro productor es sacado de las sombras y expuesto como el posible interés amoroso de la cantante y concursant­e Ángela Leiva.

La de recurrir a los anónimos para encontrar novedad no es una línea que se agote ahí, ya que en lo que va del año el programa le ha dado un generoso protagonis­mo a los partenai“tiene res, los bailarines que acompañan a las famosas, sobre todo a Tito Díaz, compañero de Viviana Saccone, o a Jonathan Lazarte que baila con Leiva. Sus talentos e historias han sido exprimidos en el vaivén emocional de Showmatch.

En su última entrega, la revista Noticias puso a Tinelli en portada bajo el título “Jurassic Match” y un resumen lapidario: el rating más bajo de su historia y la competenci­a lo duplica en audiencia. Fórmulas repetidas, fuga de anunciante­s y la encuesta que encargó su productora para entender el fracaso. Fuga de anunciante­s. El fallido regreso del humor y por qué las fórmulas repetidas durante 30 años pesan más que su carisma. El ocaso de los divos históricos de la tevé”. Mientras todas las miradas giran hacia el hombre más importante de la televisión argentina, y con su productora en el desarrollo de nuevos proyectos, Tinelli dice que “siempre se puede aprender de las críticas cuando son verdaderas”, y en eso está Showmatch este año. Aprendiend­o a ser un programa de entretenim­ientos en una televisión que ya cambió.

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