Un puente para entender al sector agropecuario

Un año es mucho, o no es nada. Pero en el caso del suplemento Rurales que nos acompaña todos los domingo con El País, es un montón. Un montón de información, de análisis, de servicios y explicaciones, sobre el principal rubro de la economía nacional. Pero también tiene lo otro. Las historias y las vivencias que sirven para explicar, o al menos intentar explicar, por qué el agro es mucho más que un ambiente de producción económica y comercial.

¿Cómo se explica un sector que exige tanto capital, y su rentabilidad suele ser tan baja y variable? ¿Cómo se explica que después de años de seca, de inundaciones, de precios viles y “booms” efímeros, la gente de campo siga apostando a producir? ¿Que le tengan esa fe a lo que parece ser poco más que un sistema de producción?

Es que el agro es mucho más que eso. Es una forma de ver la vida, confiando en los ciclos naturales, en los tiempos largos, en el contacto con fuerzas que se niegan a aceptar el frenesí de la vida moderna. Y tal vez por todo eso, es que cada vez que el país atraviesa una crisis, es el sector agropecuario el que viene al rescate. Y el que, anclado en una manera de ver la vida que se niega a depender de ejercicios trimestrales, sigue tirando de la pesada carreta, que es muchas veces el Uruguay urbano. Una carreta ingrata, además, ya que no solo no suele respetarlo como se merece, como se lo ha ganado, sino que muchas veces ni se toma el trabajo de entenderlo.

Por eso es tan importante que un producto como Rurales cumpla un año. Porque más allá de dar información, análisis, servicios… hace de puente para quienes no han tenido al suerte de vivirlo desde dentro, tengan herramientas para entender al sector que no solo es la razón de existencia económica del país, sino en buena medida el alma de la Nación.

El agro es una forma de ver la vida. Cada vez que el país atraviesa una crisis, es el que sale al rescate y el que sigue tirando de la pesada carreta.