El Pais (Uruguay)

Cuando llegan las oportunida­des hay que estar preparados

- HERNÁN T. ZORRILLA ENCARGADO DEL ÁREA AGRÍCOLA Y FORESTAL DE RURALES EL PAÍS

Tratamos de poner en agenda y dar difusión a lo que nuestra gente sabe hacer desde hace muchos años, con una mejora a través del tiempo que es ejemplar.

El 2020 pegó fuerte. Las pérdidas fueron muchas: en lo económico, en lo laboral, en lo emocional y se cobró las vidas de muchos compatriot­as que no se tenían que haber ido. Recaer en estas considerac­iones nuevamente es desandar un camino ya bastante transitado. No fue una situación de un solo país, ni tampoco fueron los países de menor poder adquisitiv­o los que necesariam­ente sufrieron los embates más furiosos de este virus desconocid­o: las grandes potencias también lo padecieron en gran escala.

Apenas unos meses después de la declaració­n del estado de emergencia sanitaria en nuestro territorio, Rurales El País redoblaba la apuesta y fijaba el suplemento cada domingo, con la esperanza y la convicción de que sea el sector agropecuar­io el que impulsara a nuestro país a una nueva senda de crecimient­o y recuperaci­ón.

Es oportuno decir también que el agro contaba con beneficios y ventajas que quizás otros rubros no: el trabajo a cielo abierto y la separación entre personas, acompañado­s de un estricto cumplimien­to de los protocolos sanitarios. Además, por tratarse de una cadena agroindust­rial que ataca al primer eslabón productivo, el de los alimentos, no podía detenerse de ninguna manera. Y lejos de representa­r un sacrificio, fue una gran bendición para nuestra gente, que asumió ese rol con gusto y responsabi­lidad.

Desde Rurales El País impulsamos al productor que trabaja porteras adentro, impulsamos al intermedia­rio que acerca oportunida­des de negocio, a los comerciant­es, los asesores, los operarios, los maquinista­s, los empleados y todos y cada uno de los actores que hacen de esta cadena una marca país.

Nací y crecí en Treinta y Tres, departamen­to arrocero y criador por excelencia. Mi padre es ingeniero agrónomo y productor agrícola y mi abuelo, el “Gaucho” Zorrilla, fue productor ganadero y criador. Crecí con el agro adentro de mi casa, y capaz que es por eso que hoy me siento en la linda responsabi­lidad de transmitir­lo a quienes lo desconocen. Los caminos de la vida me alejaron de él hace ya unos cuantos años, tal vez por no haberme dedicado a ninguna carrera profesiona­l vinculada directamen­te al rubro o por los años dedicados a mi paso por el fútbol profesiona­l.

Un tiempo más tarde, casi por esos vaivenes del destino que mezclan ironía con acierto, volví al rubro desde otra posición.

Y encontré mi lugar.

Me enorgullec­e mucho trabajar en esta empresa, en especial porque siento que todos tiramos para el mismo lado. En cierta medida, es lo que sueño que pase un día con nuestro país. No es el agro en detrimento de, es el agro además de…

No es excluyente de nadie ni enemigo de ningún otro sector, por el contrario: es desarrollo y crecimient­o genuino.

Es muy gratifican­te dentro del periodismo agropecuar­io poder informar a nuestra población de lo que sucede a veces a 500 km de las oficinas de Montevideo, pero que su impacto en ellas es directo y real. No es demagogia, son cifras incontrast­ables.

Es poner en agenda y dar difusión a lo que nuestra gente sabe hacer desde hace ya muchos años, con una mejora a través del tiempo que es ejemplar. Es el hombre o la mujer de campo que aplica tecnología, pone ingenio y entusiasmo a las extensas horas de trabajo que en muchos casos empiezan antes que salga el sol de nuestra patria. Es la posibilida­d de que un niño estudie en una escuela rural, que pueda progresar y que tenga la oportunida­d de informarse por un teléfono o una computador­a con internet que la carne, la lana, la madera o el arroz uruguayo pican en punta a nivel mundial. Las vueltas de la vida me alejaron del sector que me vio crecer, pero me devolviero­n a él mucho más preparado y conocedor de sus impactos.

Desde el momento en que Rurales El País redobló la apuesta y en medio de una crisis sanitaria y económica se expandió, las posibilida­des de negocio para la gran mayoría de nuestros productos acompañaro­n este impulso. Valió la pena.

Hoy gozamos de granos que valen, de carne que vale, hoy somos testigos de la recuperaci­ón de la leche, la lana y el arroz, hoy vemos en números la realidad pujante de la forestació­n y somos observador­es de la pelea diaria de subsectore­s que nunca dejaron de empujar. Pero todo esto se respalda en el espíritu de nuestra gente y en su aspiración constante al trabajo y la excelencia.

Ahí tenemos nuestro valor agregado.

Porque los arroceros ya sacaban produccion­es récord y elaboraban un producto de altísima calidad antes de que la bolsa se recuperara en precio, porque la carne uruguaya es de las mejores del mundo más allá de que cotice un dólar arriba o un dólar abajo y porque la apuesta al cuidado ambiental es cada vez mayor, no solo para permitir el acceso a protocolos de exportació­n cada día más exigentes sino para dejar un mejor país a las próximas generacion­es de orientales.

No es circunstan­cial y no es ser solamente tomador de precios. No es casualidad pero sí causalidad. Es lo que nuestra gente sabe hacer y es lo que tiene que hacerle explotar el pecho de orgullo a cualquier ciudadano de este pequeño gran país.

Porque las oportunida­des así como un día llegan, al otro se pueden ir. Pero cuando llegan, la mejor forma de aprovechar­las es estando preparados.

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