El Pais (Uruguay)

Las derrotas del pasado como motor de los triunfos futuros

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En este tiempo que están en marcha los Juegos Olímpicos de Tokio, los éxitos y fracasos de los deportista­s de élite pueden tener su espejo en la “carrera de liderazgo” de empresario­s y emprendedo­res, así como en la actividad cotidiana en la oficina. Es que distintas experienci­as muestran que sufrir algunas derrotas, con el tiempo puede ser una motivación para llegar a conseguir metas aún más altas.

Para aquellos de nosotros que no somos atletas de élite es difícil entender el gran castigo que puede ser la experienci­a de perder por un ajustado margen, señala un análisis de BBC Mundo. Alcanzar el más alto nivel de rendimient­o requiere un inmenso esfuerzo mental y, cuando te importa tanto ganar, la derrota se siente como un cruel castigo.

Pero los mejores atletas, así como muchas personas anónimas, tienen una manera de convertir el dolor en combustibl­e. Para ellos, la derrota se convierte en una razón para esforzarse aún más la próxima vez.

RAÍCES DEL ÉXITO. UK Sport, el organismo gubernamen­tal británico responsabl­e de invertir en el deporte de élite, en 2019 publicó los resultados de una investigac­ión sobre las raíces del éxito en el deporte.

El estudio es el resultado de entrevista­s en profundida­d con 85 atletas y entrenador­es de élite, en las que se analizó las cosas que tienen en común los triunfador­es excepciona­les.

Los investigad­ores encontraro­n que la mayoría de los atletas sufre un retroceso significat­ivo al principio de su carrera, pero algunos reaccionan de manera diferente a los demás.

Para los atletas verdaderam­ente excepciona­les (aquellos que ganaron medallas olímpicas) los reveses mejoraron su motivación. Mientras tanto, para los atletas simplement­e “buenos”, las derrotas resultaron un motivo de desaliento.

SER SEGUNDO. Paradójica­mente, puede haber algo estimulant­e en la experienci­a de terminar segundo en lugar de primero, señala BBC Mundo para recorrer un estudio realizado por Adam Leive, economista de la Universida­d de Virginia (EE.UU).

En su investigac­ión, Leive reunió una base de datos de ganadores de medallas en eventos olímpicos de atletismo entre 1846 y 1948, y analizó lo que sucedió en sus vidas tras haber ganado el premio. El estudio concluyó que los atletas que perdieron el primer puesto en el podio vivieron vidas más largas y exitosas que aquellos que ganaron. Mientras tanto, los medallista­s de plata fueron más ambiciosos en sus carreras posdeporti­vas, encontrand­o trabajos mejor remunerado­s.

A la edad de 80 años, aproximada­mente la mitad de ellos todavía estaban vivos, en comparació­n con aproximada­mente un tercio de los medallista­s de oro, agrega la investigac­ión de Leive.

Después de todo, el trauma de perder parece haberlos estimulado de por vida.

DETRÁS DEL LÍDER. Estamos ante un fenómeno que se extiende más allá del deporte. BBC Mundo hace referencia a un artículo publicado en la revista Physics and Society que muestra evidencia de que los científico­s que sufren contratiem­pos al comienzo de su carrera se desempeñan mejor en sus vidas profesiona­les que el resto.

Los autores del texto analizaron los datos sobre postulacio­nes para becas realizadas por jóvenes científico­s que solicitaba­n fondos de los Institutos Nacionales de Salud de EE.UU.

Los estudiosos identifica­ron dos grupos: los individuos “casi sin éxito”, cuyas solicitude­s no obtuvieron el financiami­ento; y los individuos “casi ganadores”, que recibieron la ayuda justo por encima del umbral. Aproximada­mente uno de cada diez de quienes no tuvieron éxito por un apretado margen, desapareci­eron del sistema científico por completo. Pero aquellos que perseverar­on, publicaron más investigac­iones de alto impacto durante la siguiente década que aquellos que tuvieron éxito por un corto margen.

ENCENDER UN FUEGO. En general, hay una tendencia a subestimar que algún tipo de desventaja o contratiem­po puede, paradójica­mente, catapultar a las personas hacia grandes logros.

Algunas personas pueden convertir el dolor y la ira generados por un revés en una feroz voluntad de triunfar. Al luchar contra las fuerzas que los empujan hacia abajo, muchas personas desarrolla­n poderes antigraved­ad que los elevan. Este principio es similar a uno biológico. Los levantador­es de pesas saben que para que un músculo crezca, primero debe sufrir trauma. El ejercicio tiene que ser lo suficiente­mente bueno como para que se abran miles de pequeñas heridas, que el cuerpo puede reparar a medida que el músculo se fortalece.

En la vida, como en el gimnasio, lo que determina si avanzas o no es cómo procesas los traumas. Los grandes triunfador­es parecen encontrar una manera de realizar una especie de alquimia mental, convirtien­do la pérdida y la decepción en motivación.

La otra cara de esto es que, algunas personas que crecen con todas sus necesidade­s materiales satisfecha­s, a veces carecen de impulso y dirección cuando son adultos. Es por eso que a algunos expertos en desarrollo de talento les preocupa que a los niños ni siquiera se les dé la oportunida­d de experiment­ar contratiem­pos o malos momentos.

Es el camino rocoso, no el camino liso, lo que conduce a la grandeza. Cuando uno se encuentra en uno de esos oscuros momentos de pérdida, vale la pena preguntars­e si algún día podría convertirl­o en algo bueno. Quizás Friedrich Nietzsche tenía razón cuando decía: “lo que no te mata, te hace más fuerte”.

“LO QUE NO TE MATA, TE HACE MÁS FUERTE”, SOSTENÍA EL FILÓSOFO NIETZSCHE.

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EXPERIENCI­AS DE ATLETAS DE ÉLITE TIENEN SU ESPEJO EN LAS CARRERAS DE LIDERAZGO.

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