El Pais (Uruguay)

Una silla en el directorio: ¿es el fin del sartorismo?

Pese a la partida de dirigentes y el debilitami­ento de su estructura, el sector apuesta a otra candidatur­a

- JOAQUÍN SILVA Alem García: “¿Cómo el fin? Todavía no comenzamos la segunda fase”.

Si el fenómeno político de Juan Sartori fue un vendaval en 2019, cuando irrumpió en la escena electoral como un outsider millonario dispuesto a comerse la cancha y disputarle la candidatur­a presidenci­al a Luis Lacalle Pou, hoy para muchos es una suave brisa veraniega. Tras perder las elecciones internas de junio de aquel año, que lo posicionó igualmente como la segunda fuerza política del Partido Nacional, el movimiento generado por Sartori en todo Uruguay no hizo otra cosa que desmembrar­se.

Así, luego de alcanzar en las elecciones nacionales de octubre tres bancas en el Parlamento, hoy solo le queda la propia, en el Senado. Los dos escaños que tenía en Diputados ya los perdió porque Álvaro Dastugue no se considera parte y Pablo Viana —quien supo ser jefe de campaña y mano derecha de Sartori— anunció la formación de un nuevo sector.

A esto se le suma una cantidad importante de dirigentes políticos que había conquistad­o en distintas partes del país y que ya lo abandonaro­n, en la mayoría de los casos por haberse desentendi­do de sus necesidade­s y problemas locales.

Por todo esto fue que en el equipo que hoy rodea al empresario se celebró como un gol que el senador haya obtenido en las elecciones del sábado pasado un lugar en el directorio del Partido Nacional.

Lo obtuvo luego de arduas negociacio­nes con la lista unitaria —integrada por todos los sectores salvo Por la Patria, de Jorge Gandini—, que permitiero­n que su nombre figurara en la cuarta posición. Fue eso lo que le aseguró un lugar, algo que en su entorno se evaluaba difícil de conseguir en caso de que Sartori presentara una lista propia, porque solo una minoría de los 100 convencion­ales que respondían a su grupo lo hubieran votado. Muchos de ellos optaron por Gandini, que obtuvo tres lugares en el órgano de conducción nacionalis­ta.

Ricardo Araújo, convencion­al de Rivera y excandidat­o a diputado por el sartorismo, fue uno de esos casos. “En la peor época de la pandemia, en el departamen­to donde había mucha angustia y preocupaci­ón, lo llamé y mandé mensajes, pero nunca me respondió”, dijo y agregó: “Si la gente lo necesitaba y él no estaba, o se encontraba en Europa, yo consideré que había abandonado la política o que no le interesaba más”.

Otro caso es el de Daniel Iturlay, edil y convencion­al de Canelones:

“Le reclamaría la ausencia luego de su campaña presidenci­al. Si vos generás una barra o un movimiento, porque no sé bien qué es lo que generó, te deberías insertar para quedarte”.

La edila sanducera Sandra Castrillón —por poner un caso más—, que se sumó al sartorismo ni bien todo comenzó, dijo que se distanció del sector en parte por rechazar “el menospreci­o a los dirigentes departamen­tales”. “Se ha ido desmembran­do todo bastante rápido, por una serie de malos manejos y por no haber tenido apoyo de ningún tipo. Hemos tenido hasta que hacernos cargo de imprimir nuestras propias listas”, lamentó.

Entonces, ¿es el fin del sartorismo como movimiento político nacional? Aunque los hechos hablan, para lo que queda del grupo del novel político —el entorno íntimo de Sartori—, la respuesta es que evidenteme­nte no.

HACIA OTRA CANDIDATUR­A. “¿Cómo el fin? Todo lo contrario, todavía no hemos comenzado la segunda fase”, dijo por ejemplo Alem García, exdiputado y hombre de confianza de Sartori desde que el empresario desembarcó con su proyecto a fines de 2018. En diálogo con El País, García sostuvo que el proceso del sartorismo tiene “varias etapas” planificad­as y que la pandemia fue el factor que puso en pausa el paso siguiente.

Juan Straneo, su primer senador suplente, va incluso más allá y apunta a que la ambición presidenci­able de su líder está intacta. “Su objetivo es volver a ser candidato a presidente; no haría nada de lo que está haciendo si no quisiera hacerlo, porque él no obtiene ningún rédito con esto, salvo las críticas que recibe”, dijo quien hoy

es otro de los hombres más cercanos a Sartori. “Si no tuviera ese objetivo trazado y claro, no estaría haciendo esto”, subrayó.

García, por su parte, insiste en su punto: “No considero que el sector se haya debilitado. ¿Hay alguna medición que lo acredite? Obvio que no. Es cierto que algunos dirigentes se han alejado. ¿Los votantes se fueron con ellos? No lo sabemos”.

FORMA DE SER. Sartori viaja. Por asuntos empresaria­les, a veces familiares, pero viaja. Y seguirá viajando, aunque según dice lo hace desde el 18 de cada mes en adelante, cuando las comisiones no sesionan. Sostiene que aprovecha además para darle lugar a su equipo parlamenta­rio —su madre y Straneo—. Pero de cualquier forma su nivel de asistencia al Parlamento hoy es de las más bajas, con un total de 36 concurrenc­ias, casi la mitad de los que asistieron más. Esto —que surge del relevamien­to que hace el Parlamento y que consta en su sitio web— lo sitúa entre los senadores titulares con más baja participac­ión, junto con el blanco Sebastián Da Silva y por arriba del frenteampl­ista Enrique Rubio —que redujo su participac­ión en época de pandemia y

alterna la banca con otros de su sector—, entre otros.

Las ausencias por sus viajes, pero también su forma de ser, explican para Straneo el malestar de quienes han abandonado el barco. “Sartori no es el modelo tradiciona­l de dirigente. ¿Por qué la elección de Gandini fue tan exitosa? Porque durante varios meses les dijo a todos los convencion­ales enojados lo que querían escuchar”, comentó.

Sin embargo, Straneo, que fue quien logró destrabar la negociació­n en la interna blanca la semana pasada para que su líder tuviera su lugar en el directorio, es consciente de que en algún momento el movimiento deberá retomar una estructura orgánica. “Vamos a tener que volver a fidelizar (a la militancia). Es nuestro gran talón de Aquiles, y es algo que no viene solo”, razonó, aunque adelantó que Sartori no se apresura y no piensa solo en 2024, sino incluso en las elecciones siguientes. “Será una pieza fundamenta­l para el futuro del partido”, concluyó, en tanto, García.

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APOYOS. Jorge Gandini logró conquistar a algunos convencion­ales de Sartori y crecer en el directorio.

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