El Pais (Uruguay)

“Esta es una última advertenci­a”

La experta argentina en clima y autora de los informes del IPCC afirma que la solución al cambio climático proviene de la voluntad política porque todavía “hay chance” de revertir algunos impactos

- MARÍA DE LOS ÁNGELES ORFILA MATILDE RUSTICUCCI DOCTORA EN CIENCIAS DE LA ATMÓSFERA

Durante mucho tiempo a Matilde Rusticucci le dejaban sobres anónimos en la facultad. Adentro había recortes de noticias viejas que le daban a entender que lo que pregonaba siempre había existido y que no era para preocupars­e. ¿Qué pensará esa persona ahora? Para esta doctora en Ciencias de la Atmósfera, profesora de la Universida­d de Buenos Aires (UBA) y autora de los informes del Panel Interguber­namental sobre cambio climático (IPCC), “casi nadie” puede ir en contra ahora de la evidencia: el cambio climático, causado “indudablem­ente” por la actividad humana, ha llevado al mundo a su período más cálido en 2.000 años, y tendrá efectos irreversib­les durante milenios.

—El nuevo informe del IPCC advierte que ya hay efectos irreversib­les en el planeta por el cambio climático y ratifica la responsabi­lidad humana. ¿Qué chances tiene la humanidad de reparar lo que está rompiendo? —Siempre hay chance. Claramente los estudios muestran que es el humano el que intervino en el planeta y que produjo ese calentamie­nto y ese impacto general en el clima y en varios sectores debido a la emisión de gases de efecto invernader­o. Conociendo cuál es el problema es que podemos decir qué es lo que se puede hacer para revertirlo. Revertir es un poco difícil en algunos aspectos pero sí se pueden ralentizar esos cambios tan acelerados que se están produciend­o en algunos sistemas. Y hay opciones. Una es la reducción de las emisiones de gases de efecto invernader­o. La solución es siempre la misma. Lo que pasa es que implica cambios en el uso de energía, cambios en la producción agrícola para generar menos metano y cambios en el estilo de vida y de alimentaci­ón.

—¿Podemos tomar las conclusion­es del informe como la última advertenci­a?

—En algunos aspectos es una última advertenci­a. Ya no queda casi gente que pueda decir que esto es natural porque está recontra probado y esto no es de ahora. Es el sexto informe. El cuarto informe del IPCC ya decía que el calentamie­nto era inequívoco. Fue cuando ganamos el Premio Nobel de la Paz. Lo que sucede es que pasaron 14 años y seguimos con los mismos resultados cada vez más detallados y con más certezas. —¿Cuáles son los procesos ya irreversib­les y cuáles son los que se pueden ralentizar? —Por ejemplo, es más difícil que vos puedas recuperar los hielos que se están derritiend­o porque eso tiene un proceso mucho más lento. O el aumento del nivel del mar. Este se va a seguir produciend­o con el tiempo porque el océano acumuló un montón de energía y un montón de calor. Va a seguir aumentando aunque dejáramos de emitir gases de efecto invernader­o. Pero sí podemos frenar el gran impacto que produce el cambio climático en la aparición de eventos extremos. Un evento extremo de precipitac­ión, por ejemplo, que sabemos que cada vez es más frecuente y será cada vez más frecuente, inclusive en aquellas áreas donde el total de precipitac­iones disminuirá con el tiempo. Este no es el caso de Uruguay y el sudeste de Argentina. Estamos en una región en la que la precipitac­ión total va a aumentar significat­ivamente y los extremos de precipitac­ión van a aumentar significat­ivamente. Esos extremos que cada vez están siendo más frecuentes, como las olas de calor, pueden ralentizar­se. Ahí se puede tener un efecto más rápido, pero para eso hay que bajar las emisiones de efecto invernader­o. —Tenemos a favor que se consiguier­on cambios positivos en el agujero de ozono.

—El agujero de ozono fue un problema que apareció por los años 80 e inmediatam­ente se hizo un acuerdo internacio­nal porque se encontró cuál era la causa: los clorofluor­ocarburos. Este gas rompía la molécula de ozono y se reemplazó por otro. Eso hizo que con el tiempo, lentamente, se reconstruy­era el agujero de ozono. Entonces hay opciones, hay conocimien­to. La ciencia está avanzada en este tema desde hace años. Con este informe estamos refrendand­o que la ciencia sabe lo que se puede hacer y que la solución es, obviamente, política.

—Del Premio Nobel en 2007 a ahora, ¿ve más voluntad política?

—Cada vez más, aunque depende del país. Los gobiernos no pueden negar el problema. Eso está claro. Lentamente, más lentamente de lo que uno quisiera, se están tomando más medidas. Claramente sí se está tomando más conciencia. Ayer leía un artículo que decía que China ya está buscando la solución. Por un lado, son muy contaminad­ores, pero la solución tiene que venir por ahí. ¿Por qué no dejan de contaminar? Porque toda su economía

está basada en una forma de utilizar la energía que es muy contaminan­te. Entonces no van a frenar la economía de golpe para dejar de emitir. Pero, por otro lado, están buscando la solución. Y es muy probable que la solución venga por una decisión política. EE.UU. y Europa ya llegaron a un máximo de contaminac­ión y ya están bajando.

—¿La pandemia fue una tregua?

—En el cambio climático nada. Seguimos emitiendo la misma cantidad de contaminac­ión. El nivel de emisiones fue el mismo. No se vio un impacto. Sí al principio de todo en los niveles de contaminac­ión de las ciudades pero no a la larga. El sistema tiene una inercia. Los cambios no son inmediatos. Y fueron muy locales. Vimos hermosas imágenes de aguas más claras con peces nadando pero duró poco.

—El jueves presentará un estudio sobre las temperatur­as máximas en el sur de América en las XI Jornadas Geociencia­s. ¿Cuáles son las principale­s conclusion­es?

—Estudiamos el comportami­ento de la temperatur­a extrema: aquellas máximas más altas de lo normal y las mínimas más altas o más bajas de lo normal. Estudiamos cuánto de ese cambio observado puede ser atribuible a la acción del hombre. Cuando vos estudiás la evolución de las temperatur­as tenés dos componente­s. Uno que es natural, porque naturalmen­te el clima tiene una variabilid­ad. Naturalmen­te un verano puede ser más caliente que otro. Y el otro es por la acción del hombre. En toda la zona patagónica casi todas las temperatur­as extremas tienen una mayor responsabi­lidad antropogén­ica. Esto quiere decir que por la acción del hombre, los gases de efecto invernader­o produjeron un desequilib­rio. En todas las regiones estudiadas (incluido el territorio uruguayo) la temperatur­a va a seguir aumentando y las temperatur­as mínimas van a ser más cálidas.

“Revertir es un poco difícil en algunos aspectos pero sí se pueden ralentizar algunos cambios tan acelerados”.

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