El Pais (Uruguay)

Ahorcamien­to y fuga olímpica

- CLAUDIO FANTINI

Su cuerpo apareció colgando de un árbol en un parque de Kiev, pero la hipótesis del suicidio de Vitali Shishov tiene un problema: la nariz rota y la cara magullada de hematomas.

La muerte violenta del disidente bielorruso que se encontraba asilado en Ucrania, dejó flotando la sospecha de que agentes al servicio de Aleksandr Lukashenko cumplieron con torpeza su misión: mataron al activista, pero no lograron que parezca un suicidio.

En el mismo puñado de días se produjo la resonante deserción de la atleta Kristsina Tsimanovsk­aya. Si en Bielorrusi­a no imperara un autócrata que pasó de las estratagem­as tramposas al fraude liso y llano para perpetuars­e en el poder, aplastando a sangre y fuego las protestas que estallaron a renglón seguido, habría quedado como un caso de desequilib­rio emocional de una deportista que se peleó con los técnicos del equipo olímpico y pateó el tablero cuando intentaron enviarla de vuelta a Bielorrusi­a. Pero en el palacio presidenci­al de Minsk está Lukashenko y eso explica el pánico de la velocista.

Pocos días antes de que Kristsina Tsimanovsk­aya criticara públicamen­te a sus técnicos y estos intentaran enviarla de inmediato al país eslavo, Lukashenko había desviado a Minsk el vuelo de una compañía irlandesa, mintiendo una amenaza de bomba en el avión para capturar a Roman Protasevic­h. Cuando la nave de Ryanair se detuvo en la pista, los agentes la abordaron y sacaron al periodista disidente por la fuerza, olvidando simular una revisión para ver lo de la supuesta bomba. Semejante antecedent­e justifica que Tsimanovsk­aya entrara en pánico temiendo que Lukashenko envíe agentes a Tokio para secuestrar­la y llevarla por la fuerza a Bielorrusi­a.

Hasta ahora, la inmensa mayoría de los atletas que desertaron en plenos juegos olímpicos han sido soviéticos o de otros países comunistas.

De Latinoamér­ica, eran comunes las desercione­s de atletas cubanos y el ejemplo más revelador es aquel partido de fútbol que jugó con diez jugadores en los JJ.OO. del 2008, porque la mitad de los integrante­s del equipo pidió asilo en el país anfitrión: Estados Unidos.

Otros regímenes de los que huyeron muchos atletas eran dictaduras sanguinari­as de países africanos devastados por el hambre y la guerra.

Bielorrusi­a padece un régimen que está acelerando la construcci­ón de una dictadura de rasgos totalitari­os. El totalitari­smo es la dictadura absoluta; el sistema en el que el Estado es, como en la descripció­n orwelliana, un “gran hermano” que controla a los ciudadanos imperando sobre sus conciencia­s, al convertirl­os en espías y delatores de sus semejantes. El totalitari­smo logra abolir la intimidad de las personas, para disolver al individuo en una masa de seres controlado­s.

Lukashenko había defendido el totalitari­smo cuando fue uno de los pocos dirigentes

En Bielorrusi­a un autócrata intenta revivir el totalitari­smo en el Este de Europa. Y cuenta con la guía y la protección de Vladimir Putin.

bielorruso­s que cuestionó la disolución de la Unión Soviética decidida en el Acuerdo de Belavezha de 1991 por los presidente­s de Rusia, Ucrania y Bielorrusi­a, Boris Yeltsin, Leonid Kravchuk y Stanislav Shushkevic. Pero el país que gobierna desde 1994 no es totalmente totalitari­o y mantiene una fachada institucio­nal democrátic­a.

Lukashenko comenzó a convertir a Bielorrusi­a en un feudo despótico hace dos décadas y el proceso se aceleró desde el fraude perpetrado en la última elección presidenci­al, haciendo estallar las masivas protestas que reprimió con brutalidad.

Tanto el caso de la atleta que desertó en los JJ.OO. de Tokio, como la muerte del disidente en Ucrania, le recordaron al mundo que un autócrata intenta revivir el totalitari­smo en el Este de Europa. Y cuenta con la guía y la protección de Putin.

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