El Pais (Uruguay)

Preso en Comcar lideraba banda narco y extorsiva

Fue condenado tras detectar que daba órdenes y asignaba roles a integrante­s del grupo delictivo

- GUILLERMO LORENZO

Las órdenes las daba a través de Whatsapp. Utilizando su celular para comunicars­e desde una celda de Santiago Vázquez (ex Comcar), “Carliños” comandaba a todo el grupo de delincuent­es que integraban su banda. Su objetivo era expandir el negocio de la droga e instalar puntos de venta en distintos barrios de los departamen­tos de Rivera y Tacuarembó. Pero necesitaba de más personas que se ocuparan de recibir el dinero de la venta de la droga, que la llevaran al punto de venta y, en algunos casos, que se apropiaran de casas ubicadas en barrios humildes para despojar a las familias y convertir sus hogares en bocas de venta.

Pero la idea de “Carliños”, un delincuent­e que tenía contacto con un asesino serial de Brasil recluido en Porto Alegre y con otro preso recluido la ciudad de Santana do Livramento, quedó trunca.

El País informó el pasado martes sobre las maniobras que el preso realizaba desde el ex Comcar, y que en los próximos días iba a ser trasladado desde ese centro penitencia­rio a la Fiscalía de Rivera. Esto sucedió en la noche del martes y “Carliños” finalmente fue condenado tras realizarse una audiencia judicial.

De acuerdo a la sentencia a la que accedió El País, la fiscal de Rivera

Stella Alciaturi llegó a un acuerdo con la defensa del recluso, sindicado como “jefe” del grupo. La Justicia entonces lo condenó a dos años y medio de prisión efectiva, que deberá cumplir una vez que finalicen otras condenas que tiene en su haber. El fallo judicial lo señaló como autor penalmente responsabl­e de un delito de asociación para delinquir especialme­nte agravado por la calidad de “jefe o promotor”, en concurrenc­ia con un delito de negociació­n de sustancias estupefaci­entes prohibidas.

MURCIÉLAGO­S. El operativo policial que permitió detectar que “Carliños” se comunicaba con integrante­s de una peligrosa banda brasileña llamada “Os Manos” comenzó en mayo. Así, mediante escuchas, la Policía pudo detectar que estos tres presos hablaban entre sí con el objetivo de trasladar droga desde Brasil a Uruguay y luego colocarla en distintas bocas. A esta última maniobra apuntaron los investigad­ores. Fue así que a principio de este mes se emitieron órdenes de allanamien­to tanto en Tacuarembó como en Rivera y se llevó ante la Justicia a seis personas, cuatro mujeres y dos hombres (uno menor de 14 años).

En el fallo, emitido por la jueza Olga Bele, se detalla que “Carliños” era el promotor de la banda y que contaba con la colaboraci­ón especialme­nte de dos mujeres. Estas estaban “encargadas de organizar la distribuci­ón de la sustancia y recibir las sumas de dinero producto de la negociació­n, (para luego) realizar los pagos de la misma a la facción”, se especifica en el texto. El término “facción” es la jerga policial que se utiliza para nombrar a un grupo criminal. En este caso se refiere a “Os Manos”, la banda de la que el peligroso asesino serial de Brasil es miembro y con el que “Carliños” mantenía un contacto asiduo.

Una de estas mujeres ya había sido condenada días atrás por extorsión, ya que se la halló culpable de despojar a una familia del barrio Villa Sonia (Rivera) para instalar una boca. En abril un integrante de la familia volvió de trabajar y se encontró con la mujer viviendo en su casa. En ese momento la familia tuvo que abandonar el lugar sin poder agarrar nada de la casa. Se fueron “con la ropa que llevaban puesta”, había relatado una fuente del caso a El País. Entre los involucrad­os había un integrante que se comunicaba directamen­te con “Carliños”.

El menor de 14 años, según el fallo judicial, “colaboraba brindando su asistencia para el depósito y transporte de las sustancias y de al menos un arma de fuego”.

De esta manera, Fiscalía y Policía lograron en menos de tres meses reunir los elementos suficiente­s para probar que seis personaban se dedicaban a la comerciali­zación de drogas por mandato de “Carliños”, un delincuent­e recluido con profusos antecedent­es penales.

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PRISIÓN. Escuchas fueron claves para desmantela­r los planes del recluso.

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