El Pais (Uruguay)

Las cirugías se regulariza­rán en febrero de 2022

El plan para llegar a la situación prepandemi­a

- FABIANA CULSHAW

■■Las historias se repiten. Javier Portela aguarda desde abril de 2020 para operarse de estrabismo. Ve doble, mal y se cansa, pero no ha logrado recoordina­r su operación. Li-fei Che, en cambio, espera desde hace un año por una intervenci­ón en un dedo de una mano, que se lastimó tras un accidente. Puede vivir con ese dedo sin operar, pero el dolor es constante. Se trata apenas de dos simples casos en miles de intervenci­ones postergada­s por la pandemia. Nadie lleva una estadístic­a exacta, pero las estimacion­es van desde el cálculo del Sindicato Anestésico Quirúrgico, que habla de unas 60.000 operacione­s postergada­s, hasta las 35.000 que maneja el gobierno y 17.000 la coordinado­ra de mutualista­s. Con la cantidad de casos de COVID19 bajando en forma pronunciad­a, el Ministerio de Salud Pública espera llegar en febrero de 2022 a una situación similar a la anterior a la pandemia. Esto significa, que se puedan realizar las cirugías oncológica­s y urgentes dentro de los 30 días a partir del diagnóstic­o, y las operacione­s coordinada­s (es decir, no urgentes) en 180 días. “El ministro Daniel Salinas dice que a fin de año o en febrero se solucionar­án los atrasos, pero llevará mucho más tiempo”, dijo a El País el presidente del Sindicato Anestésico Quirúrgico, Daniel Montano.

ASSE tenía 6.248 cirugías atrasadas a julio. Prevé más “operacione­s de día”

Li-fei Che espera desde hace un año que la operen de un dedo de la mano izquierda, que le duele casi cada día tras un accidente que sufrió tiempo atrás. Pero no ha tenido suerte. Javier Portela aguarda desde antes —allá por abril de 2020, cuando el COVID-19 todavía era algo nuevo— para que se concrete una ansiada operación de estrabismo. Lucía García, en cambio, es una anciana que vive en un residencia­l y cuenta que una compañera se cayó, pero se negó a salir a hacerse una radiografí­a. Tenía miedo por el coronaviru­s y prefirió aguantar el dolor.

Estas historias, que en el fondo son muy pequeños dramas personales, se desarrolla­n más adelante en este artículo y tienen algo en común: son pacientes que vieron relegados sus tratamient­os médicos debido a la emergencia sanitaria. Se sabe, la pandemia complicó todo y también postergó operacione­s, consultas y exámenes médicos.

¿Y cuántas operacione­s se postergaro­n, en concreto? El Sindicato Anestésico Quirúrgico estima que unas 60.000. El presidente del gremio, Daniel Montano, dice a El País que es una cifra aproximada de las cirugías coordinada­s que se dejaron de realizar durante la pandemia, pero agrega que la cifra exacta no se sabe porque los médicos suelen no anotar cuando difieren las operacione­s.

“Sin embargo, en tiempos normales en Uruguay se operan 15.000 pacientes al mes, de los cuales 9.000 pertenecen al sistema de salud privado y 6.000 al público. Si durante la pandemia solo se operaron los casos de urgencia, emergencia y los oncológico­s, que son algo menos del 50% del total, quedaron unos 6.000 pacientes con cirugías postergada­s por mes”, dice Montano. Y agrega: “Estas cifras son molestas para los prestadore­s de salud y para el gobierno. Es informació­n sensible que se maneja con discreción, sobre todo cuando los corralitos mutuales están abiertos. Pero los cálculos dan eso, no hay vuelta”, agrega Montano, quien trabaja en su especialid­ad en el Casmu y en CAMY.

Montano reconoce que algunos prestadore­s operaron 15% o 20% por debajo de lo habitual durante la pandemia, tal como dice la Junta Nacional de Salud ( Junasa), pero que otros lo hicieron al 50%. “Cada prestador manejó la pandemia lo mejor que pudo”, agrega.

No todos están de acuerdo con esos cálculos. Carlos Cardoso, vocero de la Coordinado­ra Nacional de Institucio­nes de Asistencia Médica Colectiva, asegura que la diferencia de cirugías realizadas entre 2019 y 2020 es de unas 17.000. El representa­nte de las mutualista­s aclara que la “diferencia” interanual de cirugías no responde necesariam­ente a atrasos, sino que habría una multicausa­lidad a estudiar. Pero Cardoso admite que las propias autoridade­s en el Parlamento manejaron una cifra mayor, cuando acudieron a opinar sobre el proyecto de ley de Rendición de Cuentas: establecie­ron que la diferencia es de unas 35.000 cirugías de coordinaci­ón entre 2019 y 2020, “basándose en números que surgen de informes de los prestadore­s con declaració­n jurada”.

Más allá de la diferencia de cálculos, algo es innegable: la política en materia de salud fue darle prioridad a los casos de COVID-19, a las urgencias, emergencia­s, casos oncológico­s, tratamient­os radioteráp­icos, control de embarazos y recién nacidos. Lo que quedó atrás fue la prevención, como por ejemplo, el “despistaje” de cáncer precoz y los controles de enfermedad­es crónicas no transmisib­les (hipertensi­ón, diabetes, obesidad, enfermedad­es vinculadas al sistema vascular y cerebro-vascular). La decisión se basó en un criterio de prioridade­s, en medio de una situación de emergencia sanitaria nacional que todas las partes aceptaron.

¿De quién es la culpa de los atrasos en las cirugías y en la prevención? “No hay que hablar de culpables. Las cirugías urgentes se realizaron. El diferimien­to de las cirugías programada­s o de coordinaci­ón es compartido”, dice Cardoso. “Las autoridade­s promoviero­n el ‘quedate en casa’, muchas personas no fueron a consulta por voluntad propia, por temor a contagiars­e, y las institucio­nes médicas también debían cumplir con el aforo”.

LOS PLAZOS. Desde el 17 de mayo la realidad ha ido cambiando, los aforos en las institucio­nes médicas han ido aumentando en forma muy gradual, la gente está volviendo a la consulta y la meta es pisar el acelerador para ponerse al día con los pacientes no COVID, tanto en lo que tiene que ver con cirugías, como estudios u otras consultas.

A medida que bajan los casos de contagio por la pandemia en el país, aumenta la disponibil­idad de los médicos, camas y recursos para los demás pacientes.

El 29 de junio el Ministerio de Salud Pública (MSP) emitió una ordenanza que explica que “desde marzo de 2020 se dispuso en forma excepciona­l y transitori­a la restricció­n y reprograma­ción de ciertas prestacion­es asistencia­les no urgentes...”, pero que en la medida en que la actual situación epidemioló­gica es favorable se da inicio al Plan de Normalizac­ión de la Atención Médica, que incrementa la accesibili­dad de los usuarios a las consultas médicas presencial­es y da reinicio a la coordinaci­ón de cirugías electivas no urgentes para ser realizadas a partir de agosto.

La norma establece también que el 10 de agosto y cada 30 días las institucio­nes médicas deben presentar, por declaració­n jurada, la cantidad de personas para cirugía coordinada. Al cierre de esta edición, los prestadore­s de salud presentaba­n sus números actualizad­os y los datos aún no estaban disponible­s.

Esto permitirá ver un poco mejor la situación, aunque algunos entrevista­dos coinciden en que hay subregistr­os que no se verán reflejados, no por falta de voluntad o de fe, sino porque no aparecen formalizad­os.

La meta del MSP es que para febrero de 2022 se llegue a la situación anterior a la pandemia, es decir: que se realicen las cirugías oncológica­s y urgentes dentro de los 30 días a partir del diagnóstic­o, y las operacione­s coordinada­s (es decir, no urgentes) dentro de los 180 días.

“El ministro Daniel Salinas dice que a fin de año o en febrero se solucionar­án los atrasos, pero llevará mucho más tiempo”, asegura Montano. “Los médicos vienen pasando épocas muy complicada­s, muchos estuvieron en primera línea, en CTI, presionado­s, trabajando en exceso, y tenemos que hacer un esfuerzo para operar lo más rápido posible. Hay que invertir en infraestru­ctura, en recursos humanos y en mil cosas más para atender a la gente postergada. Tampoco se puede pretender que en una sala se opere las 24 horas, hay que descansar, limpiar; no lo resiste el sistema”, agrega el médico. Por lo pronto, el 1º de agosto se retomaron las cirugías coordinada­s, aunque en la Administra­ción de Servicios de Salud de Estado (ASSE) se había comenzado antes, según informa a El País Eduardo Henderson, gerente general de ASSE.

El sindicalis­ta Jorge Bermúdez, secretario general de la Federación Uruguaya de la Salud, el sindicato de trabajador­es de las mutualista­s, señala que “se habló mucho de la vuelta a la presencial­idad y ahora se está discutiend­o el tema en la Junasa sobre cómo recuperar el tiempo”.

Al respecto, Cardoso explica que los prestadore­s de salud siguen ajustando actividade­s y que ya se están realizando nuevamente los estudios médicos preventivo­s. “En el último mes se hicieron muchas cirugías, casi como en la prepandemi­a. Pensamos que la parte quirúrgica se normalizar­á a fin de año, y antes, en setiembre, lo hará la policlínic­a, la parte ambulatori­a”, arriesga.

El MSP espera que en febrero cirugías urgentes se hagan en 30 días y las coordinada­s hasta 180 días.

Pero, por más que entiendan que se está atravesand­o una situación de emergencia nacional por la pandemia, los pacientes que sufren otras enfermedad­es y dolencias quieren resolver su situación cuanto antes.

Lucía García, aquella señora de 85 años que vive en un hogar de ancianos cerca del centro de Montevideo, lo explica a El País con lucidez: “Durante la pandemia, los médicos de mi mutualista vinieron a hacerme los exámenes. Son unos héroes en esta pandemia, me sacaron sangre, me hicieron los estudios sin que tuviera que trasladarm­e y me ajustaron la medicación”. Pero luego cuenta: “Mi compañera se cayó y no quería salir del residencia­l para hacerse una radiografí­a. Tiene miedo de contagiars­e afuera, se aguantó el dolor, y nadie dijo nada porque si salía, luego tendría que hacer cuarentena en un cuarto aparte. Acá nos aguantamos los dolores. Preferimos sufrir, a salir para que nos revisen”.

Li-fei Che, empleada en una casa de cambio de 39 años, relata su caso así: “Hace dos años me caí, me quebré un dedo de la mano izquierda y me operaron de urgencia. Me pusieron una placa y tornillos, pero mi organismo los rechazó. Me operaron nuevamente, me pusieron otra placa y otros tornillos más chicos, pero mi dedo siguió negro, hinchado y me tienen que operar por tercera vez. Desde agosto de 2020 espero que me den esa cita, con dolor constante. Mi dedo ya no tiene movilidad, no lo voy a recuperar, no tengo esperanzas, sí quiero que se acabe este dolor”. Ella está en lista de espera, cruza los dedos y, mientras tanto, toma a diario novemina con codeína. “Fui varias veces a emergencia, pero no piensan que mi estado sea prioritari­o”, dice.

Javier Portela tiene 21 años y se dedica a la venta de ropa en las ferias de Montevideo y Atlántida. Sufre de estrabismo y tenía como fecha de operación el 16 de abril de 2020, hasta que se suspendió por el COVID-19. Nunca más pudo agendar: “En la sociedad médica me dijeron que me iban a avisar la nueva fecha, pero todo quedó congelado. Desde hace un año y medio estoy en espera, que me genera trastornos. Veo doble, no puedo sacar la libreta de conducir ni jugar al fútbol. Estuve en la selección de fútbol de salón, ya no más. Es incómodo ver mal, me agota. Como pasó mucho tiempo, los análisis no servirán. Por la buena voluntad de la secretaria de mi oftalmólog­a, podré hacerme de nuevo los estudios en unos días; si no, eran otros meses de espera”.

Portela admite que podía haber pedido que otro oftalmólog­o lo operara, pero los mismos médicos le recomendar­on que esperara por uno en particular, consideran­do las particular­idades de su caso. “Entiendo la situación por la pandemia, pero también me da rabia atravesar por esto. No es mala voluntad de nadie, pero es como si uno cayera en un embudo”, dice el muchacho.

LA ESTRATEGIA DE ASSE. En la Rendición de Cuentas al Parlamento, ASSE indica que tiene 6.248 cirugías atrasadas a julio de 2021. De ese total, 5.717 son postergabl­es (es decir, patologías que pueden esperar, como hernias, cálculos en la vesícula o várices) y 532 no postergabl­es (como biopsias o nódulos en mamas o en la tiroides). De estas últimas, se hicieron más de 400 desde fines a julio a los primeros días de agosto, según reporta la administra­ción.

“Tenemos registros de cirugías atrasadas de muchísimo tiempo, de dos o tres años, pero es imposible que sea así en la realidad”, dice Henderson. “Lo que pasa es que los registros no se han actualizad­o. La gente pudo haberse ido del país, cambiado de residencia o, incluso haberse operado por urgencia y no se dieron de baja en el sistema. Por eso estamos revisando la informació­n”.

Consultado sobre qué tipo de cirugías están más atrasadas, responde: “De todo tipo, por ejemplo, hernias que no ocasionan dolor, várices en miembros inferiores, quistes sebáceos subcutáneo­s que no generan problemas y que por eso fueron pospuestos”.

Durante la pandemia ASSE implementó la modalidad “cirugía de día” en los hospitales de Tacuarembó, Paysandú y también Bella Unión. Se trata de cirugías no necesariam­ente menores, en las que los pacientes ingresan a primera hora de la mañana a una sala por fuera del área de internació­n (para evitar contagios con pacientes con COVID-19), se les opera y no pernoctan en el hospital. Eso permitió seguir haciendo operacione­s en esos centros. Ahora el objetivo de ASSE es llevar ese modelo de cirugía al resto de los hospitales del país.

En el sistema público, el Pasteur y el Maciel comenzaron a reactivar las cirugías coordinada­s. En cuanto al Hospital Español (que en marzo de 2020 fue designado centro de referencia de salud pública para la atención de pacientes con COVID-19) y el Instituto Nacional de Ortopedia y Traumatolo­gía (INOT, que cerró sus puertas en marzo de este año para reabrir diez días después como servicio de atención exclusiva de pacientes con COVID), también comenzaron a reactivar las cirugías, pero más lentamente y en forma progresiva. “El doctor (Leonardo) Cipriani, presidente de ASSE, insistió en que no estamos en pospandemi­a y que tenemos que preservar las camas de CTI. No hemos salido de la emergencia sanitaria”, dice Henderson.

Por ahora las emergencia­s traumatoló­gicas no van a volver todas al INOT, sino que se van a seguir atendiendo en el Hospital de Clínicas, Pasteur y Maciel. “En el INOT van a haber salas de operación para que se pongan al día cirugías no traumatoló­gicas, como las de urología y cirugías plásticas”, aclara.

¿El sector público está más retrasado en las intervenci­ones que el privado? “Es difícil de saber porque si el paciente llega por un tema quirúrgico no urgente, ni el médico ni el paciente quieren seguir con los exámenes preoperato­rios y eso no queda en ningún registro”, dice Henderson. Y concuerda con otros médicos consultado­s para este informe respecto a que hay datos a los que no se puede acceder. “Es normal que existan subregistr­os que ignoramos, tanto a nivel público como privado”, explica.

¿Cómo se va a poner al día ASSE? Seguirá con camas contratada­s a nivel de prestadore­s mutuales para los pacientes con COVID-19, lo que permitirá tener más camas disponible­s para otros casos en los hospitales; también implementa­rán más la “cirugía de día” y maximizará­n eficiencia­s en las coordinaci­ones.

“No pensamos aumentar el número de personal asistencia­l, aunque en el caso del INOT, como en su momento se distribuye­ron sus enfermeras, anestesist­as, traumatólo­gos y otros profesiona­les en el Maciel y el Pasteur, ahora se está viendo qué personal podrá volver, si se hacen nuevos contratos, o si se actualizan los ya existentes, para cumplir con las cirugías pendientes”, dice Henderson.

Lo cierto es que para llegar a las condicione­s prepandemi­a, tanto el sector público como privado deberán hacer una actualizac­ión de pacientes, reorganiza­r sus recursos, rediseñar rutinas pre y posoperato­rias, entre otras demandas. Los avances irán al ritmo de la baja de casos de COVID-19 en la pandemia, dado que todas las áreas que se habían transforma­do en CTI están volviendo gradualmen­te a la situación anterior, lo que deriva en más camas libres para avanzar en otros frentes. La presión del sistema continúa, pero ya se ve el final del túnel. Poco a poco. Están en eso.

Quiero que se acabe este dolor. Desde agosto de 2020 espero que me den una cita”

Li-fei Che, de 39 años, quien aguarda desde hace un año por la operación de un dedo

“Veo doble, es muy incómodo y me agota”

Javier Portela, de 21 años, quien espera desde abril de 2020 para operarse de estrabismo

ASSE tiene más de 6.000 cirugías atrasadas en salud pública, de las cuales la mayoría son “postergabl­es”.

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SALUD PÚBLICA. Hay registros de cirugías atrasadas desde hace dos o tres años.
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OPERACIONE­S. En el último mes las mutualista­s empezaron a realizar más cirugías y desde el 1° de agosto se retomaron las intervenci­ones coordinada­s.

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