El Pais (Uruguay)

Vecinos del Prado atemorizad­os

Cambiaron sus recorridos, andan con gas y silbatos, y reclaman respuestas

- GUILLERMO LORENZO

Ante denuncias sobre un violador están alerta y cambian los hábitos.

De un día para otro cambiaron sus costumbres, sus horarios y hasta el trayecto de rutina. Dicen que fue por miedo o más bien una sensación que no coinciden en definir. Pero es esa sensación la que hace que decidan reunirse y contar lo que están viviendo. Aunque solo quieren que se escuchen sus voces, sin rostros ni nombres para que él no los pueda identifica­r.

Él es “el violador del Prado”, o así lo nombran desde que conocieron la noticia. Y quienes hablan de él son madres y adolescent­es de la zona que decidieron reunirse para conversar sobre lo que está pasando en su barrio hace algún tiempo.

ENCUENTRO. Camila (no es su nombre real) estaba callada. La joven escuchaba a las mujeres que se habían reunido en un centro vecinal para hablar sobre las denuncias de violación que hubo en el Prado y la preocupaci­ón que eso les generaba. Algunas de las madres se mostraban desbordada­s. Intercambi­aban ideas acerca de cómo prevenir un ataque. Incluso alguna dijo estar dispuesta a hacer de “carnada” y así ir de noche a la parte boscosa del Prado, ubicada detrás de la sede de Teletón, donde ocurrió uno de los abusos sexuales contra una adolescent­e. “Es que ya no sabemos qué hacer”, argumentó.

Afirman que lo que conocen hasta ahora fue por las noticias que se publicaron del caso, pero nada más.

Saben que es un hombre, que anda con un perro y un cuchillo, que agredió a una pareja de adolescent­es utilizando el animal y el arma, que abusó de una menor y que quiso obligar a que la pareja tuviera relaciones delante de él. Y que eso mismo ocurrió dos veces.

Camila seguía escuchando en silencio cómo las madres decían una y otra vez que la situación las “superaba”, que les generaba angustia, que el barrio estaba inseguro. Hasta que un momento las interrumpi­ó. “Esto no es solo insegurida­d. Un robo es muy importante, sí, porque perdés el celular, los documentos, pero este miedo va más allá. Perdés algo que nunca más vas a recuperar”, dijo y la sala quedó en silencio.

Camila continuó: “No sabés ni cuántos años de terapia (necesitará­s), o si en algún momento vas a ser la misma persona, o si vas a superarlo. Eso es un acto mucho más violento, degradante y humillante”.

Una de las mujeres contó que muchos adolescent­es cambiaron la ruta que hacían para llegar al liceo. “Antes se iban a tomar un ómnibus determinad­o y ahora evitan pasar por la zona (donde ocurrieron las violacione­s) por miedo”, dijo.

El tema además se habla en el liceo, entre los jóvenes. Camila aseguró que no hubo profesores ni directores que les hayan aconsejado nada, pero que de todas formas los alumnos decidieron empezar a salir en grupo cuando llega el momento de volver a sus casas.

Algunas de las madres compraron gas lacrimógen­o para sentir que sus hijos están más protegidos, y otras recurriero­n al silbato para poder avisar si corren peligro. “Cambiamos los hábitos. Ya no es seguro ir con un primo, con un hermano, un amigo o un novio; hay que agrandar los grupos y buscar una forma de irse juntos”, concluyó Camila.

ABUSO. La primera denuncia se radicó el 12 de mayo en la seccional séptima. Según indicaron fuentes policiales a El País, se alertó sobre un abuso sexual hacia una adolescent­e de 16 años que estaba con su novio de 17. El hombre había amenazado y atacado a la pareja en las proximidad­es del Parque Prado. Tenía un cuchillo y un perro, agregaron las fuentes. Abusó sexualment­e de la adolescent­e y le ordenó a la pareja que mantuviera relaciones mientras él miraba. El joven se negó. Luego el atacante les robó los celulares, algunos objetos y plata que llevaban.

Dos meses más tarde hubo otra denuncia por un abuso sexual en las inmediacio­nes del Parque Prado. Cuando efectivos policiales comenzaron a escuchar la informació­n que daban las víctimas, se dieron cuenta de que estaban ante una situación muy similar a la que había ocurrido en mayo: también expresaron que habían sido atacadas por un hombre, con un perro y un cuchillo, que terminó abusando de una adolescent­e que estaba con su novio. La hipótesis es que los dos hechos fueron perpetrado­s por la misma persona, que hasta el momento no ha sido identifica­da.

El caso está en manos de los investigad­ores de la Zona Operaciona­l I de la Jefatura de Policía de Montevideo, bajo la conducción de la fiscal especializ­ada en Delitos Sexuales, Violencia Doméstica y Violencia basada en Género Mariana Alfaro.

Según indicaron fuentes de la investigac­ión, la Policía viene trabajando intensamen­te en el caso pero no quieren aportar datos para no entorpecer el transcurso de la misma.

“Hay mucha preocupaci­ón pero hay que tener cuidado porque está circulando informació­n falsa”, confió una fuente del caso y agregó: “Hay identikits falsos circulando”.

De esto último también son consciente­s los vecinos y opinan que hay que ser cuidadoso. “El otro día me llegó una foto de un hombre con un perro y se alertaba que podría ser el violador”, dijo una vecina, que enseguida consideró que es un tema delicado y que el temor de los vecinos lleva a ese tipo de situacione­s. “Hay que tratar de no estigmatiz­ar ni señalar a nadie, pero sí queremos que aparezca pronto”, expresó otra madre.

Los vecinos dicen que mientras no haya novedades van a seguir inventando mecanismos porque el miedo, dicen, “crece”.

El barrio entero está pendiente de que la Policía identifiqu­e al “violador del Prado”.

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MIEDO. Evitan pasar por zonas que antes eran de su recorrido diario porque allí ocurrieron los abusos.

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