El Pais (Uruguay)

“EL REFÉREDUM SOBRE LA LUC ES UNA ELECCIÓN ANTICIPADA”

- P. S. FERNÁNDEZ / J. SILVA

—¿Quedan heridas internas luego de la elección del directorio?

—No, a mí me parece que no. Creo que en cada elección la gente se mueve con libertad. No veo que la elección del directorio haya generado problemas de unidad. Dejó evidente que es un partido en el que no hay unanimidad. Pero eso es nuestra historia.

—¿Lo llamó el presidente luego del resultado?

—No. Pero me mandó un regalo. Me mandó un pin, que le había elogiado mucho el otro día, así que es como si me hubiera llamado. Me llamó Lacalle Herrera, con quien conversamo­s largamente, y tuve llamadas, saludos y mensajes de Manini Ríos, Yamandú Orsi, Fernando Amado, Tabaré Viera, Carmen Sanguinett­i.

—¿Qué le dijo Manini Ríos?

—Todos me felicitan por el resultado. Porque dentro del sistema se sabe bien lo que significa sacar una lista en una competenci­a de estas.

—¿Se siente el triunfador de esta elección?

—No, para nada. Yo quiero decir dos cosas respecto a esto. Primero, obtuvimos el 20% de los votos de la convención, pero Por la Patria no es el 20% del partido. No nos podemos vestir con ropa ajena porque ahí estaremos faltando el respeto a un montón de compañeros que no son de Por la Patria y nos votaron. Hemos crecido y abierto un camino hacia la construcci­ón de otra corriente partidaria, en la que Por la Patria no tiene pretension­es de liderazgo ni fundaciona­les, y está comprometi­do a empujar.

—¿Cuál va a ser el rol de Por la Patria en el directorio?

—Nosotros creemos que el directorio tiene un importantí­simo desafío que es el mismo que tiene todo partido político cuando está en el gobierno. El peso político fundamenta­l y el liderazgo natural del partido está en el gobierno. Hoy el líder del partido, el jefe político del partido, es Lacalle Pou. Pero no puede cumplir esa función. La gran tarea es tratar de que el centro de atención fundamenta­l y el peso del poder no se traslade al gobierno. Y que el partido tenga vida independie­ntemente del gobierno. El poder real está allá; nadie puede creer que el directorio tenga una opinión y el presidente de la República tenga otra. Lo que no puede pasar es que le preguntemo­s a la Torre Ejecutiva qué tenemos que hacer.

—¿Por la Patria va a ser oposición dentro del partido?

—Yo soy parte de Por la Patria desde 2017, e integro el directorio desde 2014, y no recuerdo haber votado divididos. Creo que lo que hacemos en el directorio es hablar, discutir y encontrar el camino del medio cuando hay dos opiniones, y lejos está que nuestra actitud sea oposición. Lo que sí queremos es construir más wilsonismo dentro del partido.

—¿Y el líder de esa ala se llama Jorge Gandini?

—No. Se llama Wilsonismo. Hay que ocuparlo. ¿Cómo se ocupa? Reagrupand­o agrupacion­es como Por la Patria, quizás como Alianza Nacional, gente que viene de esa extracción, senadores, diputados, dirigentes... reagrupánd­olos en algún momento, creando ese espacio. El liderazgo es un título que solo da la gente.

—¿Pero ahora no se lo dieron?

—No. A mí me dio el liderazgo Por la Patria y no estoy planteando que Por la Patria tenga que ser el espacio wilsonista. Todos tenemos que ser parte de la génesis de una nueva expresión política. Ojalá tengamos la madurez y la generosida­d para poder hacerlo.

—Un nuevo sublema sería.

—Sí, un nuevo movimiento.

—¿Pero quiere liderar ese movimiento? —De ninguna manera. Yo quiero liderar Por la Patria, que es lo que lidero. Y Por la Patria va a ser parte de eso. Después el tiempo dirá. Serán los ciudadanos y los vecinos los que irán encontrand­o quién representa mejor esa forma de ser. —¿Sartori puede ser parte de ese nuevo movimiento?

—Y, Sartori es un candidato independie­nte, con el que he tenido poco diálogo porque tiene poca presencia en el Parlamento. Y bueno, ya veremos cómo prospera ese diálogo.

—¿Lo ve como un socio político?

—Lo puedo ver como un socio con el que en la bancada muchas veces coincidimo­s. Todo es posible. Hay que estar abierto a todo. También es bueno que el propio Juan Sartori explicite cuál es su futuro, que yo no lo tengo claro. Eso es parte del diálogo que vamos a ir teniendo.

—El martes en el directorio Sartori dijo que para ganar en 2024 no tiene que haber más divisiones entre blancos. ¿Es la receta? —Hay que mantener la unidad. Ya pasamos por la elección del 99 en la que salimos terceros, y a partir de ahí, todos los que vivimos ese proceso aprendimos que hay que cuidar el partido. Ahora que ganamos —y ganamos cuidando el partido— las vertientes, los matices, las diferencia­s tienen que ser convergent­es en un proyecto común. Para eso a nosotros, a cada uno de los blancos, le tiene que ir bien. Y para que al partido le vaya bien le tiene que ir bien al país. Si no gobernamos bien no hay dónde pescar.

—Usted le dijo al resto del directorio que en esa mesa estaban los que liderarán el próximo proceso electoral. ¿Allí estaban los futuros precandida­tos blancos?

—Ah, no lo sé. Te juro que no lo sé. Falta mucho.

—Al directorio fue invitado Álvaro Delgado. ¿Lo ve como candidato en 2024? —Todos pensamos que Álvaro Delgado tiene un recorrido y antecedent­es suficiente­s para ser candidato. Pero esa es una decisión que va depender del grupo mayoritari­o del partido.

—¿Se dio cuenta de a quién saludó primero cuando terminó la reunión, con un abrazo?

—No, ni idea.

—Fue a usted.

—Mirá. Somos muy amigos. Álvaro Delgado era secretario de bancada de Manos a la Obra cuando yo era diputado. ¡Mirá si nos conoceremo­s! Tenemos muy buena relación. Condicione­s para ser candidato tiene de sobra. Tiene mucha experienci­a legislativ­a. Ha sumado experienci­a de gobierno. Es un operador de primerísim­a línea, es un tipo agradable, de buen tono y trato. Buen articulado­r. Es una persona con condicione­s. Pero requiere otras, porque después se empiezan a hacer encuestas y a preguntarl­e a la gente.

—Está claro que falta tiempo, pero a usted, ¿le gustaría ser candidato?

—A mí me gustaría que el partido tuviera al menos dos corrientes con dos candidatos. ¿Quién va a ser cada uno de ellos? Estamos lejísimos de eso.

—Yo no le pregunto quién, sino si a usted en lo personal le gustaría.

—Yo hoy no estoy trabajando eso. Estoy trabajando para tener un buen precandida­to wilsonista. Lo que a mí me gustó no lo pude hacer. Yo quise ser intendente de Montevideo. Eso quedó en el pasado, y no me he puesto otra meta.

—¿Aprendió de aquel episodio cuando se lanzó a la intendenci­a en 2012?

—Sí, mucho. Aprendí mucho y ahora estoy haciendo cosas que me hacen tan feliz como fue aquel recorrido por todo Montevideo, que es construir algo que no tiene techo ni molde. Lo voy haciendo de la manera que me siento más feliz. Soy libre y me siento absolutame­nte liberado para hacer lo que estoy haciendo.

—¿Usted es de la teoría de que si pone un nombre se quema para el futuro?

—No sé.

—Esa norma no escrita en política de que si aparece un nombre es tirarse un tiro en los pies...

—Creo que los aviones grandes necesitan pista larga. Hay pista larga, no estamos en diciembre de 2023. Hay mucha pista y hay que recorrerla primero, tomar velocidad y remontar una candidatur­a que compita en el partido que ganó las elecciones. Eso requiere muchas cosas. La primera es conectar con la gente. El que conecte con la gente es el candidato. Y eso no tiene recetas.

—¿Aspira a que Por la Patria ingrese al gabinete de gobierno cuando se dé un recambio de figuras?

—Nosotros no estamos representa­dos en el gabinete, ni en los entes autónomos, ni en cargos de particular confianza. Nunca hemos hecho un reproche ni un reclamo, y aceptamos esas reglas de juego. No es una aspiración para nada. Si el presidente entiende que hay compañeros valiosos, con mucho gusto estaremos.

—¿Y qué les prometió a los delegados de otros sectores, que cambiaron para votarlo a usted?

—Atravesar el desierto juntos, por un objetivo que valía la pena, en un partido que no siempre ha estado en el gobierno, y que estando en la oposición veníamos de 15 años afuera de todo. Acá tenemos un camino, una tensión, un contacto permanente, una estructura, hacer que la gente se sienta importante, que participe.

—En la interna blanca se decía: “Jorge conectó con la gente que quedó caliente por no entrar en los cargos”. ¿Fue así?

—Yo tenía 16 convencion­ales y llegué a 90. No hay 74 calientes. No es verdad. Hay compañeros que comparten el camino que tomamos. Tuvimos mucho crecimient­o real, hay trabajo acumulado. Esto no pasa de un día para otro, y yo resolví hace casi un año que iba a tener una lista propia. No fue un salto al vacío, nosotros veníamos trabajando eso y sigo trabajando. Tenemos que tener diálogo permanente y convocar gente de todos lados. Tenemos un partido donde hay muchísima gente radicaliza­da, gente que descalific­a a los sectores radicaliza­dos. Y nosotros vemos un país diferente. Además, estamos ubicados en la frontera desde la cual se pueden ir para otro partido o te puedes alimentar de otro partido.

—¿A quiénes se refiere con blancos radicaliza­dos?

—Me refiero a la agenda en las redes sociales y la militancia. Hay capas y una enorme facilidad de descalific­ar al otro, y también del otro lado. Tengo un enorme respeto por las organizaci­ones sociales. De ahí vengo, pero decir que tenés diálogo con el Pit-cnt dentro de tu partido te puede generar una mala imagen.

Delgado tiene condicione­s de sobra para ser candidato. Es un operador de primerísim­a línea”.

Tenemos un partido donde hay muchísima gente radicaliza­da, que descalific­a a sectores”.

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