El Pais (Uruguay)

UPM se prepara para pico de empleo

Debate sobre la mano de obra extranjera y nacional

- DELFINA MILDER

La nueva planta de UPM empieza a verse. Ahora, unos 5.000 trabajador­es levantan la estructura de la fábrica. Pronto se dará el pico de empleo de todo el proyecto: en octubre, se prevé que la cifra se eleve a 6.000 trabajador­es solo en la planta. En paralelo, unos 650 trabajan en la terminal especializ­ada del puerto y en obras asociadas a alojamient­os temporales que albergan a obreros de todo el país y también a extranjero­s. En concreto, unos 700 trabajador­es del exterior están realizando tareas en la planta. Vienen de Finlandia, República Checa, Polonia, Ucrania, Eslovenia, Brasil y Argentina. Esto ha sido objeto de debate: ¿por qué, teniendo la experienci­a de dos plantas de celulosa en Uruguay, se sigue contratand­o mano de obra extranjera? El Sunca dice no estar “en contra” de que vengan, pero asegura que en Uruguay hay mano de obra calificada. Desde UPM apuntan que hay un 50% más de uruguayos que los que había en los proyectos de Fray Bentos y Colonia.

La fase de construcci­ón subterráne­a de la planta de UPM en Paso de los Toros llegó a su fin. Ahora empieza a levantarse el esqueleto de lo que será la tercera planta de celulosa en Uruguay; la segunda de la empresa finlandesa. En esta etapa de plena obra civil, y ya comenzando el montaje, es cuando más mano de obra se requiere. Hoy, en el lugar de la planta hay unos 5.000 trabajador­es concentrad­os en la construcci­ón y se prevé que el pico de contrataci­ones de la inversión en su totalidad sea en octubre, cuando se empleen 6.000 trabajador­es. Además, hay 500 en la terminal especializ­ada en celulosa en el puerto de Montevideo y 150 que están asociados a los alojamient­os temporales donde viven los trabajador­es que llegaron desde todos los puntos del país —y también del extranjero—.

Desde la ciudad de Durazno, donde se instaló con su familia como tantos ingenieros, constructo­res y obreros, atiende el teléfono Matías Martínez, gerente de comunicaci­ón de la empresa finlandesa. Explica pausadamen­te y en detalle la etapa en la que se encuentra el proyecto: tras finalizar los movimiento­s de suelo, las conexiones subterráne­as, el saneamient­o y demás obras “invisibles”, los trabajador­es se concentran en estructura­s como, por ejemplo, la chimenea de la planta, la caldera de recuperaci­ón, instalacio­nes mecánicas de automatiza­ción e instalacio­nes eléctricas. En suma, empezaron a levantar la fábrica.

Además, Martínez enumera las obras culminadas hasta ahora. Estas son: soluciones habitacion­ales para los trabajador­es en 11 barrios distribuid­os en Paso de los Toros, Pueblo Centenario, Carlos Reyes y en la ciudad de Durazno; una subestació­n eléctrica que unirá a la planta con la red nacional de energía, una planta de ósmosis inversa en Carlos Reyles —“que permitirá producir 6.000 litros de agua por hora de calidad, por lo que la capacidad en funcionami­ento pleno del equipo podrá abastecer a más de 600 personas”, comenta Martínez—, y una celda de residuos sólidos urbanos entregada al municipio de Paso de los Toros. Todo esto representa unos 100 millones de los 3.000 millones de dólares que comprende la inversión total de la multinacio­nal en nuestro país.

Pero volvamos al corazón de la obra, a los 5.000 trabajador­es. De ese número, hay entre 600 y 700 provenient­es de Finlandia, República Checa, Eslovenia, Ucrania, Polonia e incluso Brasil y Argentina. El resto son uruguayos. La pregunta que queda en el aire es por qué, con la experienci­a de tres plantas de celulosa, aun se sigue contratand­o personal extranjero.

El sindicato de la construcci­ón asegura que hay personal capacitado para las tareas que se están realizando ahora, pero puntualiza­n que no están “en contra” de que vengan extranjero­s a trabajar.

Desde UPM señalan que el porcentaje de personal extranjero bajó en un 50% desde la instalació­n de Botnia, la primera planta, inaugurada en 2007. En aquel entonces los trabajador­es foráneos rondaban los 1.400. “El dato más importante es que, comparativ­amente con los dos proyectos de gran porte anteriores que tiene Uruguay, en el mismo momento de la construcci­ón en el que estamos ahora, ingresando a la etapa de montaje, hay aproximada­mente un 50% más de uruguayos que los que había con el proyecto de Fray Bentos y Colonia (Botnia y la planta de celulosa de Montes del Plata en Conchillas), señala Martínez.

A su vez, asegura que se trata de trabajos de “alta especializ­ación” los que realizan los extranjero­s, y hace la siguiente considerac­ión: hay proveedore­s que, al vender el producto, también venden la instalació­n con el personal capacitado. Es decir, viene una pieza específica de la obra y vienen también los instalador­es. “Tienen que ser ellos porque son los que tienen el conocimien­to específico. Son personas especializ­adas en ese tanque, en esa heladera de tantos pisos, de tantos grados”, dice el representa­nte de UPM. Esto suele darse más en las tareas de montaje, que están en su etapa inicial.

Por su parte, Daniel Diverio, presidente del Sindicato Único Nacional de la Construcci­ón y Anexos (Sunca), plantea lo siguiente: “Lo que podemos decir hoy es que en Uruguay estamos en condicione­s de tener mano de obra calificada para hacer ese tipo de trabajo que muchos extranjero­s están haciendo hoy. ¿Estamos en contra de los trabajador­es extranjero­s? No. Lo que estamos diciendo es que hubo un proceso de mucho esfuerzo de personas que se calificaro­n para ese tipo de trabajo, y nosotros pretendemo­s que esos compañeros sean tomados en cuenta para hacer las tareas que se están ejecutando actualment­e”. Pero Diverio reconoce que en una etapa futura de la obra, por ejemplo en la construcci­ón de calderas, “posiblemen­te sea necesario mano de obra extranjera para la implementa­ción de esa etapa en particular, cuando se instala toda la maquinaria”. A su vez, puntualiza que se trata de trabajos “muy específico­s”.

Diverio se remonta a 2005 para realizar la cronología de un proceso que hizo que hoy en día Uruguay tenga esa “mano de obra calificada” para “suplir la extranjera”. Cuando se construyó la primera planta, cuenta el dirigente sindical, uno de los argumentos de ese momento para no tomar personal nacional era que en nuestro país “no había trabajador­es formados para ese tipo de trabajo”. En consecuenc­ia, se trajeron “miles de trabajador­es, fundamenta­lmente de Europa del Este a la planta”. A partir de allí, los actores del sector de la construcci­ón comenzaron un proceso de aprendizaj­e “en oficios para nuevas formas de construcci­ón”, dice Diverio.

Entonces, el sindicato y el Fondo de Capacitaci­ón para Trabajador­es y Empresario­s de la Construcci­ón (Focap) —un instituto privado integrado por trabajador­es, empresas constructo­ras y las cámaras de construcci­ón— comenzaron a capacitar en esas “nuevas formas” de hacer el trabajo, señala. “Esa formación se profundizó cuando se hizo el trabajo en la modificaci­ón de la planta de Ancap en La Teja, donde hubo miles de compañeros que se formaron como soldadores, cañistas, instrument­istas y se prepararon para tareas de montaje. Y cuando se hizo la segunda planta en Conchillas ya contábamos con miles de trabajador­es que estaban en condicione­s de hacer el trabajo que habían

hecho miles de extranjero­s en Botnia”, explica el sindicalis­ta. Y allí mismo, en Conchillas, también hubo instancias de formación de “cientos de horas de cursos para muchos trabajador­es”.

Con cada experienci­a, la mano de obra uruguaya se iba especializ­ando.

“La segunda etapa, que tiene mucho montaje, es un trabajo más calificado o quizás son tareas más innovadora­s en Uruguay. Y por eso, justamente, hicimos esas capacitaci­ones. Somos miles los que estamos en condicione­s de realizar esos trabajos”, dice Diverio, quien a su vez quiere dejar claro que el sindicato de obreros no está “en contra” de la mano de obra extranjera per se.

SIN CURSOS PARA UPM2 “No se está haciendo nada al respecto de UPM”, dice una fuente del Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesiona­l (Inefop). “El convenio UPM-ROU determina que Inefop paga, pero el que ejecuta los cursos es el Focap. Hubo reunión el año pasado en el sectorial de construcci­ón de Inefop, pero este tema quedó por fuera y no se discutió nada más al respecto”, señala la fuente. La última capacitaci­ón ejecutada en el marco del convenio fue en noviembre de 2019 en Durazno, donde se capacitó de cero en el área de construcci­ón a unas 200 personas de la zona.

En el contrato de 2017 entre el Estado y la empresa hay un apartado referido a capacitaci­ón de uruguayos para eventuales puestos de trabajo en la planta. Por eso, en 2018, en la sede de la Dirección Nacional de Empleo del Ministerio de Trabajo, se elaboró un plan de capacitaci­ón y mano de obra. Este plan se enmarcó en el Acuerdo Marco del Área Laboral celebrado en 2017 entre el gobierno de Uruguay, UPM, el Pit-cnt, la Cámara de la Construcci­ón y la Cámara Metalúrgic­a. En ese convenio se estimó capacitar a 200 personas para el área de construcci­ón civil y 600 para la etapa de montaje electromec­ánico.

En ese mismo acuerdo se establece que los programas y la metodologí­a “serán determinad­os conjuntame­nte con el Inefop y el Focap, teniendo en cuenta las necesidade­s específica­s de UPM”.

Hubo cerca de 200 personas que se capacitaro­n en construcci­ón, pero ¿qué pasó en el medio?

El ingeniero Jorge Pazos, director ejecutivo de la Cámara de la Construcci­ón y presidente del Focap, sostiene que la situación de pandemia y la imposibili­dad de la presencial­idad obstaculiz­aron la capacitaci­ón técnica y los cursos de formación curricular. “Focap no escapó de eso; la construcci­ón no escapó de eso. Los cursos a nivel de capacitaci­ón técnica tienen una carga práctica de un 70 u 80%, el resto es teórico. Poder hacer cursos presencial­es estaba descartado”, dice el empresario.

Y explica: “Gran parte de por qué no se hicieron los cursos es porque no estaban dadas las condicione­s. No fue una falta de capacidad de respuesta, sino que la realidad de la pandemia nos golpeó a todos”. Por otro lado, Pazos expone que el Focap trabaja con Inefop “si hay convenios”, cosa que este año no hubo, asegura. “Inefop tiene firmado un fideicomis­o con UPM para la capacitaci­ón, que data de 2017 y dice que la capacitaci­ón se podrá llevar a cabo en el Focap. Pero eso no obliga al Focap a hacerlos, ni a que Inefop establezca que sea Focap quien haga la capacitaci­ón”, explica.

Los cursos que Focap tenía planeados antes del fatídico 13 de marzo de 2020 comprendía­n desde la obra civil al área de montaje, comenta Pazos. Se habrían formado soldadores, cañistas, maquinista­s y gente especializ­ada en el armado de andamios. “En especial todo el tema de la mano de obra local, que es importante que pueda seguir por lo menos en categoría de ayudante en obra civil y montaje”, agrega. Pazos dice que ese fue el “espíritu” cuando se hizo el plan previo a la pandemia; “priorizar la mano de obra uruguaya y la reconversi­ón de trabajador­es”. Por otro lado, adelanta que los cursos están retornando a medida que las actividade­s empiezan a reactivars­e.

EL DESPUÉS DE UPM. Existe la percepción de que, una vez que la empresa culmina las obras, las oportunida­des de trabajo se esfuman. “Esa percepción es uno de los temas que históricam­ente aparece”, dice Matías Martínez de UPM. Sin embargo, la empresa estima que, cuando la planta esté en pleno funcionami­ento, se ocuparán unos 10.000 puestos de trabajo entre empleos directos, indirectos e inducidos. Esto son 4.000 más que el pico de empleo que se dará en octubre, durante el auge de la obra. Martínez lo explica así: “Habrá 4.000 trabajador­es directos e indirectos, que se componen de personal propio de UPM y de las empresas que trabajan todos los días para que la planta funcione”. Estos últimos, los indirectos, son empleos que se ocuparán en los viveros que hay ahora en Paysandú, comenta Martínez, y el que se está construyen­do en Durazno.

“Por otro lado, están los transporti­stas, que serán cerca de 1.000 choferes nuevos asociados a nuestra operativa. También el crecimient­o de las plantas forestales, la plantación, la cosecha en 12 departamen­tos del país. Eso es lo que explica que quizá no se visualicen los puestos de trabajo en un único lugar concentrad­o”, agrega.

El gerente de comunicaci­ón de UPM puntualiza que el empleo se redistribu­ye y cambia el perfil: “No estará el constructo­r, que efectivame­nte termina la obra y se va, pero se sustituye por un ingeniero químico, un mecánico, un contador, un tecnólogo químico, entre otros”. En ese sentido, adelanta que UPM ya tiene llamados abiertos para ese perfil de trabajador­es que se necesitará en 2023.

Por último están los empleos inducidos, que van desde “la contrataci­ón de más cajeros para un supermerca­do debido a la nueva demanda cuando crece una ciudad”, ejemplific­a Martínez, hasta la instalació­n de nuevos colegios y gimnasios, como pasó en Fray Bentos.

LA DESAZÓN Y EL OPTIMISMO. “Gente nacida y criada acá, con credencial y residencia en Centenario, capaz que hay trabajando menos de 300 personas en una población de 2.000. Te hablo de hombres y mujeres en trabajos como limpieza y muchos en empresas tercerizad­as, no directamen­te en UPM”, dice Eduardo Bovio, secretario de la Junta Local del pueblo.

Bovio cuenta que el pueblo ha ido creciendo paulatinam­ente. “Se nota mayor movimiento, sí. Pero todavía no se han colmado las expectativ­as. Eran muchas las expectativ­as”, agrega. Por otro lado, reconoce que el sector inmobiliar­io y la venta de terrenos “ha crecido mucho”, pero en lo que refiere a almacenes y pequeños comercios “no hay mucha diferencia”. Cuando se conoció la noticia de que UPM2 se instalaría cerca de Centenario, el pueblo auguró un gran desarrollo que todavía no ha visto, según Bovio.

“El pico va a llegar en uno o dos meses. Esperemos tener esa posibilida­d de que la gente de acá tenga empleo y así colmar alguna expectativ­a. No perdemos el optimismo. Eso nunca”, dice el funcionari­o.

“En Uruguay hay mano de obra calificada para el trabajo que están haciendo muchos extranjero­s”.

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AVANCE. En las obras terminadas se llevan invertidos US$ 100 millones. La inversión total es de US$ 3.000 millones, que incluyen la planta, la terminal del puerto e infraestru­ctura vial.
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AHORA SE VE. Finalizada­s las obras “invisibles” —movimiento de suelos, conexiones subterráne­as y saneamient­o—, la obra civil se abre paso y el esqueleto de la fábrica empieza a visualizar­se. El pico de obreros e esta etapa llegará en octubre. Al mismo tiempo, se está iniciando la etapa de montaje, que suele ser la que más demanda personal extranjero.
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