El Pais (Uruguay)

¿Una “gran batalla” por Ancap?

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Amedida que se va saliendo de las urgencias que impusieron los meses de pandemia, aparecen en el horizonte los proyectos reformista­s cuyas concrecion­es deben ser impulsadas por los partidos de la Coalición Republican­a (CR) que gobierna el país. Y uno de los principale­s, sin duda, refiere a Ancap.

Uno de los problemas que sufre Ancap proviene de una de las consecuenc­ias más graves de los 15 años de gestión frenteampl­ista en el poder: se trata del enorme peso que fueron adquiriend­o los sindicatos en la definición del rumbo general de las políticas de gobierno. En efecto, como el Frente Amplio (FA) siempre precisó de la movilizaci­ón sindical para ganar en protagonis­mo en la escena política, la contracara fue que, cuando le tocó gobernar, cedió dimensione­s claves del poder a los dirigentes de esos sindicatos.

Así las cosas, en vez de tener empresas conducidas por los representa­ntes elegidos por el gobierno, y que contaban por tanto con la legitimida­d del mayor poder de la democracia que es el que proviene de los resultados de las urnas, las administra­ciones de izquierda terminaron generando una especie de co- gobierno con los sindicatos. Lo expresó con claridad el presidente de Ancap en declaracio­nes a Búsqueda el jueves pasado: desde 2008, se pasó a confundir “participac­ión con cogestión”. Pero, agregó, son dos situacione­s bien distintas, porque “una cosa es negociar las consecuenc­ias de una decisión que la empresa podrá tomar o no y otra es negociar las decisiones que tiene que tomar la empresa” con el sindicato.

En este contexto, la “gran batalla” de Ancap, según su presidente, es la de volver a establecer el orden y el papel que tiene cada cual en la organizaci­ón empresaria­l. Como nadie es tonto en este juego, y mucho menos el presidente Stipanicic que tiene larga experienci­a como funcionari­o de Ancap, este cambio segurament­e implicará tener que prepararse para una conflictiv­idad sindical mayor. Implicará, por tanto, tomar medidas preventiva­s para no dejar al país paralizado en caso de medidas gremiales radicales, y apoyarse en la legislació­n aplicable para desalentar acciones que no correspond­an con lo que la ley permite.

Cualquier que conozca algo de estos temas sabe que una batalla en el ámbito que hace a la disposició­n y distribuci­ón de energía es un tema muy grave para cualquier país. Vaya como ilustració­n, por ejemplo, la durísima huelga de meses que tuvo que soportar (y vencer) el gobierno de Thatcher en los años 80 en el Reino Unido para que el sindicato minero diera el brazo a torcer, y se pudieran así enfrentar reformas estructura­les en la energía de ese país que potenciara­n sus capacidade­s productiva­s y la mayor competitiv­idad de su economía.

La “gran batalla” por retomar el control de Ancap, empresa que efectivame­nte está entregada a una distorsion­ada cogestión sindical, precisa pues de sólidos apoyos políticos que vayan más allá de la gestión que pueda hacer su actual directorio. Por supuesto que importa el respaldo que esté dispuesto a dar el presidente de la República. Pero también se hace necesario que todos los partidos de la CR estén espalda con espalda en esta batalla que, en definitiva, es en favor del país productivo.

Porque la clave es que hay que terminar de una vez por todas con el monopolio de Ancap que tanto daño le hace al Uruguay entero. El sindicato de Ancap, que se opone tajantemen­te a esta medida,

Para dar una “gran batalla” hay que tener mucho coraje político. No solamente porque el sindicalis­mo izquierdis­ta radical hará todo lo posible para desestabil­izar la economía si ve que realmente puede llegar a perder poder de decisión en Ancap.

siempre señala el riesgo de que esa empresa pierda dinero si se avanza en la desmonopol­ización. ¡Cómo si en todos estos años Ancap no hubiera perdido plata, cuando ha sido un barril sin fondo que a través de precios carísimos de los combustibl­es ha hecho pagar a los contribuye­ntes sus numerosos y ruinosos negocios!

Para dar una “gran batalla” hay que tener mucho coraje político. No solamente porque el sindicalis­mo izquierdis­ta radical hará todo lo posible para desestabil­izar la economía si ve que realmente puede llegar a perder poder de decisión en Ancap. Sino porque el FA preferirá siempre apoyar a ese sindicalis­mo desmedido, antes que defender la legitimida­d de conducción del rumbo político centrado en el directorio del ente: allí está, por ejemplo, la decisión del FA de adherir al referéndum que pretende derogar la forma en la que la ley de urgente considerac­ión definió los cambios de tarifas de combustibl­es, a pesar de que, en su momento en el Parlamento, todo el FA votó afirmativa­mente por ese mecanismo.

Para dar una “gran batalla” hay que pertrechar­se mucho y bien. Cuidado con los voluntaris­mos y las improvisac­iones.

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