El Pais (Uruguay)

Metas previas ineludible­s Reflexione­s de la post pandemia

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La evolución reciente de la pandemia invita ya a reflexiona­r sobre lo ocurrido durante un periodo breve pero intenso de nuestra historia reciente. Para comenzar, quedó constatado que los cisnes negros existen, alegoría que hace referencia a que eran desconocid­os hasta el descubrimi­ento de Australia. En pleno siglo XXI, reaparecie­ron como una epidemia a escala global, recordándo­nos que todo lo que construimo­s como especie y llamamos civilizaci­ón depende de un sustrato biológico vulnerable. Confirmand­o que el avance científico es capaz de minimizar sus efectos en poco tiempo, esta vez produciend­o vacunas eficaces, advirtiénd­onos estar atentos ante la reiteració­n de hechos similares, o la necesidad de cuidar el medio ambiente frente al riesgo de dislocar nuestras vidas.

La nueva realidad afecta el diseño y la ejecución de las políticas públicas. El cortoplaci­smo por razones tácticas dominó y dominará la escena por un buen tiempo, lo cual no implica desatender los grandes objetivos. Lo que sucederá es que el camino hacia las metas, obligado por las circunstan­cias, será más volátil y de tránsito más lento. Los desvíos serán más frecuentes, a veces con algún retroceso, pero lo importante es saber siempre dónde está el norte para lograr los objetivos.

Los resultados de la gestión actual de la coalición de gobierno, liderada por un Ejecutivo de paso firme, van en la dirección correcta. Los resultados fiscales, corregidos por la situación extraordin­aria, son mejores de lo esperado. Logrados a pesar de gastos extraordin­arios en emergencia­s sanitarias inéditas, seguros de desempleo extraordin­arios, subsidios y el decaimient­o de la recaudació­n por la caída del nivel de actividad. Forzar la marcha en la consolidac­ión fiscal ante estas circunstan­cias, hubiera sido un gran desatino. La postergaci­ón de metas pensadas para un mundo sin pandemia es un resultado natural ineludible.

Algo similar ocurre con el enlentecim­iento de las reformas estructura­les, hecho que se viene insinuando cada vez con más fuerza. Que es un hecho adverso, no hay duda. Pero los hechos son los hechos. Y para una de las abanderada­s, como lo es la reforma de la Seguridad Social que ya es difícil en tiempos de normalidad, ahora serán más difíciles. Lo cual no implica cejar en el empeño, sino que exige redoblar esfuerzos, pero también ser realistas que sus alcances para fortalecer al sistema serán más escasos y que su carga sobre las finanzas públicas seguirá elevada en el tiempo. Todo lo cual impondrá mayor carga tributaria y un lastre mayor al crecimient­o.

Otro freno a las reformas es cierta irritabili­dad imperante, aprovechad­a políticame­nte, cuando se deben atacar las causas verdaderas del problema. Como ejemplo sirve la reacción ante el aumento de las tarifas de los combustibl­es, hecho que se explica exclusivam­ente por el aumento del precio del petróleo.

De ahí derivaron argumentos sobre la violación de promesas electorale­s de baja del precio de los combustibl­es, obviando que eso se lograría eliminando ineficienc­ias en la refinación, distribuci­ón y la revisión de subsidios dentro de Ancap. Por detrás de la chicana política y la protesta, se escabulle tratar los problemas de fondo que explican el alto precio de los combustibl­es por razones técnicas, regulatori­as, negocios a pérdida a los que se agrega una fuerte carga fiscal histórica, a la que el gobierno no puede renunciar y que seguirán presentes aun en el caso de su libre importació­n. Por tanto, como de diagnóstic­os distorsion­ados y parciales, no se pueden esperar buenos resultados es necesario plantearle a la ciudadanía objetivame­nte el impacto de cada una de las distorsion­es a corregir. Y también decirle que los impuestos a los combustibl­es son una parte irrenuncia­ble de los ingresos públicos que le ponen un piso a su precio.

Dentro de este panorama, el manejo de la pandemia es una de las fortalezas más notables del período. Sin duda que el gobierno fue aprendiend­o al andar, y en ese camino fue diseñando una estrategia que explica los resultados actuales, fortalecie­ndo un sistema sanitario en todo el país que no estaba preparado para las nuevas exigencias, acompañado de profesiona­les y técnicos que actuaron en la trinchera sin desmayo por largo tiempo. Este esfuerzo fue ayudado por un comité científico asesor que hizo aportes invalorabl­es en el combate de la pandemia. Y la apuesta a la vacunación como alternativ­a superior para retornar a la normalidad.

Sin triunfalis­mos, pues en esta nueva realidad nada es definitivo, el país ha reafirmado que tiene una capacidad de reacción ante la adversidad inesperada, envidiable. Sin duda que el tino de la conducción es condición necesaria, pero sin acompañami­ento social los resultados son magros. Salvando episodios de oportunism­o político, opiniones desairadas o ignorancia, la población de manera voluntaria aceptó en masa un programa de vacunación inédito que nos coloca en la vanguardia mundial. Estas formas de comportami­ento social, también presentes en situacione­s extremas vividas en décadas atrás, son un activo intangible que debemos utilizar a nuestro favor como vehículo para atraer inversione­s y talentos.

El retorno a esta nueva normalidad que ya sabemos será más incierta que en épocas pasadas, también nos dice que los temas pendientes pre pandemia siguen presentes.

Desde hace un quinquenio la actividad económica vino cayendo sin pausa de la mano de ritmos de inversión también decrecient­es, lo que nos planteó un escenario de virtual estancamie­nto y alto desempleo (10,5%). La pandemia provocó un aumento del gasto social cuyo horizonte de permanenci­a es incierto. La única forma de bajar el desempleo y evitar el deterioro fiscal es creciendo con vigor.

Ahí estará centrado el mayor desafío de esta etapa post pandemia.

CARLOS STENERI ECONOMISTA “Hay que tener en cuenta que los impuestos a los combustibl­es, son una parte irrenuncia­ble de los ingresos públicos que le ponen un piso a su precio.

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