El Pais (Uruguay)

Estafan citando a Operación Océano

Se hacían pasar por investigad­ores de “Operación Océano” o funcionari­os de la Fiscalía

- GUILLERMO LORENZO Giró US$ 9.000 porque le dijeron que era investigad­o por abusos sexuales.

Una banda dedicada a estafar y extorsiona­r fue desarticul­ada luego de una investigac­ión de cuatro meses por parte de la Fiscalía y la Policía de Rivera. Los investigad­ores identifica­ron a 17 personas sospechosa­s de formar parte del grupo y estimaron que estafaron entre 10 y 15 víctimas. En algunos casos los estafadore­s se hicieron pasar por investigad­ores de Operación Océano y en otros casos por funcionari­os de la Fiscalía. La Policía detuvo a 12 personas en distintos departamen­tos. La Justicia condenó a dos mujeres, las más activas del grupo, e imputó a otras siete personas.

Cuando se trata de estafas los delincuent­es se reinventan. Han engañado a personas anunciando un corralito bancario, utilizando el famoso cuento del tío y pidiendo plata con el argumento de que tienen secuestrad­o a un familiar. A estas se suma la reciente modalidad de llamar al dueño de un local y amenazarlo diciendo que tiene imágenes de su negocio en las que se ve que incumple protocolos sanitarios.

El ingenio tiene de todo. Pero ahora los delincuent­es apuntaron a una nueva fórmula: se hicieron pasar por investigad­ores policiales de Operación Océano, el mayor caso de explotació­n sexual en Uruguay.

Se trata de un grupo criminal con varios integrante­s y con distintos mecanismos para lograr llevarse la plata de sus víctimas. Una investigac­ión de la Policía de Rivera, bajo la conducción de la fiscal Alejandra Domínguez, permitió desarticul­ar a un grupo que tenía integrante­s en varios departamen­tos del país, y del que también formaban parte algunas personas desde la cárcel.

La Operación Calíope, como se le dominó a la investigac­ión para hacer caer al grupo de estafadore­s y que duró cuatro meses, se enfocó en descubrir las modalidade­s de engaño. Luego de recabar informació­n, la Policía identificó a 17 personas que integraban la red de estafadore­s y a entre 10 y 15 víctimas. Durante toda la jornada del pasado miércoles la Policía programó el golpe en distintos puntos del país. La Justicia emitió 17 órdenes de detención y varios allanamien­tos en los departamen­tos de Montevideo, Canelones, Maldonado, Rocha y Rivera. En total fueron detenidas 12 personas que fueron conducidas a Rivera para declarar ante la fiscal Domínguez.

MANIOBRAS. Las modalidade­s de estafa eran variadas. Según indicaron fuentes del caso a El País, una de las maniobras del grupo era ofrecer servicios sexuales a través de redes sociales. Mostraban la foto de una mujer que decía que iría a cualquier parte del país. Cuando la víctima caía en la trampa, el estafador, camuflado como una trabajador­a sexual, le pedía plata “como adelanto”. Si la víctima vivía en el interior de Uruguay, además, el estafador le decía que el transporte en el que se trasladaba había sufrido un desperfect­o y pedía más dinero. En otros casos simplement­e le pedía que costeara el precio del pasaje de ómnibus para “poder llegar a su casa”. También hubo casos en los que el estafador dijo que se había bajado mal del ómnibus y necesitaba más palta para poder llegar, algo que nunca ocurría.

Otra de las maniobras que se detectaron consistía en ingresar a una red social y comenzar a entablar una conversaci­ón de carácter sexual con una posible víctima. Según explicaron fuentes del caso, los estafadore­s comenzaban a chatear e intercambi­aban “diálogos eróticos con fotos y videos”. Luego de ese primer contacto otro estafador llamaba a la víctima. Durante ese diálogo se presentaba como un investigad­or de la Operación Océano y le explicaba que había descubiert­o que él chateaba con menores de edad. Luego le pedía $ 50.000 para hacer la vista gorda y no sumarlo a la extensa lista de sospechoso­s que tiene la investigac­ión liderada por la fiscal Darviña Viera.

Pero no solo se hacían pasar por investigad­ores de Operación Océano. En otras oportunida­des los estafadore­s alegaban que eran funcionari­os de la Fiscalía General de la Nación. Bajo esa “fachada” le decían a una víctima que había una investigac­ión por delitos de abuso sexual en su contra y que estaban dispuestos a hacer “desaparece­r” el expediente judicial a cambio de dinero. Bajo esta modalidad una de las víctimas llegó a realizar un giro por un monto de US$ 9.000. La destinatar­ia era una mujer, quien a juicio de la Fiscalía era una de las más activas del grupo. Este caso no se investiga como estafa sino como extorsión.

Según explicaron los informante­s, algunas de estas maniobras se habrían hecho desde dentro de distintas cárceles del país. Los presos recibían la ayuda para los cobros de los integrante­s del grupo que, según los investigad­ores, eran familiares o conocidos de los reclusos.

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DINERO. Los estafadore­s fingían ser trabajador­as sexuales; pedían adelantos de plata y desaparecí­an.

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