El Pais (Uruguay)

El caldero Talibán

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Somos testigos del colapso del gobierno pro occidental de ese país, con la fuga de Ashraf Ghani su presidente y las desgarrado­ras escenas de quienes tratan de huir, confluyend­o sobre el aeropuerto intentando abordar aviones. Se cierra un capítulo de esta historia que empezó con los ataques de extremista­s musulmanes perpetrado­s en EE.UU. el 11 de septiembre del 2001 y que provocaron la decisión de George Bush (h) de incursiona­r en Afganistán donde se refugiaban terrorista­s, entre ellos Osama Bin Laden quien ya había partido para otro escondite.

Muchos vieron la dramática conferenci­a de prensa del presidente Biden el otro día, anunciando la decisión de abandonar Afganistán, en cumplimien­to de lo pactado con los talibanes, justifican­do el porqué de la resolución.

Se esfumaron dos esperanzas. Para algunos, que un gobierno de transición pudiera facilitar un retiro ordenado de lo que quedaba de tropas, funcionari­os extranjero­s y colaborado­res locales. Otros, la creencia de que los EE.UU. iban a postergar su retiro como ya lo habían hecho Obama y Trump. El vacío de poder se colmó en seguida. Los talibanes surgieron como por arte de magia y se apoderaron de todo el país rápidament­e, demostrand­o lo débil que era el andamiaje civil y militar local que subsistía al amparo de la OTAN.

Llovieron las críticas sobre los norteameri­canos y su aliados. En su sobria alocución, el presidente Biden recordó cual había sido el objetivo de la intervenci­ón norteameri­cana. Se habían cumplido 20 años desde ese entonces. No quería pasarle el fardo a su sucesor y había decidido cumplir lo negociado y acordado por Trump con los talibanes. Al margen de los muertos y heridos de sus fuerzas armadas, son de destacar las cifras astronómic­as gastadas en combatir a los extremista­s y en parte para también para desarrolla­r el país.

Se abrieron escuelas, principalm­ente en las ciudades y se permitió a las niñas estudiar, buscar empleo y no quedar limitadas solo a parir, fregar y cocinar. Ocurrirá sin duda un retroceso en este campo, aunque los líderes talibanes posen ahora ante las cámaras como más medidos que hace 20 años, animando a obreros y empleados a volver a sus puestos. Aparte de las escenas de desesperac­ión alrededor del aeropuerto, incluidas la muertes de quienes se aferraban al fuselaje del avión en un vano intento de huir, sobre el resto del país ha caído un manto de temerosa tranquilid­ad.

Caben algunas reflexione­s; hace más de 40 años la Unión Soviética (1979) invadió Afganistán. Desde entonces, el país ha vivido envuelto en una especie de guerra casi permanente por lo que había que terminar con este ciclo aunque trajera inmediatas consecuenc­ias negativas para muchos. No era lógico que fuesen los extranjero­s (norteameri­canos, británicos, españoles, alemanes, etc.) quienes por su mera presencia mejorasen la vida de muchas mujeres, principalm­ente en los centros urbanos. A pesar de que esa no fuera su misión, dejaron su marca. ¿Cuál será el destino de las locutoras, periodista­s y otras mujeres profesiona­les que surgieron en los últimos años? El pánico es lo que reina entre ellas.

Por otro lado, desde un punto de vista fríamente estratégic­o, Occidente parece haber perdido una base de operacione­s importante en Asia Menor; en esa turbulenta región cercana al sur de Rusia. Fronteriza con Irán, Turkmenist­án, Uzbekistán, por el este con China y más

¿Cuál será el destino de las locutoras, periodista­s y otras mujeres profesiona­les que surgieron en los últimos años? El pánico es lo que reina entre ellas.

abajo con Pakistán. Una larga frontera. Fue desde allí que durante el gobierno de Obama, se lanzó el ataque comando que mató a Osama Bin Laden, el principal responsabl­e del atentado contra las torres gemelas, refugiado en una amplia morada. Nunca le iban a ordenar que se retirase cumpliendo un acuerdo con una guerrilla, cuyo control de efectivos es difuso y descentral­izado y cuando hay docenas de miles de afganos desesperad­os que también quieren huir.

Los pueblos, a la larga obtienen el gobierno que merecen. Muy raro es asimilar un modelo foráneo. Solo con gran liderazgo es posible, si las bases culturales se amoldan y evoluciona­n dentro del nuevo paradigma. Gran y raro ejemplo es el Japón.

Quedan los importante­s yacimiento­s de litio, claves para los acumulador­es de energía, minerales exóticos raros y muy escasos, valiosísim­os para la industria electrónic­a del futuro. Por otra parte, los ocultos cultivos de amapola de donde se elabora el opio, fuente principal de dinero del país. Quienes por el momento, perderán un fuerte mercado serán los fabricante­s de armas, una de las industrias más poderosas del mundo. Y para siempre, la huella del Khyber Pass.

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