Incorporaciones para los grandes
Uruguay participa de investigación que evalúa incidencia del estilo de vida
Nacional va por Polenta y Peñarol por Laquintana y Santiago Mederos.
En 2015 se difundieron en Finlandia los resultados de un estudio que demostró que cambiando el estilo de vida de una persona se podía prevenir el deterioro cognitivo y hasta mejorar significativamente el rendimiento. La iniciativa recibió el nombre de FINGER (The Finnish Geriatric Intervention Study to Prevent Cognitive Impairment and Disability) y se extendió a otros países del Primer Mundo con similares resultados.
Ahora 14 países de América Latina buscan comprobar si ocurre lo mismo en esta parte del globo terráqueo, incluyendo en sus filas a Uruguay a través del Departamento de Neuropsicología del Hospital de Clínicas, con el apoyo del Hospital Británico. En esta región del mundo el estudio recibe el nombre de Latamfinger y está financiado por la Alzheimer’s Association.
“No es un estudio del deterioro cognitivo, sino de gente que no lo tiene, como una forma de ver cómo prevenirlo. Entonces tomamos a una población que está en riesgo de evolucionar al deterioro por su edad y a veces por otros factores, como hipertensión o diabetes”, explicó el doctor Sergio Dansilio, jefe del Departamento de Neuropsicología del Clínicas.
El objetivo es ver si modificando los hábitos de vida de esas personas se logra reducir significativamente el deterioro cognitivo –la demencia– o al menos correrlo en años hacia adelante. Es decir que en lugar de que aparezca a los 72 años se presente a los 78 y así ganar años de calidad de vida.
En el Primer Mundo, FINGER fue coordinado por Miia Kivipelto, neurocientífica y profesora de la Universidad de Finlandia Oriental y del Instituto Karolinska de Estocolmo, cuyo trabajo se centra en la demencia y el
Alzheimer. En Uruguay la fiscalización está en manos de Dansilio.
PROCEDIMIENTO. El estudio consiste en tomar una población de personas de entre 60 y 77 años sin deterioro cognitivo, someterla a una serie de cambios en sus rutinas de vida y ver lo que ocurre con ellos en comparación con otra población de iguales características que no modificó sus hábitos.
Son individuos sin demencia, pero con factores de riesgo para el deterioro cognitivo, como sedentarismo, mala dieta y familiar de primer grado (padre, madre o hermanos) que haya tenido demencia, entre otros factores.
Los cambios consisten en: un plan de alimentación especial basado en la dieta mediterránea, pero adaptada a cada país; una rutina de ejercicios físicos; una rutina de ejercicios de memoria, y el control de factores de riesgo cardiovasculares.
Para el caso de la actividad física, el Hospital de Clínicas realizó un acuerdo con la Asociación Cristiana de Jóvenes (ACJ), mientras que en la parte de la estimulación psico-cognitiva (ejercicios de memoria) están trabajando psicólogas del equipo del hospital universitario especialmente formadas para este tipo de estudios.
“Todo esto se hace durante un año, en forma estricta. Se realiza una evaluación pre y post de lo neurocognitivo y después más alejada en el tiempo para compararse con una población similar que no haya hecho este tipo de tratamiento”, detalló Dansilio.
El especialista destacó que las metodologías están todas regladas y homegeneizadas. “Todo los países hacemos lo mismo porque la idea es sumar los datos de lo que se hizo en Uruguay, en Argentina, en Chile, en México… Entonces las pautas y los criterios son los mismos”, apuntó.
ETAPA. En Uruguay el estudio aún no se comenzó a implementar porque, dado que se trata de un trabajo fundamentalmente presencial, debió ser postergado por la llegada de la pandemia de la COVID-19.
“El ejercicio físico era imposible de realizar porque, por ejemplo, parte de las pruebas implican trotar cien metros y controlar la presión. Estaba todo pensado para hacerlo presencial”, explicó Dansilio.
Cuando la pandemia empezó a extenderse más de lo imaginado se llegó a evaluar qué posibilidades había de hacer algún tipo de trabajo online. Finalmente se esperó y hoy, con una situación que va camino a mayores aperturas, se piensa poder hacerlo como estaba pensado en un principio.
De todas formas recién se está en la etapa de entrevistas para seleccionar a la gente que se va a someter al estudio. “Si bien el pool esencial de las personas con las que necesitamos trabajar ya lo tenemos, seguimos invitando a la gente que quiera ser parte a que se sume; la lista no está cerrada aún”, informó el especialista.
Los interesados pueden dirigirse al Departamento de Neuropsicología del Hospital de Clínicas teniendo en cuenta que deben estar en condiciones de hacer la dieta y los ejercicios. Se aclara que es sin ningún compromiso económico, todos los gastos corren por cuenta de los responsables del trabajo.
“Estimo que para Uruguay un número mínimo de 40 personas sería excelente. No tiene por qué haber la misma cantidad en el grupo con el que se coteja. Sí se busca que el cálculo de la media sea compatible en cuanto a la edad, el sexo, la escolaridad, que es un dato muy importante porque la baja escolaridad ya de por sí es un factor de riesgo. Después los metodólogos determinarán cuántos necesitamos de control”, señaló Dansilio.
El especialista indicó que en los países del Primer Mundo en donde se realizó el FINGER la investigación sigue. Además, ahora se le sumó el factor COVID-19. “Se estudia de qué manera impactó el COVID en el tipo de variables que se están estudiando”, acotó.
Lo que tiene que quedar bien claro es que este estudio no tiene por objetivo curar las demencias, sino tratar de evitar que aparezcan. “El emprendimiento FINGER continúa, siempre con ese sentido de buscar factores de prevención primaria o secundaria”, subrayó Dansilio.