El Pais (Uruguay)

Decálogo del Programa para el Colegio Médico del Uruguay

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Dr. Oscar Cluzet, Candidato Lista 3

Desde su primitivo origen histórico hace más de 500 años (Protomedic­ato en las primeras Colonias Hispánicas), los Colegios Médicos (CM), se legitiman y nacen para defender la profesión, mediante la regulación propia —autorregul­ación— del ejercicio profesiona­l en sus dos vertientes fundamenta­les: la ética y la educación médica.

Nuestro Colegio Médico del Uruguay (CMU) surge tardíament­e en el panorama latinoamer­icano, después de un trabajoso proceso de gestación de más de 60 años. Mientras tanto, en ese tiempo, las funciones básicas eran desempeñad­as, en forma legítima, por los dos gremios médicos del país, en respuesta a su prolongada ausencia del escenario.

Como la necesidad de regular la profesión médica es, para todo Estado de Derecho, parte integral de sus obligacion­es, si no existiera Colegio Médico, otros sectores del Estado o de la actividad privada asumirían esas funciones.

La regulación ética supone dos aspectos: la vigilancia de la conducta profesiona­l en el cumplimien­to de sus deberes, —la denominada Deontologí­a Médica— y los Derechos Profesiona­les, expresados en la Diciología Médica, ambos articulado­s en una normativa específica: el Código de Ética.

En el caso de Uruguay, el Código de Ética Médica surgió de la Ley 19.286, después de una doble instancia aprobatori­a: plebiscita­ria en la profesión médica y legislativ­a, por ambas Cámaras. De manera que derogar esta Ley, como algunos están proponiend­o, resulta equivalent­e a derogar el propio Código de Ética.

A su vez, la autorregul­ación es una potestad propia que el Estado de Derecho le extiende a la profesión médica, a condición de que ésta última le demuestre el fiel cumplimien­to de su parte a la ciudadanía a la cual se debe.

Como un corolario de esta situación, cuidar al que cuida se ha constituid­o en un precepto fundamenta­l, expresado en nuestro Colegio Médico a través del programa de Bienestar Profesiona­l (Bien Pro), el cual deberá profundiza­rse, incluyendo progresiva­mente las diversas situacione­s que hayan sido identifica­das como de alta vulnerabil­idad del cuidador. La formación en mediación de las sucesivas generacion­es de Consejeros le ha permitido al conjunto del Colegio Médico prevenir posibles situacione­s de enfrentami­ento entre las partes integrante­s de la relación clínica, procurando alcanzar acuerdos de consenso, evitando así judicializ­aciones innecesari­as y disminuyen­do a niveles razonables la conflictiv­idad entre este imprescind­ible vínculo relacional.

En cuanto a la formación, consecuenc­ia directa del incremento exponencia­l de los conocimien­tos médicos, es la absoluta necesidad del mantenimie­nto de los más altos niveles de educación médica permanente de cada Colegiado, siendo la propia instancia de Recertific­ación Médica Voluntaria (RMV) una forma sencilla de actualizar los conocimien­tos.

En ese sentido, la efectiva descentral­ización operativa permitirá asegurar a los médicos, la posibilida­d de acceder en igualdad de condicione­s a los recursos formativos. Tal descentral­ización se encuentra ya en marcha —facilitada por los recursos informátic­os de accesibili­dad universal—, a través de las Universida­des Públicas y Privadas y las sociedades científico gremiales. Esta actualizac­ión educativa deberá contemplar además la debida formación en Ética Médica.

Por último, la producción de conocimien­to, como parte sustancial de la actividad médica, deberá merecer creciente atención, en calidad de estímulo a la investigac­ión, por lo menos en el nivel clínico, por parte del Colegio Médico del Uruguay.

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