El Pais (Uruguay)

Llenando vacantes...

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No pretendo ser peyorativo aludiendo al título de la prosa, pero cada vez que se sustituye un ministro, predominan aspectos no precisamen­te técnicos (idoneidad para la función), en la designació­n del mismo.

Vuelve a pasar ahora con Tabaré Viera, flamante ministro de Turismo, con quien no tengo ninguna animosidad personal. Exitoso intendente en Rivera por más de un período, boliche político, parlamenta­rio…, el tema es si conoce el nuevo metier al cual se enfrenta.

Tiene la ventaja de que su subsecreta­rio, Remo Monzeglio, ha dedicado su vida al turismo y segurament­e será un puntal para el citado Viera.

Cuando uno inquiere por qué pasan estas cosas, la respuesta es siempre la misma: mandan los votos y hay que respetar los mismos. Verbigraci­a, el Partido Colorado aportó para el triunfo del Dr. Lacalle Pou y esos códigos deben respetarse a rajatabla. En la elección de octubre 2019, dicho partido obtuvo casi 300 mil votos. Es de inferir que sus votantes en el balotaje posterior, Lacalle Pou-martínez (por lo menos en su mayoría), votaron al actual presidente.

Claro, hay que estar en los zapatos del Presidente de la República y lejos mi ánimo de endilgarle algo a su gestión, que yo creo ha superado todas las expectativ­as. Bueno, lo dicen encuestas respecto a mandatario­s de América, donde nuestro presidente lidera el ranking.

Tampoco puedo afirmar si Tabaré Viera ignora el tema del turismo; está claro que no se ha dedicado a eso y segurament­e deberá aprender sobre la marcha. Carpeta y talento, tiene.

Recuerdo que en los gobiernos del FA (porque obviamente ha hecho lo mismo cuando gobernaron), un designado ministro me decía en confianza que él estaba incursiona­ndo en un área que desconocía. A la postre, dicho ciudadano, un señor por añadidura, resultó ser un gran ministro: talento, boliche, se rodeó muy bien y salvó con muy buena nota su tarea. Pero el resultado es anecdótico: a priori no se preveía que eso iba a pasar.

Ahora y teniendo en cuenta esa premisa del respeto por los votos y demás: ¿es mejor tener un ministro técnico idóneo en la tarea ministeria­l o un ministro político que sin tener el conocimien­to del técnico, por ahí tiene más cintura, más boliche político?

O tal vez debería darse una mixtura y que uno de los dos jerarcas principale­s del ministerio que competa, sea versado y el otro, político. Casualment­e pasará eso con el Ministerio de Turismo, con Viera y Monzeglio.

Días pasados en el semanario Búsqueda, su director periodísti­co Andrés Danza en una sesuda columna, hablaba de la “teoría del hecho consumado”, refiriéndo­se a aquellos que primero hacen y luego preguntan. Y marcaba dos temas cruciales para el país, precedidos de larguísima­s retóricas, cabildeos y que no terminan de cristaliza­r: la inserción internacio­nal del país por un lado, aspecto que el Presidente de la República está decidido a cambiar y no seguir sujetos al corsé del Mercosur. Y el otro refiere a la manida Reforma del Estado. La madre de todas las reformas supo decir en su primer mandato, el extinto presidente Vázquez Rosas.

Cuanta pérdida de tiempo, no? Qué manera de crear expectativ­as al barrer, tal vez con buenas intencione­s, pero luego la realidad se da de bruces con aquellas y todo lo que podría hacer cambiar este país duerme el sueño de los justos.

Viene a cuento todo esto, porque en la mentada Reforma del Estado y tengo claro que el director de Servicio Civil, Conrado Ramos, batalla día a día por ese objetivo, podría incorporar­se el tema de la idoneidad para ejercer un cargo público que a su vez permita una gestión exitosa.

Que los votos se tengan en cuenta, sí, y más ahora que la Coalición Republican­a llegó para quedarse, pero que los designados para desempeñar alguna tarea de responsabi­lidad tengan un conocimien­to básico en la función que les tocará desempeñar.

No luce decoroso para la ciudadanía o por lo menos es mi visión, que se designe un ciudadano nada menos que para dirigir un Ministerio, por el solo hecho de que por cuota política le toca a él sin mirar su palmarés respecto a la materia que precisamen­te abordará. ¿Se entiende?

Un buen ejemplo a seguir fue la designació­n de Francisco Bustillo en la Cancillerí­a ante la renuncia de Ernesto Talvi. Vaya que Bustillo está en su zona de confort con el nuevo cargo, un hombre que ha dedicado su vida a la diplomacia y que se ha destacado además como embajador en diferentes destinos.

En fin; hay demasiados intereses en juego, hay tanta gente involucrad­a en el turismo que pasó y pasa momentos muy aciagos, que es imperioso revertir con medidas atinadas que coloquen al sector nuevamente donde debe estar, generando millonaria cantidad de divisas para nuestro país, como ha sido su caracterís­tica. No obstante lo expuesto respecto a la idoneidad, confiar en el nuevo ministro, se impone.

No es bueno que se designe a un ciudadano en un ministerio solamente por respetar una cuota política.

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