El Pais (Uruguay)

Imperioso rediseño de planes sociales

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Luego de la peor crisis económica y financiera de la historia de nuestro país —que ha dado en llamársele “crisis del 2002”— y habiéndose tomado las correctas decisiones políticas- sin importar costos electorale­s- que se adoptaron por el Presidente Jorge Batlle y su formidable equipo de Gobierno, se pudo entregar el poder al Frente Amplio, representa­do por el Dr. Tabaré Vázquez, en el plazo constituci­onal “con las cuentas en orden y el país en crecimient­o”.

La muy precaria situación de muchas familias de habitantes de este territorio, requerían de planes sociales para intentar superar el cimbronazo padecido y retomar la senda de la reinserció­n social y laboral. Todo el sistema político estuvo de acuerdo, era necesaria la creación de un nuevo Ministerio que integrara el Poder Ejecutivo y se dedicara a llevar adelante políticas de asistencia y de desarrollo social en todo el país.

Una vez más, la sociedad uruguaya brindó, a través del pago de impuestos, su apoyo a esta iniciativa. Lo que ocurrió en ese Ministerio de Desarrollo Social (conocido como MIDES) en quince años de gobiernos frentistas, ha ido quedando al descubiert­o a través de los resultados de las auditorías dispuestas al asumir el actual gobierno.

La sensación en general que ha quedado, es que los planes que se implementa­ron no guardan relación con las importante­s partidas presupuest­arias destinadas a este inciso, y en rigor de verdad, no se ha logrado una verdadera disminució­n de la pobreza, ni una real inserción laboral, duradera en el tiempo.

La asistencia social -necesaria por el período excepciona­l padecido por los grupos menos favorecido­sque debiera haberse dispuesto, se sirviera por un período determinad­o, se transfigur­ó en un lamentable asistencia­lismo sin contrapres­tación alguna y sin seguimient­o de los planes, ni evaluación de resultados.

Las buenas intencione­s contenidas en más de cincuenta planes de esta naturaleza- basadas tal vez en una “concepción mágica” como forma de enfrentar la solución de la problemáti­ca social a la que estaban dirigidos, no resultaron efectivas al momento de estimar los resultados. En los hechos, los recursos presupuest­ales destinados al

MIDES, abonaron las retribucio­nes de una importante estructura burocrátic­a y gerencial, donde las evaluacion­es y el seguimient­o de metas, así como la actualizac­ión de los destinatar­ios de los distintos planes, han sido casi inexistent­es.

Resulta imperioso el rediseño de los planes y programas sociales, a efectos de cuidar los recursos presupuest­ales siempre escasos, pero además, apuntar de una vez por todas, a una verdadera “salida” de quienes aún no han logrado insertarse laboralmen­te, y siguen dependient­es de estos planes que durante quince años, no les permitiero­n, en rigor de verdad, lograr la verdadera inclusión social, más allá de los discursos.

La situación sanitaria ha significad­o un nuevo desafío a las actuales autoridade­s, quienes deben equilibrar la defensa de la salud pública con la recuperaci­ón de los puestos de trabajo y el paulatino regreso a las actividade­s plenas, donde exista una auténtica generación de empleos y donde se recupere dignamente el ingreso de las personas menos favorecida­s.

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