El Pais (Uruguay)

Crilu: el proyecto que se adelantó 20 años en premiar a las lanas finas

Se celebraron los 10 años del consorcio y se redobla la apuesta

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■■ En Uruguay es posible generar una oveja de más de 50 kilos, con casi 5 kilos de vellón (4,600 kg), 15,5 micras y más de 90% de destete, cumpliendo con los requisitos de calidad de lana sin envidiar lo producido en Australia y Nueva Zelanda.

Eso quedó demostrado en las dos jornadas de celebració­n de los 10 años del proyecto Consorcio Regional de Innovación en Lanas Ultrafinas del Uruguay (CRILU). Bajo la consigna “Entretejie­ndo historias: 10 años de CRILU” se concretó una actividad de divulgació­n el 31 y 1° de septiembre.

El Ing. Agr. Fabio Montossi, director del Programa Nacional de INIA e integrante de la Comisión Directiva de CRILU, dijo que técnicamen­te llevan 20 años estudiando, dado que se suman también los 10 años del proyecto Merino Fino.

Este proyecto -que funciona bajo la órbita de la Sociedad de Criadores de Merino Australian­o, los consorciad­os y el INIAFUE desde sus inicios, desarrolla­do por y para los productore­s y se adelantó 20 años prácticame­nte a lo que iba a correr en el mercado internacio­nal de la lanas de hoy en términos de premiar a lanas de mayor finura.

Hizo referencia a los impactos directos e indirectos en el perfil de la lana uruguaya. En 1997 Uruguay producía 80 millones de kilos de lana; en 2019 producía 23,5 millones de kilos de lana. En esa reducción, de 71%, la lana de menos de 22,5 micras no solo aumentó en porcentaje, sino que también en cantidad. “Pasamos de 3.200 millones de kilos a 7.500 millones de kilos, un 234% de aumento”, resaltó.

Pero además, cuando en 1997 no había ninguna lana por debajo de las 20 micras, Montossi señaló que hoy hay 3.500 toneladas de lanas por debajo de las 20 micras, y aparecen lanas que en Uruguay antes no existían, por debajo de 16,5.

“Hicimos una evaluación, con Equipos Consultore­s, de impacto y el valor mínimo de impacto en conjunto con el proyecto Merino Fino y de CRILU es de US$ 50 millones, sin contar efectos indirectos hacia toda la masa de productore­s de la cadena textil”

La segunda etapa se basa en que si bien la genética es un componente clave en todo esto, la innovación incluye todo el proceso en el cual se desarrolla el producto porque estamos orientados a mercados exigentes y sofisticad­os.

En ese sentido, se entiende que la biodiversi­dad, la huella de carbono, el bienestar animal, etc, van a formar parte de cómo producir la lana. “Ese va a ser nuestro segundo escalón”, concluyó.

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TRAYECTORI­A. Sumando los 10 años del proyecto Merino Fino son 20 los que se llevan investigan­do.

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