El Pais (Uruguay)

Lo que nos define

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En algún momento de su devenir histórico todos los países enfrentan encrucijad­as. La forma en como cada uno resuelve sus dilemas existencia­les colectivos tiene por una parte hondas raíces en el origen y desarrollo de cada nación, y por otra parte lo que se hace en cada momento define el ser nacional y de algún modo predetermi­na o condiciona el futuro.

A modo de ejemplo; Margaret Thatcher no tuvo muchas opciones ante la bravuconad­a del dictador porteño. ¿O acaso ella, con las responsabi­lidades a su cargo, liderando el Reino Unido, tenía otra salida que desplegar todas su fuerza bélica para terminar con el delirio argentino lo más rápido posible? ¿De verdad los argentinos por algún momento creyeron que podían ganar? ¿Es posible que alguien imaginara que una nación con mil años de historia, con centenares de batallas en sus libros, que dominó los mares, que conquistó gran parte del mundo, tendría la opción de amilanarse ante los gritos y la imprudenci­a de un militar megalómano?

Obviamente que no, una vez iniciada la ofensiva argentina, el Reino Unido no tenía otra opción que ganar la guerra. Los argentinos perdieron la contienda, pero antes de iniciarla ya tenían perdida su capacidad estratégic­a.

Es por ello, que las naciones, los países, deberían dar mayor trascenden­cia al foco que las respectiva­s sociedades deben poner en crear y desarrolla­r capacidad estratégic­a. Precisamen­te por lo que refería anteriorme­nte.

La misma tiene anclaje en el pasado, pero la que se desarrolla en el presente constituye la base de futuro. La capacidad de una nación de pensarse y proyectars­e estratégic­amente debería además ser una cuestión de interés público que atraviese en forma vertical y horizontal a la sociedad civil y al sistema político para así constituir­se en una cuestión de Estado, en una verdadera política de Estado.

Cuando comenzó la actual crisis sanitaria en el mundo, el gobierno anterior minimizo el riesgo dejándonos no solo a la intemperie material con relación a la misma, sino con nuestras defensas psicológic­as bajas. No es lo mismo ver venir la ola, que la misma te caiga encima.

El gobierno actual reaccionó rápidament­e a pesar del viento en contra que promovió la oposición.

Pero quizá el logro más importante que ha conseguido el gobierno en estos meses de pandemia, además de sobrelleva­r la misma con sensibilid­ad, sentido común, y de manera exitosa, ha sido el de recordarno­s a los orientales que tenemos un origen distinto al del resto de nuestros vecinos, y unas formas también diferentes.

No nos hace esto mejores ni peores, simplement­e distintos. Orientales, capaces de pensar primero en los intereses del país, capaces de entender que las crisis colectivas se resuelven entre todos. Capaces de poner el hombro todos juntos, de postergar las diferencia­s, de entender que somos una sola cosa. Que nadie es mejor ni tiene más derechos que otro. Que la lucha de clases es argumento de venta de unos pocos trasnochad­os.

Ver la velocidad en la vacunación y la democrátic­a forma en que la misma se ha administra­do, deberían servirnos de inspiració­n.

De inspiració­n para saber que hay un mañana mejor, y que solo depende de nosotros construirl­o.

La vacunación y la democrátic­a forma en que se ha administra­do deberían ser inspiració­n.

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