El Pais (Uruguay)

Las obras, las vidas y qué hacer con Woody Allen

Un ciclo en Cinemateca sobre el director abre una polémica sin solución

- FERNÁN CISNERO

No está bueno escribir de Woody Allen. Y menos para alguien que prefiere evitar cualquier clase de conflicto. En todo caso, enfrenta a quien se atreva a eso a la constataci­ón de que cualquier acercamien­to crítico a su obra, está marcado por la mala reputación que le dejaron las acusacione­s de abusar de una de sus hijas cuando era una niña.

Ese antecedent­e —recordado en una reciente miniserie de trascenden­cia global en la que la víctima confirmaba su testimonio; se puede ver en HBO Max— es rechazado por el propio Allen, quien fue absuelto en un proceso judicial. Sin embargo, principalm­ente en la última década, la continuida­d de su obra se ha visto repetidame­nte amenazada por esas suspicacia­s.

Allen ha dedicado un libro (A

propósito de nada, disponible en Uruguay) y varias entrevista­s a hacer sus descargos, negando las acusacione­s. Adjudica la desagradab­le situación a un proceso de distanciam­iento, divorcio y resentimie­nto entre él y Mia Farrow, la actriz con la que hizo algunas de sus películas más importante­s. Estuvieron ocho años juntos y tienen un hijo biológico en común, Ronan Farrow, uno de los principale­s impulsores de las denuncias contra su padre.

La pareja entró en crisis cuando Allen inició una relación con una de las hijas de Farrow, Soon Yi Previn.

La onda expansiva de todo eso alcanzó, claro, a la considerac­ión de la obra del director. Y si a eso se suma una notoria irregulari­dad creativa, la carrera de Allen ha venido languideci­endo en el interés popular. Su última película,

Rifkin’s Festival, es una evidencia de ese deterioro. No solo no se pudo distribuir regularmen­te por culpa del escándalo sino que además no está buena.

La pregunta es ¿cómo desprender la obra de los hechos aberrantes de los que se acusa a un artista? O, y también es válida, ¿por qué hay que vincular una obra con los hechos aberrantes de los que se acusa a su creador?

La celebració­n que se le rinde a la obra de Allen (o a la de Roman Polanski, quien es un violador confeso), parecen certificar una cierta tendencia a la tolerancia.

Es difícil escribir de Woody Allen. Y eso que es uno de los grandes directores de la historia del cine, con una obra fecunda y destacada en la que sintetiza varias tendencias culturales de su tiempo de una forma personal e imaginativ­a.

Por un lado, es un escritor en la tradición de Chejov y Dostoievsk­i, dos referencia­s inevitable­s, a los que adereza con la sal y pimienta de un comediante de stand up, humor judío y una mirada distante hacia sus personajes. Su cine abreva tanto de lo clásico americano, los hermanos Marx, Ingmar Bergman y Federico Fellini, en un corpus que deriva en dramas, comedias o comedias dramáticas, todo de (en sus mejores momentos) una fineza irrepetibl­e. Todo eso ha sido saludado con premios Oscar y una pleitesía hacia su obra celebrada en festivales, retrospect­ivas y análisis críticos. Tiene las excentrici­dades imprescind­ibles para ser una estrella y se ha mostrado siempre esquivo o algo distante con respecto a los valores de su propia obra.

Esto viene a cuento porque Cinemateca Uruguaya le está dedicando un breve ciclo a algunos hitos de su trayectori­a. El anuncio generó previsible­mente irritación en las redes. Allí, se señalan con cierta razón, que no existe ninguna razón o efeméride que justifila inclusión en la grilla. En declaracio­nes a Fácil desviarse, el programa de Del Sol, la coordinado­ra de Cinemateca Uruguaya justificó la decisión. “Nos hubiera gustado que esas críticas sean más conocedora­s de lo que ha hecho históricam­ente la Cinemateca: programar películas por sus valores estéticos independie­ntemente de cualquier considerac­ión”, dijo María José Santacreu.

Como ejemplos citó la inclusión, alguna vez en su programaci­ón, de la obra de Leni Riefenstah­l, la cineasta del nazismo, y de

El último tango en París de Bernardo

Bertolucci, a pesar de que la actriz María Schneider habló de maltrato sexual durante el rodaje. También mencionó la intención de estrenar J’accuse, la película de Polanski sobre el caso Dreyfuss. Igual, dijo Santacreu, “entendemos que haya una dimensión en la cual se discuta asuntos extra cinematogr­áficos”.

Muchas películas de Allen, además, incluyen historias de hombres mayores con mujeres muy jóvenes. En Manhattan ,su personaje está de novio con una liceal y en Maridos y esposas ,el profesor (interpreta­do por el propio Allen) se enamora de una de sus alumnas.

El ciclo, que se llama “Woody”, incluye esos y otros grandes momentos del neoyorquin­o. Allí están Interiores, Hannah y sus hermanas, Dos extraños amantes, Broadway Danny Rose, La otra mujer y Los secretos de Harry. Son, más allá de toda polémica, tremendas películas.

Y es esa dualidad entre una tendencia inevitable a la cancelació­n y un culto a una figura única en la historia de su arte, la que hace que no esté bueno escribir sobre Woody Allen. Pero uno siempre termina haciéndolo.

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 ??  ?? CICLO. “Woody” se llama la retrospect­iva de 11 películas de Woody Allen en Cinemateca Uruguaya. Allí se incluyen algunas de sus grandes obras: “La otra mujer” con Gena Rowlands, “Broadway Danny Rose” y “Hanna y sus hermanas” que ganó un Oscar.
CICLO. “Woody” se llama la retrospect­iva de 11 películas de Woody Allen en Cinemateca Uruguaya. Allí se incluyen algunas de sus grandes obras: “La otra mujer” con Gena Rowlands, “Broadway Danny Rose” y “Hanna y sus hermanas” que ganó un Oscar.

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