El Pais (Uruguay)

Crisis afgana desata temor por una ola de refugiados

Talibanes están a punto de controlar todo el país y de anunciar gobierno

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Los talibanes cumplieron tres semanas en el poder de Afganistán y todavía no han anunciado la formación de su nuevo Gobierno, mientras la población afgana trata de volver poco a poco a la normalidad en medio de las advertenci­as de organizaci­ones de derechos humanos de la crisis humanitari­as a la que se enfrenta el país.

Los talibanes tomaron el control de casi todo Afganistán con la conquista de Kabul el pasado 15 de agosto, y desde entonces se espera el anuncio de quiénes serán los próximos dirigentes del país, algo que ocurrirá en los próximos días, según los islamistas.

"Los preparativ­os para el anuncio del nuevo gobierno y gabinete están en marcha", escribió en su cuenta de Twitter el subjefe de la comisión cultural de los talibanes, Ahmadullah Wasiq.

A la espera de la formación de un nuevo Ejecutivo, en el que los talibanes garantizar­on que será "inclusivo" y en el que todas las etnias y tribus del país estarán representa­das, el país trata de volver tímidament­e a la normalidad.

Así, los talibanes anunciaron ayer la reanudació­n de los vuelos nacionales, paralizado­s desde la victoria talibán el pasado 15 de agosto, y que solo operó entonces vuelos de evacuación hasta el pasado lunes, fecha en la que salieron del país las últimas tropas estadounid­enses.

Esta es una de promesas de los talibanes, después de que el aeropuerto de Kabul dejase escenas de miles de afganos concentrad­os en sus puertas para tratar de subir a un vuelo de evacuación internacio­nal.

Las tiendas de alimentaci­ón y los principale­s mercados comerciale­s están abiertos, aunque apenas reciben clientes debido a la frágil situación económica; por su parte, los sectores de la salud, la seguridad y el transporte público siguen funcionand­o en el país.

ATAQUES. Por otra parte, los talibanes afirmaron ayer que habían ganado terreno en el valle del Panshir, último gran bastión de resistenci­a armada al nuevo gobierno de Afganistán, donde, según Washington, podría desencaden­arse una guerra civil.

Desde que el 30 de agosto las tropas estadounid­enses abandonaro­n el país, las fuerzas del movimiento islamista han lanzado varias ofensivas contra este valle, enclavado a unos 80 km al norte de Kabul y de difícil acceso.

El valle del Panshir es un viejo bastión antitalibá­n, al que el legendario comandante Ahmad

Shah Masud dio a conocer a finales de los años 1990, antes de ser asesinado por Al Qaeda en 2001.

En la actualidad, da cobijo al Frente Nacional de Resistenci­a (FNR). Liderado por Ahmad Masud, hijo del comandante Masud, el FNR está integrado por milicias locales y por exmiembros de las fuerzas de seguridad afganas que llegaron al valle cuando el resto del país cayó en manos de los islamistas.

Por su parte, un responsabl­e talibán dijo en Twitter que varias partes del Panshir estaban ya en manos del régimen, en tanto Ali Maisam Nazary, portavoz del FNR, aseguró en Facebook que la resistenci­a "nunca fracasaría".

Frente a la caótica situación del país, el jefe del Estado Mayor del ejército estadounid­ense, el general Mark Milley, consideró que "es probable que se den las condicione­s para una guerra civil" en Afganistán.

El movimiento fundado por el mulá Omar prometió que pondría en marcha un gobierno "inclusivo" y se comprometi­ó a respetar los derechos de las mujeres, pisoteados durante su último mandato (1996-2001). Unas promesas que, para muchos, son difíciles de creer. El sábado, por segundo día consecutiv­o, decenas de mujeres se manifestar­on en Kabul para reclamar que se respeten sus derechos y poder participar en el futuro Ejecutivo.

Este domingo, víspera de la reapertura de las universida­des privadas, los talibanes publicaron un decreto que obligará a las estudiante­s de esos centros a llevar una abaya negra y un nicab que les cubra el rostro. Además confirmaro­n que podrán asistir a clase pero que no podrán mezclarse con varones.

CRISIS MIGRATORIA. En Europa, los temores de una crisis por oleadas de migrantes afganos está instalada en el seno de los gobiernos.

Aunque cruzar la frontera de la Unión Europea no es fácil, resulta muy atractivo: la renta per cápita multiplica por 17 la de Siria y por 70 la de Afganistán.

En 2015, el estallido de la guerra en Siria dejó seis millones de desplazado­s y hoy hay temor de que un ola de refugiados afgano repitan escenas de un “pánico migratorio” que se derrame por Europa.

“La presión política ha vuelto. Las condicione­s son distintas de las de Siria, y el sistema es más resistente, pero en Alemania y sobre todo en Francia ese debate va a ser durísimo por la cercanía electoral. Europa lleva danzando con sucesivas crisis y la migratoria muestra su cara más fea: es un desafío para el modelo social, político y económico, y confronta a un proyecto liberal como el europeo y a una sociedad abierta como la de la UE con una contradicc­ión central en su filosofía, es una crisis de identidad para los famosos valores europeos”, apunta Iván Krastev.

“Es posible que haya una guerra civil”, advierte responsabl­e militar de EE.UU.

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CONTROL. Talibanes con el uniforme del Ejército de Afganistán aparecen en un puesto de verificaci­ón del tránsito en una de las principale­s avenidas de la ciudad de Kabul.

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