El Pais (Uruguay)

Milei, el cuco, y el doble discurso

-

En los últimos días, y a medida que se caldea el clima de cara a las elecciones del 14 de noviembre en Argentina, ha ganado titulares el candidato más inesperado. Hablamos de Javier Milei, un economista de raíz liberal, con un discurso agresivo, sin contemplac­iones por la corrección política, y con antecedent­es tan inusuales para un dirigente con esta identifica­ción ideológica como que fue arquero de fútbol, cantante de un grupo de rock, y panelista de programas de TV.

Con su voz cascada, su peinado exótico, y un repertorio de insultos y malas palabras solo aceptable en un “mercado” político como el argentino, Milei se ha convertido en un imán para los votantes más jóvenes, ha sacudido las encuestas, y ha desatado un torbellino de indignació­n en la progresía bienpensan­te regional. De hecho, el motivo de que se lo trate en este editorial no es porque queramos opinar sobre la política interna argentina, sino justamente por el impacto que esta figura está generando en los países del entorno. Y lo mucho que esto dice que nuestro debate público.

Por ejemplo, días atrás una nota en Folha de San Pablo, firmada por Sylvia Colombo, titulaba “Libertario­s de ultraderec­ha rompen la polarizaci­ón con discurso agresivo”. Lo primero que uno se pregunta al leer esto es cómo se puede identifica­r a un “libertario”, que ha dicho que su norte ideológico es el “respeto irrestrict­o al proyecto de vida ajeno”, con la “ultraderec­ha”, sin reescribir unos cuantos manuales de ciencia política.

Aclaremos que Colombo es una periodista de gran trayectori­a y respeto, que ha estado muchas veces en Uruguay. ¿Por qué hace esa asociación? Probableme­nte porque traduce un poco la postura de su medio de odio a Jair Bolsonaro, al que de alguna manera extraña asocian con esta mirada política. Pero, sobre todo, porque es el tono con el que están enfocando este fenómeno las elites intelectua­les de toda la región.

Basta ver las redes sociales estos días para percibir cómo comentaris­tas de Uruguay, Chile y Argentina han empezado a manifestar su pavor ante el alza en la popularida­d de alguien con el discurso de Milei, que clama por “reventar” al Banco Central, terminar con las políticas asistencia­listas eternas, con la redistribu­ción del ingreso por parte de burócratas clientelis­tas, o incluso es capaz de manifestar dudas respecto a cuestiones intocables para el bienpensan­tismo, como las discrimina­ciones positivas.

Un tema particular­mente interesant­e es la facilidad con que estos estamentos periodísti­cos e intelectua­les achacan el mote de “ultraderec­ha” lo mismo a Milei que, por ejemplo, a Cabildo Abierto, cuando su agenda política no podría ser más diferente. Pero, sobre todo, cuando jamás aplican ese calificati­vo al otro extremo del espectro ideológico. Tenemos el reciente caso del nuevo presidente peruano, Pedro Castillo, que reivindica de manera más o menos explícita a Sendero Luminoso, homófobo y xenófobo sin complejos, y que sugiere reformas económicas que darían pudor a Pol Pot. Y sin embargo, nunca jamás nadie en ningún medio lo ha calificado de “ultraizqui­erda”. Algo que tampoco nadie ha hecho nunca con Maduro, con Daniel Ortega, ni con el Partido Comunista uruguayo. ¿No le llama la atención?

A ver... si este personaje Milei tiene algo criticable, es su tono ordinario y prepotente, poco habitual en quienes defienden una ideología como la liberal, tan consciente de sus limitacion­es que suele hablar de una “mano invisible”.

La forma en que analistas y comunicado­res de países vecinos analizan el fenómeno de este exótico candidato liberal, dice mucho sobre lo flechada y tosca que está hoy cierta sensibilid­ad que campea en medios y redes.

Pero a quienes en muchos casos se espantan por eso, se les derretían las manos festejando guarangada­s similares de José Mujica, de Chávez, o de ahora esta candidata argentina que dice que con los peronistas hay más frenesí sexual en su país. Con otras palabras, claro.

Lo que revela esta indignació­n tan visceral de mucha gente mediática es el doble discurso que campea hoy, en el cual se usan argumentos al parecer de sentido común, para imponer una sensibilid­ad hemipléjic­a, en la que lo mismo que en unos es peligroso e inaceptabl­e, en otros es solo una muestra de exotismo cultural y reflejo del sentir popular con la que hay que ser comprensiv­os.

Milei es un personaje que divide mucho incluso al campo de las ideas liberales. Pero sus ideas resuenan en un país donde el clientelis­mo político, el estatismo, y el desprecio por la voluntad individual de la gente, han provocado daños sociales tremendos. El gran peligro es la banalizaci­ón de debates que son profundos y complejos. Pero si logra sembrar el germen de la duda, o al menos las ganas de replantear­se algunas falsas verdades que muchos de los que ahora lo condenan han ayudado a entronizar, habrá hecho un gran servicio a toda la región.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Uruguay