Palmerston y los intereses
La frase de Lord Palmerston, de que “las naciones no tienen amigos ni enemigos permanentes, solo intereses permanentes” (para mencionar solamente una de las diferentes versiones que circulan) ha sido recordada por periodistas y políticos de diferentes divisas, como un argumento a favor de una política exterior fundada exclusivamente en la defensa fría y calculada del interés nacional. Pero, antes de repetir un determinado pasaje de un documento o de un discurso suele ser aconsejable consultar el texto completo. Las citas breves pueden ser efectistas, pero no siempre reflejan fielmente el pensamiento de su autor, sus matices, su entorno intelectual, ni siquiera su época.
La frase se encuentra en un discurso mucho más extenso sobre la política internacional del Reino Unido que dio Palmerston —en esa época Secretario de Relaciones Exteriores— en la Cámara de los Comunes y que se encuentra en el Hansard correspondiente al 1º de marzo de 1847.
“Yo opino con referencia a las alianzas”—dijo— “que Inglaterra es una Potencia lo suficientemente poderosa como para elegir su propio derrotero, y no atarse como un agregado innecesario a la política de ningún otro gobierno. Considero que la verdadera política de Inglaterra —aparte de las cuestiones que involucran sus propios intereses particulares, políticos o comerciales— es ser el defensor de la justicia y el derecho”. Lo que correspondía, dijo Palmerston, era seguir “ese curso con moderación y prudencia, sin convertirse en el Don Quijote de este mundo, pero aportando el peso de su sanción moral y apoyo donde sea que ella considere que se encuentra esa justicia, y siempre que piense que se ha cometido una injusticia” Continuó: “al seguir ese curso, y al seguir la dirección más limitada de nuestros propios intereses particulares, considero que. mientras Inglaterra se mantenga en el camino de la justicia —entretanto no tenga la intención de permitir una injusticia— mientras no esté dispuesta a aceptar una injusticia —entretanto trabaje en sus propios intereses legislativos—y mientras simpatice con el derecho y la justicia, jamás se encontrará aislada".
Luego pronunció la frase tan citada: “Por lo tanto digo que es una política de escaso vuelo suponer que este país o aquel otro están destinados a ser el aliado eterno o el enemigo perpetuo de Inglaterra. No tenemos aliados eternos, y no tenemos enemigos perpetuos.
Antes de citar una frase, por más trillada que sea, es aconsejable leer el texto completo.
Nuestros intereses son eternos y perpetuos, y nuestro deber es seguir esos intereses”.
Ese pensamiento (los hechos son otra cosa) de Palmerston, entonces, no aboga por una situación donde cada país cultive solamente su egoísmo nacional. Al revés.
En la opinión de Palmerston, primero, la principal defensa de los eternos intereses de Inglaterra —o de cualquier otro país— se halla en asegurar que prevalezcan los ideales de la justicia y el derecho en las relaciones internacionales; y, segundo, esos intereses no pueden ser defendidos eficazmente mediante una política de aislamiento internacional, sino a través de alianzas con otros países con visiones similares.
La forma más realista de defender el interés nacional es la cooperación internacional en la defensa de los ideales de justicia, de defensa del derecho internacional y de tutela de los derechos humanos, propios y ajenos.