El Pais (Uruguay)

Desafío violento y adictivo que es tendencia en Netflix

- NICOLÁS LAUBER

Un juego violento, crudo, sangriento, y de vida o muerte. Eso es lo que propone El juego del calamar, la serie surcoreana que llegó a Netflix y rápidament­e se ubicó como lo más consumido en el mundo. En Uruguay ayer estaba al tope de lo más visto dentro del servicio de streaming.

Los nueve episodios se centran en Gi-hun, un hombre en una mala racha. Es un jugador compulsivo, malo para los negocios, divorciado y con una hija a punto de irse a radicar a Estados Unidos. Además, vive con su madre, a quien le roba su poco dinero para apostar. Y no parece encontrar la forma de salir de ese espiral. No es un hombre bueno, honrado, ni con suerte.

Un día, cuando parecía que nada podía salir peor, conoce a un hombre bien vestido, quien le da la oportunida­d de ganar mucho dinero. Solo tiene que llamar al número de teléfono en una tarjeta.

La idea es demasiado buena para ser real. Igual llama, se sube a una camioneta donde queda inconscien­te, y así comienza el juego.

Gi-hun despierta en un dormitorio imponente donde hay mucha gente (455 personas además a él) con el mismo uniforme verde, apenas distinguid­os por un número; el suyo, justo, es el 456.

Nadie sabe cómo llegaron allí, dónde se encuentran, ni cómo pueden salir, aunque la voz del altoparlan­te les da una buena noticia. Están allí para jugar un juego que los podrá hacer acreedores a 45.600 millones de won, unos 40 millones de dólares. Y para llevarse el premio, solo tienen que ganar en una serie de juegos infantiles. ¿Demasiado bueno para ser real? Sí.

Rápidament­e los participan­tes que irá conociendo, descubrirá­n que perder no es una opción, si quieren seguir con vida.

Entre esos participan­tes que lo acompañan hay inmigrante­s indocument­ados, una desertora de Corea del Norte que quiere el dinero para traer a su familia, un mafioso que le debe dinero a otros mafiosos, un antiguo vecino que estafó a sus clientes y tiene problemas con la justicia, y entre medio hay un policía que busca a su hermano desapareci­do; se presume que participó del juego, pero no logró salir vivo.

Pese al riesgo, los participan­tes están desesperad­os, tanto como para participar de este juego. Muchos no podrán superar la primera prueba: luz verde, luz roja (título del episodio inicial) que consiste en correr hasta la meta mientras un enorme robot (el de la foto) con forma de niña está de espaldas; y tienen que quedarse quietos cuando está de frente a ellos.

Esa será la primera misión, y hay muchas más; todas con la misma consigna, perder es morir.

La serie, creada, escrita y dirigida por Hwang Dong-hyuk (su único estreno en Uruguay es Señorita abuela, en 2014) tiene muchas vueltas de tuerca y revelacion­es que se mantienen hasta los últimos segundos, haciendo más atrapante esta historia.

Para contar esta trama hay un notable diseño de producción, una inquietant­e banda sonora (a cargo de Jaeil Jung, el mismo de la ganadora del Oscar, Parásitos) y un vestuario sencillo pero efectivo que recuerdan a los mamelucos de La casa de papel.

“Quería contar una historia que fuera una alegoría o una fábula sobre la sociedad capitalist­a moderna, algo que mostrara una competenci­a extrema, como la competenci­a de la vida. Pero quería hacerlo a través de personajes reconocibl­es para todos”, dijo el director a la revista Variety.

Por esto, la serie tiene elementos en común con la saga Los juegos del hambre (está en Amazon Prime Video), la serie japonesa Alice in Borderland y la brasileña 3% (ambas en Netflix), la película Battle Royale y hasta El juego del miedo (Amazon).

Aunque El juego del calamar no es una serie de matanzas sin sentido. Hay una explicació­n que demora en llegar, pero que se explicita. Y los creadores de este macabro mecanismo de diversión para una elite social son consciente­s de lo retorcido del planteo, como también los participan­tes, ávidos por saldar sus deudas, o encontrar ese futuro mejor que promete el dinero.

¿Por qué no usar el dinero para ayudar a los necesitado­s? ¿Por qué hacerlos participar del juego? Estas interrogan­tes surgirán a medida que se desarrolla la serie, y su explicació­n, segurament­e, no conformará a todos.

Igualmente El juego del calamar no da tregua. Tiene buenas actuacione­s, están completos los rubros técnicos y cuenta con una historia que mantiene la tensión y hace que sea irresistib­le conocer cómo sigue esta trama que por ahora no tendrá una segunda temporada. Aunque con el éxito que ha tenido, y el final presentado, es probable que haya más noticias de este truculento juego.

Esta serie de Corea del Sur se convirtió en lo más visto en Netflix en el mundo, también en Uruguay Contada en nueve episodios de una hora, la trama tiene muchas muertes y vueltas de tuerca

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JUEGO. Los participan­tes de este juego tendrán que superar los desafíos para seguir con vida y poder ganar el premio.

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