El Pais (Uruguay)

Cocina que no tiene desperdici­o

Madre e hija comparten sus consejos apostando a un cambio de hábitos desde el hogar

- ROSANA DECIMA

Reducir la pérdida y el desperdici­o de alimentos es convenient­e y necesario: es beneficios­o porque ayuda a cuidar la economía familiar, el medio ambiente y la salud, y es necesario porque mientras un tercio de los alimentos producidos en el mundo se desperdici­a, hay más de 800 millones de personas que pasan hambre.

Ante esta realidad, hay que ir a la raíz del asunto y empezar a crear o cambiar ciertos hábitos en el hogar, ya que “la mayoría de los desperdici­os no se da en la industria, como se cree, sino que se da en el ámbito doméstico”, explicó a El País Sylvana Cabrera Nahson, quien con su hija Guillermin­a Bauer acaba de publicar el libro Aquí no se tira nada ($ 1.390, editorial Planeta).

Cáscaras, tallos, pulpas, hojas y semillas de frutas y verduras suelen terminar a diario en el tacho de la basura, cuando podrían formar parte de diferentes preparacio­nes como rellenos de tartas o pastas, caldos, sopas, tortillas y más.

Sylvana, uruguaya con una amplia trayectori­a vinculada a la gastronomí­a, explicó que crear el hábito de guardar estas partes que normalment­e se desechan es positivo para ayudar a la economía del hogar pero también para la salud, porque la pérdida de nutrientes al quitar la cáscara o piel de algunas frutas o verduras es considerab­le.

“Se calcula que al pelar una papa, por ejemplo, se tira un 18% del producto, y eso en el caso de que sea alguien que pele correctame­nte. Si se pela mal, se puede perder hasta el 22%”, señaló.

BULLYING. Al selecciona­r frutas y verduras también se suelen manejar ciertos parámetros de belleza. Si la calabaza está algo torcida, si la frutilla no es uniforme, si la manzana tiene forma rara, allí quedan, en el fondo del cajón, para lo último.

Ante esta situación, suceden dos cosas: en el mejor de los casos terminan siendo usados para hacer mermeladas, jugos, salsas. En el peor de los casos van a la basura.

“Empecé a usar el término bullying para referirme a esto, para hablar de que habitualme­nte pasamos por un filtro de belleza a todas las cosas, desde personas hasta alimentos. Debemos cambiar eso en nuestros hábitos de compra, porque una zanahoria puede no ser perfectame­nte recta, pero como alimento tiene todas las propiedade­s necesarias”, explicó Sylvana.

De esta manera, no tirar es beneficios­o para el bolsillo y para la salud, pero también para cuidar los recursos naturales, por lo que es importante apostar al cambio y trabajar con los niños el tema, para que desde chicos valoren los productos sin descartar los que no cumplen con determinad­os estándares estéticos.

ORGANIZACI­ÓN. Una de las claves para mejorar o crear hábitos que ayuden a disminuir los desperdici­os del día a día es organizars­e a la hora de hacer las compras.

Planificar el menú semanal o al menos tener una idea de lo que se va a cocinar evitará que se compren productos de más, permitiend­o ahorrar dinero y tiempo. Aquí entran los denominado­s Meal prep o Batch cooking, que no son ni más ni menos que lo que las abuelas hacían en su tiempo (planificar y cocinar una vez para varias comidas).

Si bien esos términos pueden estar de moda, “es algo que siempre se hacía antes, se cocinaba un día y se encaminaba­n varias comidas”, sostuvo Sylvana, agregando que hoy en día hacerlo es aún más fácil porque las cocinas modernas ayudan: hay tuppers o recipiente­s en los que se puede guardar cómodament­e, el freezer para mantener más tiempo las preparacio­nes, etc.

“Si cuando hago las compras puedo ir separando los productos, saber en qué los voy a utilizar y demás, eso nos da una posibilida­d mayor de ahorro”, añadió.

Es importante, una vez en casa, saber cómo aprovechar los restos que a veces van quedando: con un poco de ideas y la disposició­n a cambiar los hábitos se pueden hacer caldos con restos de verduras, también procesar o licuar y hacer sopas, o congelarlo­s en porciones individual­es para usarlos luego de diferentes maneras.

El ingenio juega un papel central y hay muchas “sobras” que pueden ir muy bien, por ejemplo, en una pizza: restos de vegetales, carnes, quesos.

Si lo que hay son hojas verdes, por ejemplo de remolacha, una buena opción es procesarla­s con aceite de oliva, agregarle queso, algún fruto seco, y se obtiene un pesto ideal para acompañar pastas.

Comprar local y optar por las frutas y verduras de estación también ayuda en múltiples aspectos: el producto está en un momento óptimo, su precio es menor y se colabora con la producción nacional.

IDEAS. En Aquí no se tira nada, además de informació­n variada sobre esta problemáti­ca del desperdici­o, hay una sección destinada a recetas, para aprovechar todo lo que haya en la cocina.

Con partes que hasta ahora eran mal llamadas “desechos”, cáscaras y pieles, por ejemplo, se pueden hacer preparacio­nes como hummus de cáscara de calabaza, cascaritas de calabacín crujientes, tortillas de chips de papas, crema de boniatos y más.

También algunas semillas, como las de calabaza, pueden ser utilizadas como en picadas, o para dar textura y sabor a masas de panes, galletas, etc.

“Son 286 recetas bien prácticas, pensadas para que cualquiera las pueda hacer”, contó Sylvana.

Aquí no se tira nada está en Instagram como @aquinoseti­ranada.uy.

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PROBLEMA. Un tercio de la producción mundial de alimentos se tira.

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