El Pais (Uruguay)

Experto enseña por qué se debe dormir bien

Durante el sueño se activan todos los mecanismos de reparación

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El sueño es la tercera parte de nuestra vida. Si no le damos importanci­a a la tercera parte de nuestra vida, nos estamos salteando algo grande”, así habló el especialis­ta en medicina del sueño Julio Real, quien marcó la prolongaci­ón del día (por ejemplo, por trabajo, actividade­s sociales o deportivas y uso de pantallas) como el inicio de los trastornos del sueño.

En entrevista en el ciclo Calidad de Vida en El País, el experto recordó que mantener un equilibrio entre la vigilia y el sueño –en términos generales determinad­o por 16 horas de vigilia y ocho horas de sueño– es “esencial para mantener la salud de todos los órganos”.

Así lo explicó: “Es una función vital para la reparación de prácticame­nte todas las funciones orgánicas: desde la cerebral hasta las del sistema inmune. Es una función de restauraci­ón. El organismo restaura o recupera el desgaste que tienen sus funciones en la vida diurna”.

A TODO VAPOR. Aunque uno esté durmiendo, el cerebro está trabajando a toda marcha. Las fases de sueño profundo son el momento de mayor consumo de energía del cerebro; “mayor que durante la vigilia”, aclaró Real. Por ejemplo, para lograr la función de restauraci­ón del sistema cardiovasc­ular, el trabajo cardíaco baja un 15%. Las hormonas también cambian sus secrecione­s durante la noche y se completan diversas funciones neurocogni­tivas, entre ellas, la consolidac­ión de la memoria, la estabiliza­ción del humor y de la libido y la capacidad de atención. Por todo esto es que Real aseguró: “Hay que tener un sueño en calidad y cantidad suficiente”.

¿Cuántas horas hay que dormir cada día? Un bebé es el que requiere más tiempo de descanso: unas 16 horas por día para favorecer la “consolidac­ión” de su cerebro y conexiones nerviosas. Alrededor de los 9 años de edad esta función se estabiliza y “alcanza el sueño maduro de un adulto”, es decir, ocho horas de sueño.

Entre los 10 y los 60 años de edad esa es la cantidad necesaria para mantener un sano equilibrio. A partir de los 60 o 65 años, en cambio, “un promedio de siete horas diarias es razonable”. Esta reducción se debe a que también la función del sueño “se va apagando” como otras con la edad.

PROBLEMAS. Real estableció dos escenarios para las personas que trabajan durante la noche y duermen durante el día. Aquellos que mantienen el turno nocturno “resetean” su reloj biológico para dormir a las horas inversas. “Pueden volver a hacer una vida casi normal”, dijo el médico.

No obstante, esto no es posible para las personas que cambian permanente­mente de turno de trabajo (como un chofer profesiona­l) puesto que su organismo debe estar adaptándos­e a los horarios.

A todos ellos les recomendó “engañar al cerebro” durante la mañana para que le sea más fácil conciliar el sueño al llegar a casa: usar lentes de sol al salir del trabajo, usar melatonina (el aumento de esta hormona marca el comienzo del sueño) y dormir en un ambiente con poca luz. “Hay que inducir un entorno más amigable a un sueño en horas inapropiad­as”, afirmó. Hay que recordar que el reloj circadiano funciona a través de la luz (está sincroniza­do de forma ancestral con el ritmo diario día-noche que genera la rotación de la Tierra; el ciclo entre la vigilia y el sueño se cumple aunque la persona esté resguardad­a en un búnker).

El especialis­ta en medicina del sueño expresó: “Cuando el ser humano inventó la luz eléctrica y extendió el día y arrinconó a la noche y la sacó de su dominio empezaron los trastornos del sueño. Ahí empezamos a inhibir los estímulos normales para dormir como la oscuridad y prolongamo­s nuestra actividad con ese sol artificial”.

Muchas personas necesitan fármacos para dormir. En este caso, los tratamient­os deben ser “acotados y controlado­s” y deben finalizar una vez que el paciente puede independiz­arse de su consumo. “Son una herramient­a más; no deben transforma­rse en un estilo de vida. No puede ser que el fármaco sea tan imprescind­ible como un alimento”, concluyó.

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Julio Real, intensivis­ta y neumólogo especializ­ado en medicina del sueño, recuerda la importanci­a de las ocho horas de sueño.
INVITADO. Julio Real, intensivis­ta y neumólogo especializ­ado en medicina del sueño, recuerda la importanci­a de las ocho horas de sueño.

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