El Pais (Uruguay)

“Somos de los selectos países que van a alimentar al mundo”

- HERNÁN T. ZORRILLA (*) (*) ENCARGADO DEL RUBRO AGRÍCOLA

—¿Usted se ha hecho muy conocido por su actividad en Twitter. ¿Cómo ve el hecho de usar esta herramient­a, con tanto alcance en su caso, para hablar de agro? —Lo veo todo positivo, sobre todo para conectar con gente del sector e incluso de otras áreas que terminan influyendo en la actividad. Intercambi­amos informació­n, conectamos con gente de afuera, vemos cosas de Canadá, Estados Unidos, Europa y demás. No todo es aplicable en cualquier sitio, pero más que nada accedemos a informació­n con buen uso. Me gusta también hablar de los temas impositivo­s porque en Argentina no veo inconvenie­ntes en adopción de tecnología o acceso al conocimien­to, lo que nos frena es la parte impositiva justamente y es lo que siento que debemos comunicar.

—¿En qué zonas realiza su explotació­n y bajo qué superficie?

—En Argentina son 4650 hectáreas, de las cuales un 90% se ubica en el sudeste de la provincia de Buenos Aires y un 10% en la zona núcleo. Luego tenemos dos campos en Illinois que compramos en 2014 y empezamos a producir en 2015.

—¿Cómo evalúa la situación productiva para el sector en Argentina y el apoyo de las autoridade­s?

—El apoyo de las autoridade­s es totalmente inexistent­e. El empresario agropecuar­io no pide apoyo, pide algo tan básico como igualdad ante la ley. Esto es algo que no se da desde 2002 y venimos de casi 2 décadas de discrimina­ción del sector en su economía. El crecimient­o y el desarrollo del sector pasan por resolver la cuestión fiscal. No hay empresas que puedan ahorrar, invertir, acumular personal o guardar capital con un tipo de cambio desdoblado en 3 situacione­s distintas como compra de insumos, venta de productos y ahorro como diferimien­to de inversión.

—¿Cómo ve la relación campo-ciudad? —Desde el gobierno nos han hecho creer durante muchos años que la relación es tensa y que la gente en la ciudad cree que lo que le falta es a causa de que otro lo tiene, lo cual va en contra de algo tan básico como la creación de la riqueza. Cuando vemos las encuestas de opinión del sector dividida por segmentos, observamos que la imagen positiva del sector es proporcion­al al nivel educativo y de libertad económica del encuestado. Si consideram­os a la población que vive de un subsidio y se les hace creer que no tienen trabajo, que ganan poco o que los alimentos aumentan de precio porque son fruto del lucro del sector agropecuar­io, obviamente la imagen es mala. El problema es que el Estado se ha ocupado de difamar al sector para hacer digestible la situación fiscal a la que lo somete. Es difícil de combatir esto de manera individual desde el sector, e incluso contando las gremiales. Es una lucha desigual.

—Luego de las recientes elecciones

PASO, hubo un cambio de tendencia en la voluntad del electorado. ¿Esto podría generar optimismo en el sector?

—Eso va a depender de la estrategia de la oposición. Si solo se incorporan candidatos para ganar una elección y luego contarlos como un número para levantar la mano, no va a ser sostenible en el tiempo. Ahora, si los partidos opositores creen que la salida es a través de la producción, pienso que sí es bueno. Vamos a ver, depende mucho de cómo la oposición encare la plataforma electoral hacia el futuro. Ya pasó en 2008 que tuvimos una experienci­a nefasta con las retencione­s móviles y se incorporar­on “agro-diputados” que no funcionaro­n.

—Pensando que usted produce en Estados Unidos, ¿ha considerad­o irse de Argentina?

—Sí, lo he considerad­o. Sobre todo porque vemos que están inventando impuestos nuevos todo el tiempo, y lo peor es que parte de la oposición vota estos impuestos. Eso desmoraliz­a aún más. El impuesto a la riqueza por ejemplo penaliza la acumulació­n de capital, te cobran por la maquinaria o la tierra que tenés a tasas muy altas, sobre todo lo que está en el exterior. Por todo eso lo he considerad­o. Esperemos que todo esto no se haga algo habitual. Si el Estado persiste en estos errores es lógico que la gente que quiere producir piense en irse.

—¿Cómo ve la situación de Uruguay? —Nosotros estamos en un punto de tal desazón que admiramos a cualquiera que le vaya mejor. Hay cosas de las que se pueden quejar, pero la mayoría de los países vecinos tienen un futuro más promisorio que el nuestro. Ver que su gobierno apuesta a la libertad económica y busca comerciar con otros países, aún por fuera del Mercosur, me parece digno de felicitarl­os. Veo a Uruguay creciendo mucho, los envidio bastante.

—¿Entonces ve positiva la iniciativa del presidente Lacalle Pou y el gobierno de firmar un TLC bilateral con China?

—Me parece bien que se hagan muchos acuerdos comerciale­s con muchos países del mundo. Después se puede cuestionar si vale la pena negociar con países que son contrarios a las ideas de la libertad, pero por regla general todo mayor comercio enriquece a las dos partes. Claro que es convenient­e.

—¿Cómo ve el futuro de los países productore­s de alimentos como Uruguay y Argentina?

—El valor estratégic­o de los países exportador­es netos de alimentos es muy grande. De casi 200 países en el concierto internacio­nal hay solo 10 con esa capacidad: Canadá, Estados Unidos, Brasil, Paraguay, Argentina, Uruguay, Australia, Nueva Zelanda, Rusia y Ucrania. A pesar de las campañas en contra, estamos produciend­o un bien que se va a consumir 4 veces por día, los 365 días del año, de acá a la eternidad y por 7800 millones de personas con creciente expansión. No hay nada más estratégic­o que eso. Los países que tienen la capacidad de alimentar al mundo están llamados a cubrir esas necesidade­s a futuro. Somos pocos, y no es nada inteligent­e ir contra ese destino.

—En su explotació­n en provincia de Buenos Aires, ¿qué cultivos hacen? ¿Hacen solamente agricultur­a?

—Hace algunos años que no tengo ganadería y hacemos una rotación 100% agrícola, casi toda en directa, salvo algún año con algún inconvenie­nte en el que se ha tenido que roturar. Producimos los 5 cultivos principale­s: trigo y cebada en invierno y maíz, soja y girasol en verano. En verdad hace dos campañas ya que no hacemos soja a pesar de perder los beneficios agronómico­s. No quiero apoyar un esquema fiscal en el que producimos un cultivo y tenemos que entregar el 33% de su valor. A veces me la veo en “figuritas” porque se repiten cultivos, pero me manejo con estos 4 cultivos actualment­e en las rotaciones.

—¿Esos campos soportan bien una rotación agrícola continua?

—Los campos tienen sus descansos porque lo que sale de fina alguna vez tiene cultivo de segunda, pero otras veces no. En el sur las heladas tempranas llegan a fines de marzo o principios de abril y acorta el ciclo de crecimient­o de cultivos de segunda. En el caso de los cultivos de invierno a veces hay hasta 10 meses de descanso, porque se cosechan en enero y se vuelven a sembrar en octubre. Cuando teníamos ganadería hacíamos algún verdeo pero ahora queda en barbecho químico. Cultivos de cobertura no utilizo porque no todos los suelos tienen capacidad de reserva hídrica para darte el lujo de consumir esa humedad acumulada en invierno. Prefiero mantenerlo limpio o aprovechar algo del nacimiento guacho de trigo o cebada, cubrir con eso y controlar después.

El empresario agropecuar­io no pide apoyo; pide igualdad ante la ley”.

Los países que tienen la capacidad de alimentar al mundo están llamados a cubrir esas necesidade­s.

—¿¿El principal cultivo de su esquema es el maíz?

—Yo diría que trigo y cebada, pero en segundo lugar el maíz. Ya de hecho el año pasado el cultivo con mayor superficie fue el maíz, que lo encaramos según ambiente. Hay suelos clase 1 como los que tenemos en la zona norte y un campo en el sur, y mucho de 2, 3 y 4 con distinto potencial. La principal diferencia está en la profundida­d y la capacidad de retención hídrica. Hay esquemas ofensivos de hasta 80.000 plantas, y tenemos otros defensivos donde atrasamos siembra para correr el período crítico y fertilizam­os más acotado de lo que podría ser un rendimient­o potencial. Hay también posiciones intermedia­s, con un esquema de fechas dividido entre temprana y tardía y con una fertilizac­ión más acorde.

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