El Pais (Uruguay)

Un hombre abusó durante 9 años de su hijastra

Fiscalía logró probar que el testimonio de la joven era verdad y el padrastro fue condenado a 12 años

- GUILLERMO LORENZO

Camila pudo darse cuenta muchos años después que no tenía por qué sentirse culpable ni avergonzad­a. Debió pasar bastante agua debajo del puente para que por fin comprendie­ra que era una víctima.

Camila (que no es su nombre real) contó su historia en mayo de 2020. Su primera interlocut­ora fue su abuela. A ella le enumeró todos los padecimien­tos que había tenido que atravesar desde niña. Y le dijo quién había sido el verdadero culpable: su padrastro.

Camila vivió en Rivera primero, luego en Tacuarembó y en 2020, con 15 años, se mudó a la casa de su abuela en Maldonado. Fue allí que pudo, al fin, convertir en palabras todo el martirio al que había sido sometida. La adolescent­e le contó que desde que tenía seis años su padrastro había abusado sexualment­e de ella, y que las violacione­s fueron recurrente­s hasta que ella pudo al fin irse de la casa.

No hubo un instante en que la abuela dudara lo que tenía que hacer. Y así fue que la llevó a radicar una denuncia en la Unidad Especializ­ada en Violencia Doméstica y de Género. Esta cayó en manos de la fiscalía de 2° Turno de San Carlos, cuyo titular es Jorge Vaz. Así comenzó una investigac­ión que terminó en un pedido de captura del padrastro.

Camila declaró ante los peritos del Instituto Técnico Forense (ITF). Los profesiona­les llegaron a una conclusión clara: Camila había sufrido abusos en dos etapas distintas. La primera, hasta los nueve años, y la segunda a partir de esa edad, cuando la situación se volvió aún más violenta.

El padrastro la atacaba por las noches, entrada la madrugada, intentando no ser descubiert­o por otro integrante de la familia.

Los peritos hicieron hincapié en las consecuenc­ias que habían traído en Camila todos esos abusos: “autolesion­es, ideas de muerte”, sueños recurrente­s donde “su padrastro aparecía de noche en su cuarto” —esto último pasó ya en tiempos en que estaba viviendo con su abuela—. Esto lo cuenta una psicóloga del ITF en un informe que forma parte de la sentencia a la que accedió El País.

La niña vivía con su madre, sus hermanos y con su agresor. Pero nunca nadie se dio cuenta de lo que padecía. El hombre, si sentía ruidos cuando estaba con la niña, se iba corriendo a una sala de la casa y prendía un cigarrillo.

CONDENA. A fines de setiembre terminó el juicio oral contra el padrastro. El fiscal Vaz presentó ante la Justicia todos los elementos que fue recabando para probar que la adolescent­e había sido sometida a reiterados abusos sexuales.

Camila contó que muchas noches intentó trancar la puerta de su cuarto, en su casa de Rivera o en la de Tacuarembó. Que puso sillas trabando el pestillo buscando que el abusador no entrara.

“Según lo consignado por la perito, el relato de la adolescent­e está acompañado de angustia, miedo, vergüenza, culpa, ansiedad y temor a que su historia no fuera recepciona­da por el mundo adulto, descreyend­o del mismo”, dice la jueza Dina Salim en la sentencia de primera instancia.

La magistrada tomó como válidas las pruebas presentada­s por Vaz y explicó que de distintos exámenes realizados se devela que la adolescent­e fue víctima de abusos “desde larga data”.

Vaz solicitó a la Justicia que se condenara al hombre por reiterados delitos de atentado violento al pudor agravados —que fueron los ataques hasta los nueve años— y reiterados delitos de violación agravados, y solicitó una pena de 18 años de penitencia­ría.

El representa­nte del Ministerio Público argumentó como agravante que los abusos fueron a una menor de edad, que se trataba de su padrastro y que existió continuida­d respecto al delito.

La Justicia dio por válida la teoría presentada por la Fiscalía y redujo la pena solicitada por Vaz, ya que el abusador no contaba con antecedent­es penales. Finalmente el padrastro fue condenado a 12 años de penitencia­ría por ser el autor penalmente responsabl­e de reiterados delitos de atentado violento al pudor agravados y reiterados delitos de violación agravados.

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MALDONADO. El caso cayó en manos del fiscal San Carlos, Jorge Vaz.

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