El Pais (Uruguay)

La hora de la verdad

- AGUSTÍN ITURRALDE

Finalmente la comisión de reforma de la seguridad social comenzó a revelar algunas de sus propuestas para reformar nuestro sistema. No puede haber demasiadas sorpresas para nadie que viniera siguiendo el tema con algo de atención. Lo interesant­e ahora será ver cómo se paran los distintos actores políticos con este tema. Me imagino tres posibles escenarios.

Una posibilida­d, utópica quizás, es que el sistema político logrará poner este tema por fuera de la disputa partidaria. Todos los líderes políticos saben que Uruguay necesita como agua una reforma de la seguridad social que haga sostenible el sistema en el mediano y largo plazo. Nadie puede decir que estas ideas que se presentan sean novedosas ni radicales, más bien lo contrario. También saben que la misma no tendrá retorno alguno para el gobierno que la realice y que algunas de las medidas son impopulare­s.

Lo “razonable” sería, que en un sistema político democrátic­o y competitiv­o en el que nadie sabe a quién le tocará gobernar en 4 años, se promueva una reforma con amplios consensos y aceptable para todos que quede al margen de la lucha partidaria cotidiana.

Una mirada menos “buenista” podría pronostica­r una confrontac­ión civilizada y controlada por este tema. En este escenario la oposición dejaría que el gobierno cargue con el costo de procesar una reforma de este tipo, sería la coalición gobernante quien debería poner su capital político y votos en el Parlamento. El Frente Amplio se limitaría a ejercer su rol opositor, tratando de capitaliza­r algo de los descontent­os que siempre dejan estos procesos, pero no abusaría de la demagogia y el oportunism­o. Debieran saber que para una oposición que aspira a volver al gobierno en 2025, es una extraordin­aria noticia que este gobierno pueda dejar este tema “resuelto”.

La tercera posibilida­d es que reine la mezquindad y la irresponsa­bilidad. Será muy fácil, y barato, oponerse a lo ingrato y pedir lo simpático. Esto siempre es una tentación para quien está en la oposición, pero en este caso hay dos diferencia­s. La sensibilid­ad de las personas con el tema es máxima, una buena reforma implicará decirle a militares, escribanos y bancarios que hay beneficios que deben dejar de tenerlos, cosa que nadie quiere escuchar; si se “manijea” a los que se sientan afectados, la polarizaci­ón puede ser grande. Por otro lado, si efectivame­nte se bloquea la reforma, el tema nos perseguirá en el futuro. Oponerse demagógica­mente es como jugar a la ruleta rusa solo porque sabés que en este turno la bala no te tocó, pero que vas a seguir jugando.

Subir la edad de retiro, reducir algunos privilegio­s de los subsistema­s, homogeneiz­ar los distintos regímenes y mantener un sistema mixto público-privado. Ese es el corazón de la reforma que Uruguay necesita hacer, para todos los partidos hay cosas para hacer con más gusto y otras que afectan “a los suyos”. Se trata de hacer el mismo sistema un poco más justo y sostenible.

Hay una reforma posible donde todos aceptan ganar y perder algo en la negociació­n, donde todos los partidos aceptan quitar algunos privilegio­s “a los suyos” para darle certidumbr­e y estabilida­d al sistema en las próximas décadas. En esa reforma posible el que gana es el Uruguay.

Uruguay necesita una reforma de la seguridad social que haga sostenible el sistema.

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