El Pais (Uruguay)

Edificios en altura

- ✒ TOMÁS LINN

Montevideo es una ciudad muy extendida en relación a su población. Sus suburbios más alejados se confunden con las vecinas ciudades del Este y de la Costa.

Cuanto más extendida, más cara es. Los servicios deben llegar a puntos alejados aunque no densamente poblados. Montevideo se desparrama pero su población no aumenta. Distintas políticas municipale­s del pasado, alejaron a muchos montevidea­nos que se radicaron fuera del departamen­to, en Canelones o en San José, y se vaciaron así partes de la capital.

La Intendenci­a de Montevideo anunció una solución parcial al problema, apostando a la “densificac­ión” poblaciona­l. Es un plan que permitirá construir con más altura sobre ciertas avenidas, que ofrecerá estímulos para poblar la Ciudad Vieja y que cuenta con el apoyo de la Asociación de Promotores Privados de la Construcci­ón (Appcu). Ampliaría la oferta de viviendas y generaría más empleo.

El proyecto comprende a Avenida Italia, 8 de Octubre, Bulevar Batlle y Ordóñez entre Avenida Italia y el viejo Mercado Modelo y las avenidas Larrañaga, Centenario y José Pedro Varela.

Quizás habría que agregar estímulos especiales para construir en los grandes cruces: avenida Italia y Propios; Larrañaga, Luis Alberto de Herrera y 8 de Octubre; Bulevar Artigas, Luis Alberto de Herrera y José Pedro Varela, por mencionar solo unos ejemplos. Además de tener un impacto inmobiliar­io, mejoraría la prestancia urbanístic­a de la ciudad.

Sería deseable que esta señal no sea una más en lo que ha sido un viejo y constante cambio de reglas urbanístic­as en que distintas administra­ciones pasaron de permitir mayor altura a bajarlas y así sucesivame­nte. Lo mismo pasa con el espacio de retiro en las principale­s avenidas. Se percibe con solo recorrer Montevideo con su caótico diseño, carente de armonía y belleza. Una ciudad debe ser funcional, pero también tiene que ser linda.

Por un lado se ven edificios más retirados que otros en una misma avenida cuyo ensanche está previsto pero nunca concretado. El ejemplo de avenida Rivera, entre Bulevar Artigas y Luis Alberto de Herrera es elocuente. En cuanto a cambios frecuentes en las normas sobre alturas, todo termina en un mamarracho. Paredes linderas blancas de varios pisos expuestas a la vista de todo el mundo porque el edificio de al lado se hizo con menos altura.

Montevideo tiene una relación acomplejad­a con los edificios altos. Sin embargo, el problema nunca fue la altura sino la ausencia de armonía.

Construir edificios de apartament­os puede implicar que se demuelan casas existentes y cada vez que eso sucede estalla un clamor popular porque se destruye patrimonio urbano.

La defensa del patrimonio tiene, como tantas cosas, sus dos caras. Hay demolicion­es criminales, sin duda. Pero también muchos ven valores arquitectó­nicos donde no los hay. Admiran la presunta belleza de una casa por el solo hecho de ser antigua cuando su real aspecto es anodino, en el mejor de los casos, o un adefesio en el peor. Es necesario ser cuidadoso al evaluar qué debe preservars­e y qué no.

Mantener casas viejas es costoso y no siempre hay dinero para ello. Cuando se dice que otros países cuidan su patrimonio habría que recordar que son más ricos y cuentan con recursos para rescatar edificios históricos.

Las construcci­ones antiguas tienen, para colmo, brutales problemas de humedad. Cuánta gente compró una casona vieja con la ilusión de ponerla a nuevo pero gastó todo su dinero en sucesivos arreglos para parar una humedad que tercamente retorna. Esas casas dejan de ser mantenidas y su único destino sensato es la demolición.

Por lo tanto, defender tales casonas como patrimonio es complicado y no se arregla con la simple reacción de horror cuando algo se tira abajo.

Si el costo de mantener una casa estimula a mucha gente a preferir el apartament­o, más lo hace la insegurida­d. No hay garantías en ningún lugar, es verdad, pero un apartament­o ofrece un poco más de tranquilid­ad.

Estimular la construcci­ón en altura en ciertas avenidas debería terminar con otro desorden: los edificios altos en el medio de barrios de casas bajas; estropicio­s que arruinan la armonía e identidad de barrios alejados de las grandes avenidas.

La pandemia también dejó sus lecciones. Para mucha gente fue pesadilles­co vivir el período de confinamie­nto en apartament­os con las dimensione­s usadas actualment­e. Un día habrá que repensar la estructura de costos y ofrecer espacios más generosos. Hasta los monoambien­tes, tan de moda ahora, son verdaderas celdas. Además, de seguir la tendencia de trabajar desde el hogar, el diseño arquitectó­nico clásico deberá ser modificado.

Si el plan anunciado por la Intendenci­a realmente estimula la construcci­ón de edificios en altura, estos aspectos deberán ser considerad­os. En la medida que mucha gente encontró intolerabl­e vivir en ambientes reducidos, es posible que en un futuro cercano apartament­os recién terminados no encuentren comprador o inquilino porque nadie los querrá.

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