EE.UU. se reunió con talibanes
Mientras tanto un funeral masivo se realizó en Afganistán luego del terrible atentado
Estados Unidos y los talibanes iniciaron ayer su primer diálogo presencial desde la retirada de Afganistán, donde un atentado suicida reivindicado por el grupo Estado Islámico causó entre 65 y 80 muertos —o más— en una mezquita de Kunduz (noreste), el más devastador desde la partida de las tropas de Estados Unidos de ese territorio, el 30 de agosto. El encuentro se desarrolló en Doha, la capital de Catar, y continuará hoy.
La delegación estadounidense está encabezada por el representante especial adjunto para la Reconciliación de Afganistán, Tom West, y por Sarah Charles, principal funcionaria humanitaria de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid). Los representantes de los talibanes están liderados por el ministro de Exteriores de su Gobierno interino, Amir Khan Muttaqi.
“Presionaremos a los talibanes para que respeten los derechos de todos los afganos, incluidas las mujeres y las niñas, y para que formen un gobierno inclusivo con un amplio apoyo”, dijo un portavoz del Departamento de Estado el viernes, al anunciar el encuentro.
Por su parte, luego de la reunión, Muttaqi afirmó en un comunicado que las delegaciones “de alto nivel” de ambas partes “mantuvieron conversaciones detalladas”.
Los talibanes advirtieron a Estados Unidos que no debe “desestabilizar” al nuevo régimen de Afganistán. “Les hemos dicho claramente que intentar desestabilizar al gobierno de Afganistán no es bueno para nadie”, dijo Khan Muttaqi, a la agencia estatal afgana Bakhar.
“Unas buenas relaciones con Afganistán son buenas para todos. Nada se debe hacer para debilitar al gobierno actual de Afganistán, que puede liderar la búsqueda de soluciones a los problemas de su gente”, añadió en unas declaraciones grabadas por la AFP. “La integridad y el espacio aéreo afganos deberían ser respetados, y no debería haber interferencias en los asuntos internos”, afirmó.
Estados Unidos no comentó de inmediato estas declaraciones del ministro talibán. Pero el viernes antes de la reunión, dijo que su prioridad es la salida de los pocos estadounidenses y otros extranjeros que siguen en Afganistán, y que los talibanes cumplan su compromiso de no permitir terroristas en suelo afgano para amenazar la seguridad de Estados Unidos o de sus aliados.
Los fundamentalistas llamaron a Washington a contribuir a desbloquear los fondos internacionales, suspendidos por muchos países e instituciones tras el colapso del anterior Gobierno de Afganistán.
“Estamos intentando mantener unas reuniones exhaustivas con los estadounidenses, y en los próximos días nos reuniremos con representantes europeos para tratar la situación actual de Afganistán con la comunidad internacional”, añadió el ministro talibán.
El regreso al poder de los talibanes a mediados de agosto coincidió con la caótica retirada estadounidense, a finales de ese mes, tras veinte años de ocupación.
La reunión en Doha no significa en ningún caso que Estados Unidos reconozca al régimen talibán en Afganistán, insistió el Departamento de Estado. Los talibanes buscan el reconocimiento internacional y ayuda exterior para evitar un desastre humanitario y aliviar la crisis económica de Afganistán, según manifestaron.
ENTIERROS MASIVOS. Mientras se realizaba la reunión entre representantes del gobierno de Estados Unidos y el talibán, se llevó a cabo el funeral masivo de entre 65 y 80 víctimas de un mortífero atentado perpetrado el viernes durante la oración de mediodía en una mezquita chiita de Kunduz, en el noreste de Afganistán.
El grupo Estado Islámico (EI), que también llevó a cabo un atentado contra otra mezquita de Kabul el pasado domingo en el que murieron cinco personas, reivindicó el ataque en uno de sus canales de Telegram.
El ataque suicida en la ciudad de Kunduz dejó además unos cien heridos, sembrando el terror entre una minoría chií afgana que se siente más desprotegida que nunca desde la toma del poder de los talibanes el pasado 15 de agosto.
“Enterramos a la mayoría de las víctimas del ataque de ayer en una fosa común del cementerio”, dijo Sayed Naeem Musavi, un habitante de Kunduz que perdió a varios familiares en el sangriento ataque.
“Algunas de las familias decidieron enterrar a sus seres queridos individualmente y algunos todavía están pendientes de darles sepultura, aunque unas pocas familias siguen buscando a sus parientes desaparecidos”, explicó.
Los talibanes condenaron en un breve comunicado el ataque, prometiendo “encontrar y detener a los autores de este gran crimen, y castigarles severamente”.
ARCHIENEMIGOS. Desde que los talibanes tomaron el poder de Afganistán a mediados de agosto, la rama local del EI, el EIK (Estado Islámico del Khorasan), ha multiplicado sus ataques. Ha apuntado en varias ocasiones contra combatientes talibanes en la provincia de Nangharar (este), donde el grupo yihadista ha estado muy presente desde su creación, en el año 2015.
Para los talibanes, que controlan el conjunto de Afganistán, la principal amenaza viene del EI-K, que contaría de 500 a varios millares de combatientes en territorio afgano, según Naciones Unidas.
Pese a ser sunitas radicales, el EI y los talibanes son enemigos jurados. El EI-K está detrás de algunos de los ataques más sangrientos de los últimos años en Afganistán y Pakistán, incluido el cometido en el aeropuerto de Kabul el 26 de agosto que causó más de cien muertos, incluyendo 13 soldados estadounidenses. El EI-K toma por blanco a los musulmanes que considera herejes, como los chiitas de la etnia hazara, que representa entre el 10 y el 20% de la población afgana (unos 40 millones de habitantes).
Los talibanes y Estados Unidos alcanzaron un acuerdo en febrero de 2020 en Doha que marcó la retirada final de las tropas estadounidenses del país, una circunstancia que los fundamentalistas aprovecharon para lanzar una rápida ofensiva y capturar Kabul el pasado 15 de agosto.
HUIDA. El número de afganos que intentan cruzar a Irán aumentó desde que los talibanes llegaron al poder hace dos meses, pero la mayoría son rechazados.
Antes del cambio de régimen, entre 1.000 y 2.000 personas pasaban cada mes a Irán a través del puesto fronterizo de Zaranj, en la provincia de Nimruz, en el suroeste de Afganistán. Ahora son entre 3.000 y 4.000 las personas que acuden diariamente al puesto fronterizo, pero no tienen ninguna posibilidad de pasar por falta de papeles en regla.
Decenas de miles de personas intentan huir de Afganistán, paralizado económicamente desde el cambio de régimen y al borde de una grave crisis humanitaria. Si se agravara la crisis humanitaria, la oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refu-giados (Acnur) advirtió que habría que prepararse para una afluencia repentina de hasta medio millón de afganos a los países vecinos de aquí a finales del año.
UNIÓN EUROPEA. La Unión Europea (UE) condenó ayer el atentado terrorista contra una mezquita chií en la ciudad afgana de Kunduz, y pidió respeto a las minorías religiosas.
“Los autores de este crimen despreciable (...) deben ser llevados ante la justicia. Los derechos de todos los afganos, incluidos el derecho a la vida y los derechos de las minorías étnicas y religiosas tiene que ser protegidos y respetados”, dijo en un comunicado el portavoz del alto representante de la Política Exterior de la UE, Josep Borrell.
Los continuos ataques terroristas son “un serio obstáculo para un Afganistán estable y pacífico”, añadió el portavoz.
La Unión Europea condenó ayer el atentado y pidió respeto a minorías.