El Pais (Uruguay)

“Me gusta tanto Uruguay que lo estoy pensando para vivir”

- NICOLÁS LAUBER

El actor argentino Gustavo Garzón está en Uruguay filmando una serie de la que —¡ufa!— no puede decir nada. Pero está haciendo otras cosas de las que, sí, se puede hablar y de las que, también, se siente orgulloso.

Hoy, a las 20:00, en Sala Zitarrosa presenta, gratis, Down para arriba, la película de 2019 que él mismo dirigió. Y, además, prepara una master class en La Escena (la escuela de actuación de avenida Rivera y Ponce) para el 31 de octubre.

“Estaba perdido, no sabía qué hacer y no sé qué me inspiró a estudiar teatro”, le dijo Garzón, quien nació en 1955, a El País sobre su llegada a la actuación. Al cine llegó en 1981 con un papel en Las vacaciones del amor y en televisión fue secundario en un montón de produccion­es. Cuando cumplió los 40, su carrera tomó un nuevo impulso gracias a momentos que él considera “trascenden­tes”: dos películas Despabílat­e amor de Eliseo Subiela y El mundo contra mí de Beda Docampo Feijóo y dos programas de televisión que él escribió, Señoras y señores y Casa natal.

Cuando cumplió 60 años, o sea hace cinco años, gracias a la obra de teatro 200 golpes de jamón serrano, dice haber recuperado las ganas de actuar y el gusto por los escenarios y las cámaras.

“Con esa obra cambié y me reencontré

“Soy puro instinto. Me dejo llevar por el deseo en todos los órdenes de mi vida”, dijo Gustavo Garzón.

con el actor. Yo actuaba por oficio y sin esa llama, actuar es lo mismo que trabajar en un banco. Ahora siento que volví a tener ganas de actuar”, comentó Garzón.

—Decías que no sabías cómo habías llegado a la actuación y que tuviste cambios en tu carrera ¿Sos de dejarte llevar por el instinto?

—Soy puro instinto. Me dejo llevar por el deseo en todos los órdenes de mi vida. Es así que no logré mucha estabilida­d de pareja, y cada vez que el corazón me dice que me vaya, me voy. De nada fui estable en mi vida, siempre fui muy cambiante, soy geminiano y me lleva el corazón, el instinto y el deseo a los lugares donde creo que tengo que ir.

—Estás en Uruguay. ¿Hay fecha de regreso a Argentina?

—Me quiero abrir un terreno acá de trabajo. Me gusta tanto Uruguay que lo estoy pensando para vivir. Es una fantasía por ahí, pero me gusta venir a trabajar acá. Me estoy dando a conocer como docente, voy a mostrar mi película, y quiero que me conozcan como persona también.

—Tenés dos hijos con Síndrome de Down. ¿Cómo encaraste Down para arriba?

—Me hizo tomar conciencia de muchas cosas relacionad­as con la discapacid­ad y en particular con la de mis hijos. Fue de mucho aprendizaj­e y un reencuentr­o emocional con mis pares, aquellos que están en mi misma situación. Fue reconfonta­nte compartir esa película a la que llevé por toda Argentina. Aprendí mucho sobre discapacid­ad y sentí que lo bueno que recibí con la película era lo que mis hijos me estaban devolviend­o, indirectam­ente y no por su voluntad, a mí como padre. Todas las gratificac­iones que me da esa película se las debo a ellos.

—¿El motivo de la película era mostrar a un profesor de teatro y su relación con sus alumnos?

—Esa era la idea original, mostrar un grupo de actores con Síndrome de Down, entre ellos mis hijos, y para mí, este profesor es admirable, como docente y persona. Lo que pretendía era mostrar cómo debe la gente comunicars­e con las personas con Síndrome de Down. Este profesor lo hace de forma ejemplar y logra sacar lo mejor de sus alumnos. Así, la película es como un abanico de todo lo mejor que ellos tienen, y la realidad de lo que son, porque no se ocultan sus dificultad­es, pero se potencia mucho lo amorosos, sensibles y creativos que son. También lo consciente­s que son de su discapacid­ad. Eso lo aprendí haciendo la película, porque con mis hijos nunca lo había hablado. Pero sobre todo, es una película que entetiene, lo que para mí es fundamenta­l, como que la gente no se duerma o se quiera ir a los 15 minutos.

—En los últimos años has trabajado en series como El marginal, Los internacio­nales y Monzón. ¿Te acercaron a un público nuevo?

— Monzon me dio una visibilida­d que había perdido en los medios, porque la televisión está un poco negada para los actores. No tenemos lugar. Por suerte esa serie me dio reconocimi­ento y después empecé a incursiona­r en el mercado de las series que, hoy, es el único posible para el artista.

—¿Cuesta mantenerse?

—Qué se yo. El tema es que uno no se olvide de uno. Lo que la gente, los medios y los dueños de los medios hacen con uno no tiene por qué determinar nuestro destino. Cada cual es artífice del suyo propio y no hay que esperar a que los demás se acuerden de uno. Uno tiene que acordarse de uno, estar activo y creativo y buscando. Lo que no se puede hacer es quedarse quieto, porque te morís, te aburrís. Y la actuación deja mucho tiempo libre.

—En pandemia te reinventas­te y hasta diste clases de actuación por Zoom.

—¡Qué habría sido de nosotros sin el Zoom! Para los artistas era la única posibilida­d pero no podés vivir de eso. También vendí vinos e hice muchas otras cosas por las que no se me caen las cocardas. Yo salgo a vender mis propias cosas.

—¿Por qué serie o telenovela te reconocen más en Uruguay?

—Los Machos. Es muy gracioso y lo constato a diario y la hice hace 25 años. Y hay cosas que uno hace y acá no llegan. Para mí es mejor, me siento más aliviado que acá no me conozcan tanto como allá, porque no me paran tanto. Me reconoce sobre todo la gente grande, entonces ando muy cómodo. Además, a mí me gusta mucho observar a la gente, pero cuando me miran no lo hago porque queda feo. Y acá, como nadie se fija en mí, puedo observar tranquilo.

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