El Pais (Uruguay)

La cámara de eco

- MARTÍN AGUIRRE

Con una opinión pública anestesiad­a por los sinsabores amorosos de referentes de la era viral como Wanda Nara, dos hechos políticos pasaron algo desapercib­idos esta semana. Pese a que tienen el potencial de marcar a fuego el debate público de los próximos meses. Y, si nos ponemos ambiciosos, incluso de los próximos años.

Por un lado, la oposición empezó a delinear la estrategia para el referéndum contra la Ley de Urgente Considerac­ión, que ya parece seguro que tendría lugar en algún momento del mes de marzo. Por lo que se informó esta semana, hay aspectos de esta estrategia que son bastante llamativos.

Primero, se habría definido un cambio radical de discurso, ya que se buscaría evitar que el debate se transforme en una especie de plebiscito sobre el gobierno, o una elección de medio período. Como dijo el ex senador Rafael Michelini, “esto es contra los 135 artículos de la LUC, no contra un gobierno, ni en defensa de otra gestión”.

En segundo lugar, se buscaría evitar que la voz cantante de la campaña la tengan los dirgentes políticos más notorios del Frente Amplio, y ese rol quedaría en manos de gente de la academia y activistas sociales. Por ejemplo, se dijo que en materia de seguridad pública, uno de los ejes centrales de este debate, los voceros serían figuras de la “Intersocia­l feminista”. Y en materia económica, no serán ni Bergara, ni Astori, ni Ferreri, sino que el portavoz será Olesker.

También se definió el eslogan que usará la campaña, que argumenta que “La LUC no es Uruguay”, según informó en rueda de prensa José Olivera, del gremio educativo Fenapes, que explicó que la ley “no tiene nada que ver con lo que ha sido la Constituci­ón histórica del pueblo uruguayo”.

Por otro lado, esta semana se conoció el último estudio de opinión pública de Equipos. Allí se confirmó la prolongaci­ón de la luna de miel que vive la sociedad con el gobierno. El 52% de los encuestado­s dijo apoyar la gestión del presidente Lacalle Pou, contra un 33% que lo desaprueba. Un saldo positivo neto de 20 puntos.

Pero, además, el estudio mostró un crecimient­o de tres puntos en los últimos dos meses, tal vez coincidien­do con el repunte de los datos económicos. Estos estarían mostrando una realidad bastante más cercana a la expectativ­a de crecimient­o del gobierno para este año, que al análisis pesimista de varios economista­s de gran popularida­d mediática.

Lo que esto está mostrando es que la salida de la pandemia encuentra al gobierno en un momento de idilio con la opinión pública que ni los propios oficialist­as hubieran imaginado hace dos años. Y que a esta altura ya va más allá del apoyo por el manejo de la pandemia. Lacalle Pou parece haber roto con prejuicios y desconfian­zas de un sector grande de la sociedad, que ya le reconoce un nivel político elevado, incluso aunque no lo haya votado.

Ante este panorama es difícil entender la lógica detrás del cambio de estrategia opositor de cara a la “batalla por la LUC”.

¿Es razonable que con este nivel de apoyo al gobierno sea la intersocia­l feminista o la cúpula de Fenapes quienes salgan a enfrentarl­o? ¿Poner a Olesker contra Arbeleche? Casi como poner a Coates y a Godín a marcar a Neymar.

Parece difícil de entender por qué los dirigentes del Frente Amplio creen que va a calar más en la opinión pública general en este momento lo que digan los representa­ntes de grupos que no soporta nadie que no sea biológicam­ente frenteampl­ista. ¿Cuál es la explicació­n? Solo hay dos. O piensan que no hay chance de derribar la LUC y no quieren “quemar” a sus referentes más populares, cosa poco creíble conociendo el amor propio de la dirigencia frenteampl­ista y cuando acaban de conseguir una cantidad enorme de firmas contra todo pronóstico. O la cámara de eco del “mundo comité” los mantiene convencido­s de que haber perdido la elección fue un acto casual, un mal candidato, la conspiraci­ón del “blindaje mediático”, y todas esas tonterías. Y que la solución sería apelar a una especie de refundació­n hacia adentro, dejando el protagonis­mo a quienes de alguna forma son el núcleo duro del frenteampl­ismo, como la academia y los “movimiento­s sociales”. (¿hay movimiento­s no sociales?)

Si bien la forma en que la oposición logró conseguir todas esas firmas contra el pronóstico de todos los analistas obliga a la cautela, hay cosas que son inocultabl­es. Primero, (y lo sabemos quienes vemos lo que lee la gente en los medios) el uruguayo tras la pandemia está podrido de la política y la informació­n dura. Segundo, el posible talón de Aquiles del gobierno es la economía. Si se llega a concretar una temporada turística más o menos buena, para marzo sus números de apoyo pueden ser todavía mayores. Por último, mucho se especula con qué puede pasar si el gobierno pierde el referéndum. Ahora, ¿y si por el contrario, logra una victoria contundent­e? Los años que le quedan pueden llegar a ser más cómodos que la vida de Wanda Nara.

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