El Pais (Uruguay)

Incurrió en 62 desacatos y rompió dos tobilleras

No podía acercarse a hermana; piden pericias psiquiátri­cas

- EDUARDO BARRENECHE

Era medianoche. Marco Antonio Hernández, de 40 años, golpeó la puerta de la casa de su hermana ubicada en las inmediacio­nes del barrio Colón. Como no fue atendido, Marco Antonio intentó entrar a la casa por una ventana. No lo logró. Con un hierro rompió la puerta de entrada e ingresó a la vivienda.

Con el hierro en la mano, el hombre exigió a su hermana que le entregara dinero y las mercadería­s que la mujer vende en una feria. El recién llegado quería usar el dinero para financiar su consumo problemáti­co de estupefaci­entes.

Marco Antonio también amenazó a su hermana con el hierro.

El 27 de diciembre de 2019, ella lo denunció a la Policía. El expediente pasó a la Justicia Especializ­ada en Violencia Doméstica de 1° turno, la que dispuso para Hernández prohibició­n de acercamien­to, comunicaci­ón y contacto con su hermana y un radio de exclusión de 500 metros.

Ante los incumplimi­entos realizados en el correr de 2020, el Juzgado Especializ­ado de Violencia Doméstica reiteró la medida y dispuso una zona de exclusión de 1.000 metros.

En dos años, Marco Antonio incurrió en 62 desacatos a la orden de la Justicia Especializ­ada en Violencia Doméstica y rompió dos tobilleras electrónic­as, según dijo en el juzgado la fiscal adscripta de Delitos Sexuales y Violencia Doméstica de 1° Turno, Giuliana Realini.

El caso se trató en dos audiencias judiciales el 13 de agosto y el miércoles 6 de octubre.

LA DETENCIÓN. En el Juzgado, Marco Antonio relató al juez Huberto Álvarez que trabajó en cargas y descargas de mercadería­s, así como de repartidor y agricultor.

Señaló que poseía antecedent­es penales por “causas similares” que determinar­on su detención por la Policía. “Tomo medicación psiquiátri­ca”, agregó el imputado.

Cuando el magistrado le preguntó si sabía por qué se encontraba en la sede judicial, Marco Antonio respondió que lo detuvieron por incumplimi­ento de medidas dispuestas por la Justicia.

Durante su pedido de procesamie­nto, la fiscal Realini explicó al juez que Marco Antonio fue detenido por la Policía dentro de la zona de exclusión. Es decir, cerca de la víctima.

La Fiscalía también comprobó que Hernández había dañado las tobilleras electrónic­as en dos ocasiones: el 21 de junio y el 22 de julio de este año.

Ante los continuos incumplimi­entos a órdenes judiciales, Realini solicitó la formalizac­ión de la investigac­ión para Hernández. Consideró que, además de los 62 desacatos especialme­nte agravados, Hernández incurrió en dos delitos de rotura o destrucció­n de dispositiv­os electrónic­os.

La defensora pública Estefanía Broggi dijo que no tenía objeciones al planteo realizado por la Fiscalía. Sí señaló que está a la espera de un perito para saber si su defendido es imputable porque los técnicos del Instituto Técnico Forense (ITF) están de paro. “En las anteriores imputacion­es (por violencia privada) se le declaró inimputabl­e”, dijo Broggi.

A pedido de la fiscal y por disposició­n del juez Álvarez, Marco Antonio fue procesado por delitos de desacato y roturas de dispositiv­o electrónic­o.

Poco después, la fiscal Realini pidió al juez que dictaminar­a una pena de 180 días de prisión domiciliar­ia total para Hernández, mientras que Broggi solicitó una sanción de 90 días por entender que el plazo pedido por la Fiscalía “era excesivo”.

El juez Álvarez decidió el arresto domiciliar­io total de Hernández por 120 días.

En la audiencia Broggi señaló que la organizaci­ón civil Beraca no tenía inconvenie­ntes de recibir a Hernández para tratar su patología causada por sus adicciones.

Realini planteó que la prisión domiciliar­ía debía ser total y recordó anteriores incumplimi­entos de Hernández a decisiones judiciales.

En la finalizaci­ón de la audiencia, el juez ordenó la internació­n del imputado en Beraca y la utilizació­n de un dispositiv­o electrónic­o. La pena vencerá el 13 de diciembre de 2021.

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SEGUIMIENT­O. El Ministerio del Interior hace un control electrónic­o de todos los dispositiv­os colocados en acusados de ejercer violencia.

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