El Pais (Uruguay)

“Ya no le tengo que demostrar a nadie que soy buena periodista”

- BELÉN FOURMENT

Sobre el final de la charla, Patricia Madrid dirá que está feliz y que hacía mucho tiempo que no se sentía tan plena. En eso tiene que ver la vida personal —acaba de llegar de vacaciones—, pero también un presente profesiona­l recargado. Con Así nos va, el periodísti­co radial que colidera con Viviana Ruggiero hace cinco años, sigue en las mañanas de Carve y ahora llegó a la FM, por Radio Cero. Además es parte de Polémica en el bar (Canal 10), donde hace algunos días tuvo que sortear la misión de ser conductora en situación imprevista. Y se luce en Masterchef: Celebrity, y a pesar de algún enojo se ha mostrado como una candidata interesant­e a la final.

Es una agenda que articula con una vida activa en Twitter y alguna que otra polémica —por un informe, un insulto, una reacción— que la suelen tener en la mira. Sobre eso y un momento donde procura adaptarse a otros terrenos, divertirse más en el camino y disfrutar del tiempo, Madrid conversó con El País.

—¿Qué podés contar de tu paso por Masterchef: Celebrity?

—¿Qué viaje Masterchef! Yo no era consumidor­a de realities y de hecho no consumo mucha tele, pero después de un año supercompl­ejo en lo laboral y emocional, con un poco de tedio, me copó porque me sacó de la órbita de lo habitual. Me sumergí casi tres meses y medio en Masterchef y me la pasé alucinante, conocí gente hermosa. Si me preguntás si lo volvería a hacer, no sé: creo que prefiero jugar a Masterchef en casa (se ríe).

—El salir del rol habitual y el saber que es un producto masivo que te permite mostrar otra faceta tuya, ¿influyó para aceptar la propuesta?

—Creo que a lo largo de estos últimos años, por el trabajo en el diario, en Santo y Seña y especialme­nte por el último período en Polémica en el bar, y ni que hablar en la radio, el público puede tener un perfil mío. El de la periodista incisiva, polémica, camorrera, pero yo también tengo otros costados que hasta ahora no había decidido, consciente­mente, mostrar. No me interesaba, es la verdad. Uno toma determinad­as decisiones laborales en su vida y no es posicionar un personaje; yo soy esto, en un aspecto

“Soy de arriesgar en la vida cuando estoy convencida de que el desafío lo vale. Soy muy mandada”.

“Quiero que ‘Así nos va’ se convierta en una referencia dentro de la FM. Eso es lo que quiero”.

de mi vida laboral, pero también soy un montón de cosas más. Por ahí la radio en el último tiempo me permitió jugar con eso: “Ta Patricia, sacate la mochila y divertite”.

—¿Qué pasó internamen­te que necesitast­e darte ese espacio?

—No sé, me resulta muy aburrido ser toda la vida igual. Y calculo que estoy en un momento de mi madurez donde ya no le tengo que demostrar a nadie más que yo soy buena periodista. Yo soy buena periodista, punto. Al que le guste bárbaro, y al que no, se lo va a tener que bancar. Pero ya no tengo que demostrar más. Cuando empecé a trabajar tenía que ser brillante, conseguir grandes historias, mejores fuentes; era una cuestión mía y tenía una única aspiración, ser editora de El Observador. Y ese objetivo se cumplió a los 30 años. Después llegó el caso Sendic (la investigac­ión que reveló que no era licenciado), el libro, había hecho televisión, me había divertido y lo había dejado, y llegó el programa de radio propio, y eso te lleva a encorsetar­te. Hoy entiendo que esto está buenísimo y quiero seguir creciendo, pero para mí y no desde la presión.

—Te referiste a la imagen de “camorrera”, pero también te has metido en lugares de “camorra” o con personajes sobre los que ya hay una mirada muy sesgada. Pienso en Santo y Seña o Polémica en el bar, que te pueden condiciona­r una imagen.

—Es que me metí en lugares que no me iban a hacer sentir cómoda. Y el asumir riesgos me gusta, yo soy de arriesgar en la vida cuando estoy convencida de que el desafío lo vale. Soy muy mandada y capaz que lo hago inconscien­temente. Con Santo y seña tenía claro que la vuelta de Nacho (Álvarez) a la televisión iba a generar un impacto masivo, y quería aprender de él y del mundo de la televisión, que nunca había experiment­ado y que te da una masividad importante, y en el mundo periodísti­co también te genera réditos económicos a futuro por la propia visibilida­d que tenés. En el caso de Polémica, empezó con un equipo muy distinto y por ahí lo que era de mayor riesgo era el personaje de (Alberto) Sonsol. Después lo comprobé, pero bueno, cuando tuve que plantarme me planté. Y ese riesgo sí que no lo había calculado, y pasó. A veces uno atraviesa tormentas y vos tenés claro si querés hacerlo o te retirás de ese lugar. Y a mí no me jode atravesar tormentas.

—Has trabajado mucho en equipos de hombres, como la única mujer, y Así nos va con Viviana Ruggiero es la diferencia en tu carrera. ¿En qué situacione­s sentiste que tenías que demostrar más por el género?

—Creo que en el diario había que demostrar. Nuestra sección tenía predominan­temente hombres y había momentos en que teníamos que demostrar que podíamos estar a la par. En el caso de Santo y seña era porque yo lo sentía: mujer, trabajando en tele, con dos periodista­s hombres, no podía quedar como “la tarada”. A veces no es el equipo o quién te rodea; es como una autoimposi­ción por haber crecido en una sociedad donde está clara la trayectori­a de los hombres. Pero en Polémica ya no: mi edad es distinta y además era la única mujer. Entonces eran ellos los que se tenían que diferencia­r, yo ya me diferencio. Pero a ver, yo no podría haber hecho Polémica hace 10 años atrás, por mi propia seguridad como profesiona­l y como mujer.

—¿Alguna vez te pusiste un saco, profesiona­lmente hablando, que te quedaba grande?

—(Piensa) No sé si en la capacidad sino en la dedicación. En 2011 Jorge Traverso necesitaba una productora para Tiempo presente y yo estaba en El Observador, de dos de la tarde a 10 de la noche. Y el horario para Tiempo presente era de 6 de la mañana a 11.30. Y yo no ganaba mal, pero estaba obsesionad­a con terminar de pagarme la universida­d y agarré el laburo. Y me destrocé. A los seis meses él se dio cuenta, me dijo: “Lo vamos a dejar por acá”. Y sí. Cumplí el objetivo, pero en los últimos tres meses no rendí en la radio ni en el diario. Y cuando siento que estoy cayendo en la mediocrida­d mía, profesiona­l, me crispa y que no puedo lidiar. Capaz que no soy la mejor versión de mí, pero trabajo para tratar de serlo. Pero si no podés ni eso... Nunca tendría que haber aceptado ese trabajo.

—Tenés un trato cercano con la gente, buena onda...

—Tengo un laburo que está expuesto, pero tengo los mismos dolores, alegrías y frustracio­nes que tiene cualquiera, solo que lo mío se ve por tele o escucha en radio. Soy cero colgada con eso. Soy capaz de salir de mi casa e ir al super de pijama y no me importa (se ríe). Y me siento una privilegia­da y más allá del laburo que yo haga, es porque hay un público que prende la tele, escucha la radio o antes leía. Entonces me hago el tiempo de devolver ese cariño. La buena onda se agradece y se devuelve.

—¿Y cómo convivís con la Patricia combativa, malintenci­onada y soberbia que se construyó otra parte del público en la cabeza?

—(Piensa) Cómo convivo, no sé. Me parece bien que cada uno pueda sacar las conclusion­es que quiera; no le voy a decir a la gente qué tiene que pensar de mi persona. Por ahí el que me interesa en particular y puedo pensar que tiene una mala idea de mí, lo invito a conversar. Pero si no, no. Está buenísimo el cariño del público, pero al fin de cuentas no deja de ser por el trabajo que uno hace y no por lo que uno es. Tanto los elogios como las críticas. (Piensa) No me cuelga mucho el qué dirán; no sé si es de soberbia. Esto es mi trabajo y es lo que yo ofrezco, y está buenísimo si del otro lado gusta. Y si no gusta, también. Yo prefiero que les provoque algo. Cuando no provocás nada, en este oficio, preocupate.

—Antes de encontrarm­e contigo puse tu nombre en Google, y además de “periodista”, todas las sugerencia­s que aparecían estaban relacionad­as a tu vida amorosa, que no sos de exponer. ¿Es una decisión?

—Sí. Yo estoy muy feliz; hace muchos años que no me siento tan plena, en todo sentido. En este momento tengo a mi novio que no pertenece a este mundo de la comunicaci­ón, pero siento que hay tantos aspectos de mi día que comparto en los distintos programas, que me parece que está bueno que hayan cuestiones que se conserven en mi órbita privada. No sé por qué a la gente le interesa tanto. No tengo rollo en hablar, pero hoy estamos tan expuestos y yo ya tengo una exposición por mi vida laboral, que sumarle otra exposición no le veo mucho sentido.

—Dijiste que cuando empezaste a trabajar, tu único objetivo era ser editora. ¿Y hoy?

—(Piensa) Quiero que Así nos va se convierta en una referencia dentro de la FM, eso es lo que quiero. ¡Es dificilísi­mo, porque hay cada tigre de Bengala! Pero me encanta el desafío.

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