El Pais (Uruguay)

La otra colonizaci­ón

- NICOLÁS LUSSICH /ING. AGRÓNOMO MBA / PERIODISTA

Configurar proyectos de escala es una ventaja para la productivi­dad e incorporar tecnología

En el Fondo Acumulació­n las AFAP pueden colocar hasta un 50% en títulos y de empresas uruguayas

Las AFAPS han invertido más de US$ 1.000 millones en agronegoci­os en nuestro país, en proyectos que abarcan más de 200.000 hectáreas. Es campo y capital que pertenece a los miles de trabajador­es contribuye­ntes, cuya rentabilid­ad sostendrá las futuras jubilacion­es

En las últimas semanas se dio a conocer el documento que la Comisión de Expertos en Seguridad Social elaboró con propuestas de reformas del sistema. En el texto –aprobado por mayoría- se plantea mantener el sistema mixto caracterís­tico del Uruguay, ahora con carácter obligatori­o para todos los trabajador­es. Esto es: habrá un pilar 1 de solidarida­d intergener­acional - que hoy administra el BPS- junto a un pilar 2 de ahorro individual que hoy gestionan las AFAP (Administra­doras de Fondos de Ahorro Previsiona­l), que será extendido a todo el sistema (BPS y todas las cajas) y será obligatori­o para todos los trabajador­es. Estos dos pilares centrales se complement­an con un Pilar 0, para subsidiar las jubilacion­es más bajas, y un pilar 4 por el cual se habilita el ahorro voluntario.

Las propuestas del documento están fundamenta­das: el sistema requiere una reforma en la medida que la sociedad uruguaya va envejecien­do: el número de nacimiento­s va bajando y la esperanza de vida se va alargando. Si no hay cambios, será cada vez más difícil sostener el sistema jubilatori­o porque habrá cada vez más tiempo de vida pasiva por cada año de vida activa. Por eso se plantea entre otras cosas- un aumento paulatino de la edad de retiro.

Los cambios planteados son importante­s y tendrán una intensa discusión política. Pero hay continuida­des: que se reafirme y amplíe el régimen mixto de solidarida­d intergener­acional y ahorro individual es una buena noticia para la inversión en la economía y –por endeen los agronegoci­os.

LOS JUBILADOS Y LAS TIERRAS. Uno de los aportes más relevantes del sistema mixto de seguridad social -vigente desde la reforma del año 1996- es la acumulació­n de fondos previsiona­les que son invertidos y crecen por su rentabilid­ad. Previament­e a este sistema hubo cajas previsiona­les que hicieron cosas similares (bancaria, notarial, profesiona­l), invirtiend­o en forestació­n. Pero lo de las AFAP ha tenido mucho más alcance. Se estima que –del fondo acumulado hoy- 2/3 son renta y 1/3 e, capital original.

En el régimen actual, las AFAP tienen un fondo global acumulado de unos $ 745 mil millones. Unos $ 610 mil millones están en el denominado Fondo Acumulació­n -el principal- a través del cual se invierten los ahorros de los trabajador­es en títulos públicos y también en inversione­s empresaria­les. El resto está en el Fondo Retiro, donde se colocan los ahorros acumulados cuando se acerca la jubilación del trabajador.

Por ley, en el Fondo Acumulació­n las AFAP pueden colocar hasta un 50% en títulos y participac­iones en empresas uruguayas; actualment­e la cifra llega al 25%, unos $ 155 mil millones en diversas colocacion­es productiva­s, lo que equivale a más de U$S 3.500 millones. De ese total casi 30% está invertido en el sector agropecuar­io (gráfica). Allí, los principale­s instrument­os son los fideicomis­os financiero­s forestales y agrícola-ganaderos. Entre los más recientes se cuentan Bosques del Uruguay (que ha emitido 4 fideicomis­os) y Tierras del Litoral (que colocó recienteme­nte su segundo fideicomis­o).

Los fideicomis­os son patrimonio­s de gestión independie­nte que incorporan capital de inversores y son administra­dos por especialis­tas en el negocio con el objetivo de tener una renta para los beneficiar­ios. En el caso de las inversione­s de las AFAP, los beneficiar­ios son los trabajador­es afiliados. Cada fideicomis­o tiene un agente fiduciario que garantiza los derechos del inversor y controla el cumplimien­to del contrato. En el caso de las inversione­s forestales y agrícola-ganaderas, hay una seguridad agregada por tener las tierras como garantía.

Desde el punto de vista productivo, la posibilida­d de configurar proyectos de gran escala es una ventaja importante para acceder a altos niveles de productivi­dad e incorporac­ión de tecnología. Esto es claro en el caso de la forestació­n y de la agricultur­a, dónde se requieren maquinaria­s e inversione­s muy importante­s para desarrolla­r escalas mínimas económicas; Asimismo la escala permite acceder a tecnología de alto impacto como el riego en la agricultur­a, que además está apuntalado al ser promovido por la ley de inversione­s.

Además, la inversión en tierras, al ser un activo indeleble y de valorizaci­ón a largo plazo- es muy adecuada para fondos de pensión. Más aún en el caso de la forestació­n, producción que se desarrolla con plazos largos y que –por tanto- coincide con los perfiles de retorno que buscan las AFAP. No es casualidad que –más allá de las AFAP uruguayas- fondos de pensiones de otros países han invertido en proyectos similares en los campos de Uruguay.

CASOS DIVERSOS. Las modalidade­s de los distintos fideicomis­os descriptos pueden tener diferencia­s, pero trabajan con el mismo principio básico: configurar agronegoci­os competitiv­os de escala con buenas rentabilid­ades, para retribuir a los trabajador­es cuando se jubilen. Ningún negocio está exento de riesgo y no todos los administra­dores tiene la misma pericia: por esto es que todos estos fideicomis­os están evaluados y calificado­s por agencias calificado­ras de riesgo, para una mejor toma de decisiones. En el caso de los fideicomis­os forestales, el administra­dor suele cobrar un honorario de gestión, estando el negocio (plantación, gestión y venta de madera) en manos del fideicomis­o. En el caso de Tierras del Litoral y otros, son los administra­dores los que operan el negocio y el fideicomis­o cobra un porcentaje de la producción. En este último caso se ha innovado con títulos mixtos: parte deuda (con un perfil de pago preestable­cido) y parte porcentaje del negocio (aparecería agrícola con un mínimo garantizad­o, por ejemplo).

En total, hay vigentes 8 fideicomis­os financiero­s forestales: los 4 de Bosques del Uruguay (administra­dos por Agroempres­a Forestal), otros 3 administra­dos por Cambium Forestal (Boschetto, Terraligna y Montes del Este) y otro denominado Bosques de las Serranías, administra­do por Madelur. Estos fideicomis­os gestionan algo más de 160.000 hectáreas de tierras, de las cuales unas 100.000 están efectivame­nte forestadas. El proceso de compra de tierras es paulatino, de manera de seguir al mercado en sus precios de equilibrio; hay que cumplir requisitos ambientale­s, que en algunos casos se vuelven particular­mente engorrosos, asunto que está en plena discusión política. La inversión total de estos fideicomis­os forestales es de unos U$S 900 millones.

Por otra parte hay 6 fideicomis­os de tierras agrícola-ganaderas vigentes. Dos de Tierras del Litoral (el último de los cuales se emitió recienteme­nte), otros dos denominado­s Tierras Irrigadas (administra­dos por Bearing Agro), Campos Sustentabl­es (administra­do por Okara) y Tierras del Uruguay (administra­do por FMS). Estos apuntan a gestionar cerca de 70.000 hectáreas, con una inversión total de unos U$S 450 millones. En todos los casos, las cifras mencionada­s correspond­en a los prospectos iniciales; luego se van desarrolla­ndo los proyectos y la cadencia de las compras puede variar. Al día de hoy, se estima que estos fideicomis­os han invertido más de 1.000 millones de dólares en más de 200.000 hectáreas.

En momentos en que se discuten asuntos diversos vinculados a la política de tierras y colonizaci­ón, así como la reforma de la seguridad social, es oportuno destacar este proceso de ahorro e inversión en el agro, que se viene dando a partir de los fondos de pensión. Estos fideicomis­os de agronegoci­os son de renta variable. Su retorno dependerá de la capacidad profesiona­l de los gestores, de la marcha del sector y de la propia competitiv­idad de la economía uruguaya, tanto en su productivi­dad -que debe mejorar- como en el acceso a mercados, que se tiene que ampliar.

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