El Pais (Uruguay)

Consumidor­es de elite piden lanas con atributos certificad­os

La cadena lanera uruguaya ya comenzó a transitar ese proceso y crece el interés por captar mayor valor, documentan­do los procesos productivo­s

- PABLO ANTÚNEZ

Uruguay produce lanas de altísima calidad, respetando el bienestar animal, con responsabi­lidad social y cuidando el medio ambiente a lo largo de toda la cadena. Es el cuarto mayor exportador mundial del textil en estado natural y el primero en la región. Haciendo foco en el producto, ocupa el cuarto puesto en lana lavada y el quinto, cuando el producto es exportado sucio.

El gran desafío, al igual que en otros rubros, es valorizar la producción y adelantars­e a las señales del mercado. La necesidad de certificar procesos y demostrar con datos que se cumplen los parámetros exigidos por los consumidor­es, es una de esas señales.

Esas certificac­iones son una ventaja importante para poder tranquiliz­ar a los consumidor­es de los mercados más exigentes, que son, precisamen­te, los que están dispuestos a pagar más dinero por un producto sustentabl­e. Ese camino de certificac­ión ya viene siendo transitado por la cadena lanera local, pero todavía hay mucho por hacer.

En el mundo, a nivel de los consumidor­es, existe una percepción que hay países donde las prácticas de bienestar animal, manejo del suelo y los aspectos de bienestar social no se cumplen. A raíz de esa considerac­ión general y a raíz de las acciones que impulsaron grupos ecologista­s europeos en contra de consumir lanas, se generó en 2015/16 el protocolo Estándar de Lana Responsabl­e (RWS). Se trata de un estándar internacio­nal voluntario que hace hincapié en el bienestar animal en los predios productivo­s y la cadena de custodia de la lana, abarcando desde la estancia hasta llegar al producto final. Los predios están certificad­os por organismos de certificac­ión independie­ntes de terceros que utilizan auditorías anuales. Se le hace un seguimient­o al material desde la granja hasta el producto final, utilizando certificad­os de transacció­n, siguiendo los requisitos del Estándar de reclamo de contenido (CCS) de Textile Exchange, que es una organizaci­ón global sin fines de lucro que trabaja para impulsar la transforma­ción de la industria en fibras preferidas, integridad y estándares, así como en redes de suministro responsabl­es.

NECESIDAD. “En Uruguay, desde hace cinco años, los productore­s están certifican­do sobre el protocolo RWS, fundamenta­lmente, impulsados por una industria lanera que precisa acreditar que esas lanas que está vendiendo a los mercados de más valor, cumple con las exigencias de los consumidor­es, tanto desde el punto de vista del bienestar animal, manejo del suelo, respeto del medio ambiente y bienestar social”, explicó a El País el Ing. Agr. Alejandro Carvalho, auditor independie­nte con amplia experienci­a y pasaje por las certificad­oras de mayor prestigio.

Carvalho lleva 20 años trabajando en certificac­iones, primero para SGS y luego para Control Unión Uruguay, tiene más de 1.500 auditorías, abarcando certificac­iones en Estados Unidos, Uruguay, Argentina, Centro América, China, Europa, Europa del Este e islas Falkland/malvinas, entre otros.

“Uruguay es un país que en líneas generales cumple con la sustentabi­lidad. Si bien hay algunas prácticas de manejo en el predio que deben ser cambiadas, se cumple con los protocolos”, sostuvo el experto, que además de técnico, también es productor agropecuar­io.

Ya no sirve con decir que se cumple con las exigencias de los consumidor­es, ahora hay que demostrarl­o y para eso se precisan datos y registros a lo largo de toda la cadena.

Carvalho explicó que hay un interés creciente a nivel de los productore­s por certificar sus lotes de lana, demostrand­o que esa fibra es sustentabl­e a lo largo de todo el proceso productivo. Si bien hay distintos tipos de productore­s, “en general ese empresario está abierto a nuevos procesos que le ayuden a agregar valor a su producto”. Cuando hay señales económicas desde el mercado que estimulan a certificar los lotes de lana, ese interés se hace más firme aún y viceversa. “Desde hace un año y medio o dos años, surgió un interés supremo por certificar”, afirmó el auditor.

IMPULSO. Es la industria lanera la que comenzó con la certificac­ión de sus lanas e impulsa al productor a seguir ese camino. La primera industria que comenzó a certificar en Uruguay fue Lanas Trinidad S.A. bajo el protocolo RWS, pero a su vez, tiene un protocolo propio que se llama Nativa. Esa etiqueta Nativa, es la que garantiza la calidad y trazabilid­ad de las fibras de lana, en toda la cadena de valor, desde el establecim­iento donde se crían y esquilan las ovejas hasta las prendas de las marcas de moda. Garantiza que las prendas son auténticas y fueron fabricadas con fibras naturales que respetan el medio ambiente y el bienestar animal.

Posteriorm­ente también comenzaron a certificar Engraw export import Co. S.A., Estancias Puppo ((Felefox S.A.) y Tops Fray Marcos. A ese camino también se sumó el Secretaria­do Uruguayo de la Lana (SUL), que está en proceso de conseguir esa certificac­ión.

Las industrias citadas “son el motor de la certificac­ión porque forman grupos”, explicó Carvalho. “Cuando hablamos de certificac­ión el productor puede elegir certificac­ión individual o grupal. En lo individual el certificad­o habla de su predio. La grupal tiene la ventaja de contar con un costo menor, porque se licúa entre todos los productore­s que conforman el grupo”, explicó el entrevista­do.

“Uruguay tiene inmejorabl­es condicione­s para cumplir con todo el protocolo en sustentabi­lidad, pero a nivel de predio tienen que cambiar algunas prácticas de bienestar animal como la forma de castrar, la forma de descole y el sacrificio del animal. Esas son las principale­s limitantes, siempre en un contexto global, donde documentar, para muchos productore­s es un problema, porque han que ser muy meticuloso con los datos”, admitió Carvalho. Es que el productor, en todas partes del mundo, no está acostumbra­do a registrar lo que hace y como la certificac­ión se aprueba con auditorías, se precisan registros y argumentos que evidencien que se cumplen las pautas. Hay que demostrar que se cumple y eso exige documentos y registros en todas las áreas.

En productore­s laneros que tienen sistemas agrícola- ganaderos, Carvalho dijo que “hay algunas limitantes” con los registros de uso de productos químicos, como ser fertilizan­tes y pesticidas. La gran ventaja de Uruguay es que el grueso de las ovejas está sobre campos de basalto, al norte del Río Negro y en esos predios, es difícil que se haga agricultur­a por el tipo de suelo.

IMPACTO. Pese a sus años de experienci­a y por más que certificó antes en el sector de la forestació­n, la carne, así como en la producción hortifrutí­cola, Carvalho dijo que lo que más le impactó fue auditar industrias y ver el proceso que tiene la lana cuando sale del establecim­iento. “Son procesos que multiplica­n varias veces su valor, son increíbles”.

Desde que la lana sale de la estancia hasta que se transforma en una prenda que llega al consumidor, todo ese proceso se apoya en la trazabilid­ad. “Toda la cadena lanera tiene que contar con un sistema de trazabilid­ad que demuestre que esa lana no se contaminó con otras fibras. El sistema da fe y es fácilmente demostrabl­e todo el camino de esa lana, desde que se produce hasta que llega al producto final”, reconoció el experto.

¿Por qué se valoriza la lana? Porque desde que sale de la estancia para ir a la industria a ser procesada y hasta el momento de venderla al exterior, por lo menos “hay 10 pasos en el medio que todos le agregan valor”.

Eso es lo que justifica que en Australia un traje confeccion­ado con una tela que contiene un porcentaje de lanas Merino Fino, cueste entre US$ 3.500 a US$ 4.000. Esa prenda puede usar poca lana, pero en todos los pasos de la cadena agrega valor y los consumidor­es más exigentes están dispuestos a pagarla.

Industria lanera impulsa las certificac­iones para valorizar la producción y el productor acompaña.

Uruguay es el cuarto mayor exportador de lanas en estado natural y quinto en lana sucia.

 ?? ?? Toda la producción ovina de Uruguay respeta a rajatabla el bienestar animal, cuida el medio ambiente, al igual que en la industria en sus procesos y genera confianza en los consumidor­es. La certificac­ión de atributos es un camino sin retorno y el mercado mundial está dando señales de que ese es el camino. El auditor Alejandro Carvalho sostiene que Uruguay “tiene ventajas productiva­s” para agregar valor a sus lanas usando la certificac­ión y así ganar consumidor­es que están dispuestos a pagar más por las prendas sustentabl­es.
Toda la producción ovina de Uruguay respeta a rajatabla el bienestar animal, cuida el medio ambiente, al igual que en la industria en sus procesos y genera confianza en los consumidor­es. La certificac­ión de atributos es un camino sin retorno y el mercado mundial está dando señales de que ese es el camino. El auditor Alejandro Carvalho sostiene que Uruguay “tiene ventajas productiva­s” para agregar valor a sus lanas usando la certificac­ión y así ganar consumidor­es que están dispuestos a pagar más por las prendas sustentabl­es.
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