Reflexiones sobre el referéndum
Para algunos, en el reciente reférendum ambos contendientes triunfaron. La izquieda porque superó la votación de la segunda vuelta en el 2019, el oficialismo, en tanto mantuvo vigentes los cientos treinta y cinco artículos de la LUC. Para otros, según el peso que atribuyen a cada argumento, el ganador se desplaza entre uno y otro. Sin embargo estos juicios no serían los mismos si atendieran a los justificaciones que para promoverla, expresamente manifestaron los impulsores de la consulta. El Frente Amplio y “las fuerzas sociales” fueron claras y reiterativas, no se pretendía impugnar la gestión de gobierno sino solamente derogar artículos de una ley contrarios a las tradiciones del país y nefastos para su futuro. Lo dijo muchas veces Fernando Pereira y lo repitieron en tono didáctico los restantes dirigentes frentistas, temerosos que la popularidad del presidente incidiera en el resultado.
Pues bien, si esa fue la razón para proponer la medida, un acto cívico complejo que supuso una profunda movilización ciudadana, no cabe duda que estos fueron plenamente derrotados: para desgracia de nuestra República, los incalificables 135 artículos se mantendrán vivos y activos durante el resto del período de gobierno. Sus impugnantes no consiguieron derogarlos y por tanto su objetivo, pese a incomprensibles festejos, no fue conseguido. La mayoría de los orientales, conforme con las normas cuestionadas, denegaron abrogarlas. Otra cosa, de diferente naturaleza, es el análisis político, la previsión y valoración de las posibles consecuencias del referéndum para la futura gobernabilidad del país. Un panorama donde se acumulan impresiones (no otra cosa son las mías), según las ideologías en juego.
En este plano, que insisto no es el de la campaña, salvo que se dude de la sinceridad de los frentistas, me animo a conjeturar que lo sucedido no tendrá consecuencias importantes. En tanto, salvo quizás en sus expectativas, ninguno de los contendientes fue gravemente tocado. Los resultados globales son un calco de los obtenidos en segunda vuelta de 2019 con una alteración de no más de doce o trece mil votos a favor del F.A. Menos del 0.5%, y ello sin adjudicar sesgo a los votos en blanco y en un plano menor, a los anulados. Para el gobierno un buen resultado, manteniendo apoyos, en general no fáciles luego de dos años de gestión. Igual para el Frente que conserva su caudal electoral. No tanto para el país que sigue dividido entre interior y capital.
Es cierto que en esta ocasión bajó la participación ciudadana, pero hasta eso resulta normal dada la especial naturaleza de esta consulta. Incluso parecería que la coalición multicolor sufragara mejor cuando la instancia electoral implica directamente a los candidatos de sus partidos constituyentes. Tal como ocurrió en las elecciones parlamentarios del 2019, o en las departamentales del 2021, cuando, ellos fueron los electos. Esto a diferencia de aquellos casos donde se juzgó su accionar (aceptación por la coalición de candidato único y compartido a presidente en el balotaje o, como ahora ocurrió, medidas políticas adoptadas por ella mediante la LUC.) Lo cual revela algo también sabido: la fragilidad de la coalición de gobierno y la dificultad para predecir hoy, con estos resultados, lo que sucederá en el 2024.
Me animo a conjeturar que lo sucedido en la votación no tendrá consecuencias importantes.