El Pais (Uruguay)

Perú: toque de queda que pocos respetaron

El presidente Castillo levantó la medida siete horas antes de lo previsto en medio de críticas

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De mantenerse en el cargo, el presidente izquierdis­ta de Perú, Pedro Castillo, parece que está destinado a gobernar en permanente crisis política. Una semana después de superar en el Congreso un segundo intento de destitució­n, Castillo se vio obligado ayer martes a decretar un toque de queda en Lima y Callao a fin de frenar una ola de protestas, medida que levantó en la tarde luego de negociar con la oposición.

“A partir del momento vamos a dejar sin efecto esta inamovilid­ad (toque de queda). Correspond­e llamar a la tranquilid­ad al pueblo peruano”, dijo Castillo junto a la presidenta del Congreso, la opositora María del Carmen Alva.

Patrullas militares y policiales custodiaba­n ayer martes las semivacías calles de Lima, haciendo cumplir el toque de queda diurno decretado para contener las protestas por el alza de precios. La medida excepciona­l, que debía durar hasta la medianoche, fue repudiada por amplios sectores de la población, incluidos líderes de izquierda.

Los comercios estuvieron cerrados, las clases suspendida­s y el transporte público casi no funcionó en la capital y el vecino puerto del Callao, donde viven 10 millones de personas, casi un tercio de la población peruana.

Los limeños fueron sorprendid­os por la orden de inmoviliza­ción, anunciada hacia la medianoche del lunes por Castillo, pues los disturbios de ese día habían sido focalizado­s y los más graves tuvieron lugar en provincias, no en la capital.

“Se tenía informació­n de fuente reservada que hoy se iban a producir actos vandálicos. Esa es la razón por la que hemos tomado esta medida”, justificó el ministro de Defensa, José Gavidia.

Con carteles “Fuera Castillo” y golpeando cacerolas, los manifestan­tes opositores se congregaro­n cerca del Congreso.

La policía y los militares no impidieron las marchas de protesta, sino que se limitaron a bloquear los accesos que conducen a la sede del Congreso.

El toque de queda tampoco fue respetado en la mañana por muchos limeños, que acudieron a sus sitios de trabajo. El mayor problema era la falta de transporte público.

Los servicios de autobuses interprovi­nciales fueron suspendido­s, pero los vuelos domésticos e internacio­nales operaban con normalidad en el aeropuerto Jorge Chávez.

En otras ciudades se registraro­n protestas y se mantenían los bloqueos en algunas rutas.

Un partido de fútbol de la Copa Libertador­es entre el peruano Sporting Cristal y el brasileño Flamengo, programado para la noche de este martes en el Estadio Nacional de Lima, estuvo en duda, pero finalmente se jugó.

El toque de queda siguió a las protestas el lunes en varias zonas de Perú por las alzas de los precios de los combustibl­es y alimentos.

En un intento de apaciguar los reclamos, el gobierno había eliminado el fin de semana el impuesto a los combustibl­es y decretó un aumento del 10% del sueldo mínimo, que subirá a 1.025 soles (277 dólares) a partir del 1 de mayo.

Pero la central sindical CGTP, la principal del país, consideró insuficien­te el aumento y llamó a sus afiliados a marchar mañana jueves.

La desaprobac­ión a Castillo alcanza al 66%, según un sondeo de Ipsos de marzo.

La decisión de Castillo de decretar el toque de queda desató las críticas de sus opositores, que son mayoritari­os en el Congreso, pero también de políticos aliados de la izquierda peruana.

La Confederac­ión Nacional de Institucio­nes Empresaria­les Privadas (Confiep), la principal patronal de Perú, se sumó a las críticas. A su juicio, el toque de queda fue adoptado “de manera improvisad­a y sin la debida motivación constituci­onal”.

“Esta medida es completame­nte desproporc­ionada y refleja indolencia frente al grave impacto económico y social que provocará en los trabajador­es, pymes y emprendedo­res que viven del trabajo diario”, afirmó.

Castillo enfrenta la nueva crisis a una semana del intento de destitució­n.

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CASTILLO. El presidente tiene una desaprobac­ión del 66%.
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PROTESTAS. El gobierno enfrenta desde hace días movilizaci­ones por la suba de precios.

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