Láser vaginal para tratar la incontinencia urinaria
Especialista afirma que debe ser la terapia de primera línea por sus ventajas
El láser vaginal para tratar la incontinencia urinaria de esfuerzo es la técnica más moderna disponible en el país. A juicio del ginecólogo Jorge Arena, “va a ser el líder en el tratamiento”, dado que le ofrece a la mujer una tasa de éxito del 80% sin requerir internación ni anestesia general ni la colocación de “un cuerpo extraño” como sí lo requiere la cirugía. Esta última opción “va a quedar confinada para el 20% de los éxitos subóptimos porque siempre hay una respuesta al láser”, dijo en entrevista en el ciclo Calidad de Vida en El País.
La incontinencia urinaria de esfuerzo es aquella que se produce ante la tos, la risa o cualquier esfuerzo físico “hasta el grado más grave en la vida cotidiana que es al caminar”.
Además del láser, la paciente puede realizar fisioterapia, ejercicios para fortalecer el suelo pélvico o someterse a una cirugía. Por esta se le coloca una especie de malla “que hace un cabestrillo para devolver los órganos a su sitio”.
Existen dos tipos más de incontinencia urinaria: la de urgencia, por la cual existe una sensación de micción imperiosa por la cual la persona no logra llegar al baño para orinar; y la incontinencia urinaria mixta. La de urgencia puede ser tratada con fármacos.
TRATAMIENTO. El láser vaginal se aplica del mismo modo que una ecografía transvaginal. No solo es útil para tratar la incontinencia urinaria de esfuerzo sino también el síndrome urinario de la menopausia que se define como el conjunto de síntomas y signos asociados con la disminución de estrógenos que se relacionan con cambios en los labios mayores y menores, introito, vestíbulo vulvar, clítoris, vagina, uretra y vejiga.
“El láser es un muy buen competidor de la cirugía porque tiene un éxito del 80% (la cirugía tiene una tasa de éxito del 90%) pero es una aplicación que dura 10 minutos, totalmente indolora y que se repite de tres a siete veces”, explicó Arena. Y afirmó: “Tiene notables ventajas. Creemos que es la primera línea de tratamiento”.
Esta técnica se aplica en el país hace seis años, pero todavía no está totalmente difundida. No obstante, su práctica ha crecido, particularmente en los dos últimos años, en lo que se redujo drásticamente el número de cirugías para incontinencia urinaria por la pandemia por covid-19. En cambio, “vimos muchas mujeres que encontraron en el láser una opción sin tener que internarse”, apuntó el ginecólogo en Calidad de Vida.
Una ventaja frente a la cirugía es que la paciente vuelve a su vida cotidiana en el mismo día de la aplicación y puede realizar ejercicio después de tres días.
INVOLUNTARIO. Si bien la incontinencia urinaria, definida como la pérdida involuntaria de orina, tiene mayor incidencia en las mujeres (entre el 20% y el 25%), esta patología también afecta a los hombres.
La principal diferencia es que en la mujer tiene más presencia a medida que envejece y en el hombre ocurre en la vejez tardía, es decir, a partir de los 80 años. Antes de esta etapa, se considera que el hombre es “retencionista” de orina durante gran parte de su vida. “Una vez que supera el retencionismo, se transforma también en población susceptible de perder orina”, señaló Arena.
Que la capacidad de micción no sea totalmente voluntaria depende de tres grandes factores: aspectos genéticos (“no hace la incontinencia quien quiere sino quien tiene una genética débil para que los mecanismos miccionales no estén óptimos en determinadas situaciones”, dijo el médico); una situación traumática secundaria a partos o al propio embarazo; y cambios hormonales, en particular, aquellos asociados al puerperio y menopausia.
“En general, la incontinencia urinaria se da cuando acontecen más de uno de estos factores. No hay una incontinencia urinaria propiamente hormonal o propiamente anatómica. Se combina la falla en estos grandes pilares para que aparezca la pérdida de orina como síntoma que afecta groseramente la calidad de vida de las mujeres”, expresó Arena.