Cristina, como evitando a Boric
En este momento, Gabriel Boric no es un presidente latinoamericano más, sino el más joven de los presidentes latinoamericanos y, sobre todo, representa una vuelta de página en la democracia chilena que insinúa la irrupción de una izquierda desprovista de populismo económico y de la cultura autoritaria que engendra regímenes de poder concentrado y culto personalista.
Su gobierno recién comienza y es posible que después pierda estos rasgos. Pero de momento, esto es lo que propone y tal vez persista en esa línea que lo distingue de las izquierdas autoritarias con modelos económicos que carecen de sustentabilidad.
Tal vez ese rasgo explique la falta de interés que mostró Cristina Kirchner por la visita del flamante presidente chileno. Resulta extraño que, recurriendo tanto a la palabra “progresismo” para definirse, no haya querido siquiera saludar personalmente a Boric, agradeciendo que la Argentina haya sido el destino de su primer viaje presidencial.
Que no haya ido a recibirlo en la Casa Rosada puede entenderse, aunque no justificarse, en el marco de su agrio enfrentamiento con Alberto Fernández. Pero que la vicepresidenta, que es también la presidenta del Senado de la Nación, no haya estado para recibir al presidente chileno en el Congreso, no se explica por la interna salvaje que mantiene al gobierno argentino en estado catatónico.
Una explicación posible es que Cristina Kirchner haya querido destratar a Boric. ¿Por qué razón? Posiblemente, haya dos razones. Una, está en las diferencias marcadas por el presidente chileno en política internacional y en economía con visiones como las que expresa el kirchnerismo. La otra razón posible es que Cristina considere que Boric visitó Argentina como apoyo a Alberto Fernández en la disputa que mantiene con ella.
Así como está convencida de que el acuerdo sobre la deuda evidencia que el FMI quiso darle una mano al atribulado presidente argentino y por eso fue flexible en temas donde normalmente no tiene flexibilidades, también puede sospechar que Boric se identifica con quienes representan posiciones moderadas jaqueadas por posiciones radicales en sus propios espacios políticos.
No parece descabellado. La coalición de izquierdas que llegó al poder en Chile, tiene tensiones internas por las diferencias en las posiciones sobre cuestiones claves. Lo prueba el hecho de que a la asunción de Boric no haya sido invitado el dirigente comunista Daniel Jadue.
Un sector de la coalición chilena piensa, igual que Cristina Kirchner, que no se puede juzgar con la misma vara las violaciones de derechos humanos de regímenes izquierdistas y de regímenes derechistas. Esas izquierdas defienden al régimen de Maduro y al de Daniel Ortega, mientras tienden a guardar silencio frente a la catástrofe humanitaria que está causando Vladimir Putin, brutal líder ultraconservador de Rusia que asiste con armas y con agentes de inteligencia a esas dictaduras latinoamericanas.
En cambio Boric denuncia las violaciones de derechos humanos aunque quienes la cometan tengan discursos y poses izquierdistas.
Cristina parece no soportar que alguien que supuestamente está en su misma vereda, actúe de ese modo. Y tampoco acepta que Boric sostenga que los gobiernos progresistas no deben descuidar la macroeconomía porque las políticas económicas deficitarias terminan frustrando los esfuerzos para generar equidad social.
Aunque Néstor Kirchner pensaba lo mismo sobre déficit y superávit, por lo que promovía los “superávit gemelos”, el kirchnerismo se corrió hacia un populismo más radicalizado que considera “neoliberales” a las posiciones como la de Boric.
No obstante, lo que más rencor le estaría produciendo a Cristina es considerar que Boric vino a darle apoyo a Alberto por estar ambos en situaciones similares.
La gran diferencia con el presidente argentino, es que Boric es enteramente dueño de su cargo porque a la candidatura la ganó en comicios internos venciendo a Jadue, el candidato del ala dura. En cambio, Fernández le debe la presidencia a su vicepresidenta porque ella decidió que él encabece la fórmula presidencial.
Lo que tienen en común ambos mandatarios podría ser parte de la explicación del apoyo de Boric a su colega: los dos expresan posiciones moderadas que sufren, en el caso argentino, y podría empezar a sufrir, en el caso chileno, el asedio de los “socios” duros.
Lo que más rencor le produce a Cristina es considerar que Boric vino a darle apoyo a Alberto por estar ambos en situaciones similares.