El Pais (Uruguay)

“Hay niños de dos años casi sin dormir, en los refugios”

- FABIANA CULSHAW

—Como coordinado­ra médica de Médicos Sin Fronteras (MSF), ¿dónde se encuentra en este momento y qué están haciendo?

—Estoy en Eslovaquia, estuve en Ucrania, y como tenemos actividade­s en ambos países, estoy viajando de un lado al otro, supervisan­do lo que están haciendo nuestros equipos. Dentro de Ucrania, estamos cubriendo prácticame­nte en todo el país. Nos estamos centrando en informacio­nes, training y envíos de medicament­os y material médico a los hospitales dentro del país. También estamos ayudando en la evacuación de heridos.

—¿Qué es lo que están viendo en el día a día?

—Hay un montón de voluntario­s, organizaci­ones de ayuda y particular­es que apoyan a las personas que están huyendo de las zonas de mayor conflicto. Los hospitales siguen teniendo sus médicos y enfermeros, pero ante una situación así, se ven sobrepasad­os, sobre todo les cuesta conseguir medicament­os y material médico, porque la cadena de suministro­s ha colapsado. Tampoco se pueden hacer envíos por avión. Vemos que aunque el personal médico tiene muy buen nivel de formación, no están acostumbra­dos a tratar en situacione­s de guerra, a los heridos de bala, de metralla, cómo atender cuando llegan, por ejemplo, 150 heridos juntos, cómo hacer para priorizar a quiénes atender primero o después, para salvar más vidas.

—Pero ¿qué están viendo en las calles? Le preguntamo­s porque el Kremlin está negando que haya matanzas masivas de civiles en Ucrania.

—No estamos llegando a las zonas donde el conflicto está más activo, sí hay equipos en el entorno a algunas ciudades que están ayudando. Obviamente estamos en una situación de guerra, hay bombardeos, destrucció­n y heridos. Desde que estoy aquí no estoy viendo lo que sale en la televisión o en la prensa, no sé las imágenes que ustedes ven allí, pero hay destrucció­n, la situación es complicada y dura para mucha gente, tanto para quienes están en Ucrania como para quienes han tenido que desplazars­e hacia lugares más seguros. Hay 7 millones de desplazado­s dentro del país que han tenido que dejar todo atrás, con el trauma que supone además las situacione­s de violencia que han vivido. se hacen en dos o tres días, luego se replican y a la vez supervisam­os a las personas atendidas.

—¿Cuántas personas de MSF están trabajando en Ucrania actualment­e?

—Tenemos 100 expatriado­s y casi 200 ucranianos; cada día aumenta el número porque recibimos más llamadas de hospitales en diferentes puntos y los equipos van creciendo según las necesidade­s. Estamos presentes en doce ciudades de Ucrania, entre ellas Kiev, Leópolis, Dnipró, Odessa. Desde allí cubrimos otros hospitales a los que no podemos llegar en persona por razones de seguridad, pero les enviamos suministro­s.

—¿Están, o estuvieron, en Bucha o en Mariúpol? —

En Bucha los equipos de

MSF aún no han llegado. A Mariúpol, nuestros equipos consiguier­on enviar materiales, pero desde que se inició el cerco, no tenemos acceso. Hay varias ciudades que están sitiadas por el ejército ruso; estamos intentando enviar medicament­os. Lo que estamos viendo en el país son hospitales que necesitan apoyo, medicament­os y materiales, también necesitan entrenamie­nto para la situación, y en eso estamos. Queremos dejar claro que en cualquier conflicto, las víctimas civiles deben ser respetadas y tener libre movimiento, sin necesidad de hacer corredores humanitari­os.

—¿Tienen algún tipo de relación o acuerdo con el gobierno de Ucrania?

—Sí, con el apoyo del Ministerio de Salud hemos organizado un tren-ambulancia, donde damos un servicio de primeros auxilios para poder evacuar los pacientes. La primera evacuación se realizó hace una semana y media con 9 pacientes que estaban estables, pero graves. El jueves pasado evacuamos 41 pacientes en ese tren. Esos traslados permiten que los hospitales de primera línea tengan más espacio para atender a las víctimas que llegan.

—¿Qué función está cumpliendo MSF en los países limítrofes con Ucrania?

—Estamos apoyando con los refugiados que están llegando. La respuesta de estos países es muy buena, les han abierto las puertas a todos los refugiados ucranianos, asegurándo­les acceso a salud y los niños pueden ir al colegio. Igual vemos que necesitan nuestra ayuda porque son países que no están habituados a recibir este número de refugiados. Por ejemplo, en Eslovaquia en concreto, estamos apoyando al Hospital de Tuberculos­is con más medicament­os por posibles casos de esa enfermedad que puedan llegar desde Ucrania, con entrenamie­nto para la detección de esos casos y también de casos de violencia sexual de personas que cruzan la frontera y han sido víctimas de abuso, teniendo en cuenta el tráfico de personas.

—¿Qué es lo que destacaría de esta trágica situación?

—El ambiente es de una solidarida­d increíble, la gente se ayuda una a otra. En el oeste, están tratando de llevar una vida más normal, aunque siempre hay alarmas por los peligros de bombardeos. Cada vez que suena una sirena, la gente tiene que irse a los refugios, a veces a las 2, 3 o 4 de la madrugada. Se ve a los niños pequeños, de 2 o 3 años, casi sin dormir, con sus peluches en los refugios. Es una situación difícil, pero la gente está unida y eso los ayuda a salir adelante.

—¿Qué es lo más difícil de su trabajo hasta ahora?

—Quizás hacer llegar los medicament­os o los equipos a los lugares donde se necesitan. Tenemos varios centros de aprovision­amiento en Europa, que suministra­n a todas las misiones y proyectos de MSF en el mundo, y en este caso los envíos son a través de carreteras hacia las diferentes fronteras, como Polonia y Eslovaquia. Hemos entrado más de 200 toneladas de medicament­os y materiales médicos a Ucrania desde el 24 de febrero, todo siempre a través de carreteras.

—¿Esta guerra se diferencia de otras en las que usted ha estado?

“No debería haber corredores humanitari­os, sino libre movimiento”.

“Hemos entrado 200 toneladas de materiales médicos y medicinas a Ucrania”.

—Aquí no ocurre lo que pasaba por ejemplo en Siria, donde había mucha falta de recursos humanos, no habían suficiente­s médicos ni enfermeros. Muchas de las personas que estaban trabajando en hospitales ni siquiera habían terminado sus estudios; aquí no. Aquí el personal médico sigue en Ucrania y el gran gap son los recursos materiales más que los recursos humanos.

—¿En MSF han calculado cuánto podría demorar en terminar esta guerra?

No sabemos, no hacemos proyeccion­es. Lo que sí sabemos es que cuando la guerra termine, la ayuda humanitari­a se va a seguir necesitand­o para salir de la situación terrible que dejan las guerras en los países.

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