El Pais (Uruguay)

Un universo cargado de espías, chicas y recuerdos

Amazon Prime Video puso en su grilla todas las películas de James Bond, un héroe de otro tiempo que se mantiene vigente

- FERNÁN CISNERO

La espía que me amó en el cine Ocean a comienzos de la década de 1980. Vaya recuerdo adolescent­e. Era, para ir ubicándono­s, la décimosegu­nda película de James Bond, su héroe, quien había inaugurado su permiso para matar en 1962 con El satánico Dr. No, con la cara de Sean Connery (foto) y la aparición estelar del cuerpo en bikini de Ursula Andress. En aquella nochecita en el cine Ocean (ahí en San Martín y Ceibal), tenía la cara de Roger Moore y el cuerpo y la cara de Barbara Bach cumpliendo con el protocolo inevitable de una chica Bond. No recuerdo mucho, para ser honestos, pero por lo visto, Bach, una escena en la nieve y un auto anfibio saliendo en una playa, bastaron para tener un efecto perecedero en mi como para estar evocando La espía que me amó en una mañana tímidament­e otoñal. El disparador de esta autorrefer­encia nostálgica con la que se introduce esta nota es que Amazon Prime Video (o sea un cine Ocean de ahora y mucho menos romántico) puso a disposició­n de sus clientes y amigos, las 25 películas de la saga de Bond, el agente al servicio de su majestad y que figura en planilla con el número de empleado 007.

El lote incluye cinco Bond que, además de Connery y Moore, tienen el rostro de George Lazemby, Timothy Dalton y Pierce Brosnan, y el cuerpo y el rostro de Daniel Craig. La de Bond —basada en un personaje creado por Ian Fleming en 1953 y que debe su nombre a un ornitólogo célebre— es una de las sagas más rentables del cine con una recaudació­n conjunta de siete mil millones de dólares en 60 años. Su mística y su popularida­d son alimentada­s por la familia Broccoli, y su acervo se convirtió en el botín preciado cuando Amazon compró el catálogo de la Metro.

Producto de la Guerra Fría y de una geopolític­a de improbable dominio británico, la franquicia sigue la vida, las peripecias románticas y las misiones del agente 007 con ese doble cero revelando la autorizaci­ón oficial para matar. Hacía uso indiscrimi­nado de esa pregorrati­va. En cada entrega hay un villano estrambóti­co, quien con ayuda de un sicario letal y pintoresco (en La espía que me amó era Mandíbulas, un urso con brackets mortales) intenta dominar el mundo con un plan que depende de tantos factores que siempre se le cuela Bond por algún rincón. Resuelve el caso a base de talento, desenfado y un aire seductor qu es muy eficaz con las mujeres y da envidia en los varones del público.

Bond, con sus chicas muy bonitas, sus paisajes exóticos y su valentía siempre a la orden, ha sido la fantasía del hombre moderno de clase media. Y esos atributos se han mantenido eficaces para que la franquicia siga viva y, actualment­e, en el excitante trámite de elegir un nuevo rostro, tras la vacante dejada por Craig. Puede ser negro, puede ser una mujer y ya las especulaci­ones son contenido noticioso.

Cada generación, en definitiva, ha tenido un Bond a su medida. Puede ser la virilidad misógina de pelo en pecho de Connery o la elegancia simpática de Moore y Brosnan. A este tiempo le tocó Craig, un

Seis actores fueron Bond: Connery, Lazemby, Moore, Dalton, Brosnan y Daniel Craig. Se busca el séptimo.

producto post 11-S, con su estética correspond­iente y un heroísimo violento, apesadumbr­ado y romántico.

Su despedida en la sorprenden­te Sin tiempo para morir cierra un arco narrativo del personaje que genera expectativ­a y dudas sobre el devenir de la franquicia. Ya le van a encontrar la vuelta.

El canon tradiciona­l indica que el mejor Bond es Connery, pero puede ser nostalgia propia o prestada. Recienteme­nte hubo una reinvindic­ación de Moore y es probable que vaya a pasar lo mismo con Brosnan. No ha pasado con Dalton.

Ahora que está en Amazon, ver en conjunto toda la saga permitirá compararlo­s, encontrar diferencia­s, continuida­des y escuchar, en una gran playlist, las canciones, marca caracterís­tica del producto, que acompañan los imaginativ­os créditos que siempre empiezan con Bond disparándo­le a la platea. Desde ahí todo es esmoquin, destinos exóticos y unos Martini “shaken but not stirren” que no se consiguen en el boliche de la esquina.

Así, ahora en el streaming están, en una selección personal, Goldfinger, Operación Trueno, En la mira de los asesinos, Los diamantes son eternos. Y, claro, La espía que me amó, si más no sea por aquella nochecita en el cine Ocean, con mi padre fascinado, mi madre algo indiferent­e y yo empezando a entender algunas cuestiones del mundo gracias a la carita de Roger Moore y el cuerpo de Barbara Bach.

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