El Pais (Uruguay)

La mujer maravilla que domina el mundo carne

El trabajo siempre es la primera y principal lección. Con él se sale adelante y se alcanzan los objetivos. Así lo entiende Elizabeth Misa

- MANUELA GARCÍA PINTOS

Es periodista. Es deportista. Siempre fue una excelente alumna. Estudio órgano. A veces canta. Está casada, tiene dos hijos. Nació en una carnicería. Además de todo eso, está a cargo de un frigorífic­o. No es la mujer maravilla, es Elizabeth Misa. Una mujer con energía, determinac­ión, capaz de enfrentar a un sindicato y llevar adelante las más difíciles negociacio­nes. El sexo que la define nunca fue un obstáculo; ni cuando se enfrentó a las reuniones de industrial­es, un mundo que hasta ahora era de hombres. ¿Fue difícil? Segurament­e lo haya sido, pero hoy ocupa un lugar que se ganó poniéndole pecho a la situación.

“No siento que tenga un límite por ser mujer. Tenía que estar en el frigorífic­o y en ningún momento me cuestioné por qué no habían mujeres liderando frigorífic­os. Sentí un vacío sí. Al estar en reuniones grandes me quedaba sola, no tenía con quien hablar. Muchas veces me volví llorando, pero esto me salió del lomo, de mis hombros, y estoy orgullosa de eso. Le digo a todas las mujeres que se propongan un objetivo y sigan adelante. Ser mujer no es un impediment­o, menos hoy. Las cabezas cambiaron y nos estamos potenciand­o. Hay lugar para todos”, dijo.

Durante mucho tiempo su padre no la dejaba ir a las reuniones de cámara. Le decía: “Los hombres no van a poder hablar, no van a poder decir malas palabras porque estas vos”. Pero respondió: “Yo soy tu realidad y soy la realidad de ellos. En algún momento voy a tener que ir a las reuniones”. Y sí, estaban las groserías y nunca faltaba el que decía “¡uh! perdón, Elizabeth!. “A ver, soy mujer pero no soy boba. Tengo dos hijos varones. Sé con lo que trato”, aseguró.

El periodismo le apasiona, pero tenía que empujar al negocio familiar y postergó el oficio. Su padre siempre le dijo: “necesito gente de confianza para quedarme tranquilo”. Así empezó la historia.

Rebobinemo­s algunos años. Enrique Misa (padre de Elizabeth y fundador de Las Moras) aterrizó en Uruguay a sus 17 años. Venía de Galicia, España. Durante dos años trabajó en una carnicería y vivió en el sótano. Eso le permitió ahorrar y, con el tiempo, arrendó una carnicería. Luego otra. En esos andares conoció a su madre y cada cual trabajaba en un comercio. “Yo nací en una carnicería. Mi madre estaba descuartiz­ando, se cayó y nací. Me crié dentro de la carnicería”, dijo.

A sus ocho años, Elizabeth cobraba en la caja para que su madre pudiera ir a hacer de comer. “Siempre crecí con eso de que había que colaborar en lo que fuera, cobrando en la caja, haciendo recortes para la picada, empezar el almuerzo, recogiendo la ropa. No tuve una niñez normal, pero no me pesaba, me crié con eso. Muchos años más tarde, en una conversaci­ón con mi padre, me decía que yo disfrutaba haciendo eso. Es cierto, lo disfruté mucho, pero también me hubiera gustado irme de vacaciones”, recordó.

Con la llegada de las grandes superficie­s, las carnicería­s debieron adaptarse y nacieron los primeros minimarket­s o supermarke­ts, en donde Elizabeth estaba al frente. “Trabajaba de siete de la mañana hasta las ocho de la noche. Papá, cuando terminaba en el frigorífic­o y antes de irse para casa, siempre pasaba y a las nueve de la noche daba vuelta todo lo que yo había hecho durante el día. Pasó un tiempo y le dije que renunciaba, que no podía estar ahí, porque la gente no me respetaba. Me dijo así, clarito: ‘Donde yo mando, no manda nadie más. Como esto no lo puedo mandar te lo dejo a vos, pero no voy a levantar ningún muerto’. Le dije que se quedara tranquilo, que yo me encargaba. Eso fue en el 2000 y en el 2001… (risas) Pero seguí y me fue bien. Demostré que podía. Entendí que en la vida todo es trabajo”, contó Misa.

En 2009 le dijo a su padre que en algún momento tenía que aprender el trabajo en el frigorífic­o, porque era su sucesora.

“Recién en 2013 me llamó y me dijo: ‘Vení que te voy a presentar para que empieces’. Me presentó a toda la fábrica. Le dije: ‘¿empiezo?’. Todavía no, le respondió. En 2014 tuvo un accidente y ahí me dijo: ‘llegó la hora’”, contó.

Durante un año aprendió toda la parte de administra­ción. Los tres primeros meses iba y venía llorando, porque pensaba que nunca iba a entender el negocio. Al segundo año se sentó en el escritorio de su padre. Ocupó un lugar detrás de la pantalla del monitor, para que “no se sintiera invadido”. “Así termine aprendiend­o. Papá no era de las personas que te enseñaban. Aprendías a los golpes, con respeto, típico de gallego. Pero crecí, lo disfruté y hoy se siente su ausencia”, lamentó.

Su hijo mayor es el que está más orientado en el negocio y trabaja en la fábrica. De todas formas, Elizabeth opta por hablar, generar intercambi­o y escuchar. “Entiendo a mi papá. Su padre estaba en la guerra cuando era chico. Le tocó mantener a sus hermanos. Lo hacía repartiend­o diarios para tener la comida para sus hermanos. Eso fue lo que aprendí. Él fue quien sostuvo a su familia”, explicó.

CRISIS. El momento más duro, recordó, fue cuando el sindicato ocupó el frigorífic­o. En ese entonces, Enrique, su padre, estaba mal de salud, llegó a la puerta del frigorífic­o y no le permitiero­n la entrada. “Fue el peor momento. Tenía que cuidar a mi padre, tenía que ser la líder de los que estábamos afuera. Tenía que negociar. Tenía que contener a esa gente”, recordó.

Un día, Enrique la llamó y no comprendía porqué no lo dejaban entrar a la planta si era el dueño. “En sus últimos tiempos, estar una o dos horas dentro del frigorífic­o era lo que lo mantenía. Con mucha dificultad, subía la escalera y desde su oficina veía a toda la gente que entraba, cómo funcionaba la planta. Y que durante 15 días le prohibiera­n entrar fue muy bravo”, aseguró.

Otro momento complicado fue la llegada de la pandemia del covid-19, en marzo de 2020. Enrique falleció a fines de 2018. El 2019 fue un año de muchos desafíos para una empresa que cambiaba de liderazgo. “Papá era una persona muy fuerte, muy querida. Creo que me dieron tres meses ahí adentro, pero acá estoy. Seguí convencida de lo que estaba haciendo. También con mucha ayuda de mi familia que me bancaba muchas horas fueras de casa, ir a las cuatro de la mañana a pesar el ganado”, confesó.

En cierto momento Elizabeth creyó que había logrado posicionar­se como la líder de Las Moras, pero la pandemia le dio un baldazo de agua fría. Otra vez.

“Habíamos hecho un montón de acuerdos en Francia. Compramos 20 mil animales para cumplir, pero no se llevaron ni un kilo. Estuvimos un año tratando de diversific­ar depósitos de frío para guardar la mercadería. Fue un momento clave para reestructu­rarnos y volver a dar confianza a la gente. En Las Moras la frase siempre es “Vamos por más”. Nunca pensé en decir hasta acá llegue”, concluyó.

 ?? ?? Los Protagonis­tas del Agro 2022, evento organizado por la Asociación Agropecuar­ia de Dolores (AAD) fueron Elizabeth Misa, directora general de Frigorífic­o Las Moras; Mariano Bosch, cofundador de Adecoagro; y Juan Bouza, director de Bodegas Bouza.
Los Protagonis­tas del Agro 2022, evento organizado por la Asociación Agropecuar­ia de Dolores (AAD) fueron Elizabeth Misa, directora general de Frigorífic­o Las Moras; Mariano Bosch, cofundador de Adecoagro; y Juan Bouza, director de Bodegas Bouza.
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