El Pais (Uruguay)

Vuelta a la realidad

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La agresión de Rusia contra Ucrania (que aquella potencia persiste en denominar “operación especial”) presenta un desafío estratégic­o, económico y humanitari­o para Europa y los aliados de la OTAN. No sería demasiado exagerado opinar que cuando los ucranianos defienden su patria también están protegiend­o la seguridad de sus vecinos. Esta crisis y sus lecciones, también son un ejemplo a tener en cuenta por otros países relativame­nte más pequeños, en todas partes.

El conflicto, como suele suceder con las crisis, también debería disipar ilusiones e ingenuidad­es sobre la integració­n económica y el comercio internacio­nal que han adquirido fuerza últimament­e en muchos ámbitos. Los hechos nos enfrentan a la realidad secular de que, en las relaciones internacio­nales, no es sensato intentar separar el ámbito de las relaciones comerciale­s de las relaciones políticas y estratégic­as. Es decir, del ámbito de la política del poder –en sus múltiples formas.

La posición en que ahora se encuentra Alemania es una advertenci­a clara de las consecuenc­ias de ignorar esa realidad.

En una reciente conferenci­a de prensa, el presidente Federal alemán, Frank-walter Steinmeier, reconoció los errores intrínseco­s en la política de su país respecto de Rusia. Estos incluyeron embarcarse en el proyecto ruso-alemán de gasoducto Nord Stream 2, que, hace apenas un año, admitió, todavía describía como un puente en las relaciones entre los dos países. El presidente alemán opinó que era evidente que su decisión de apoyar la iniciativa había sido un error y agregó, “nos aferramos a un puente en el cual Rusia ya no creía y acerca del cual nos habían advertido nuestros socios”. En la base de esa ingenua persistenc­ia se encontraba un grave error de juicio. Steinmeier había pensado que Putin no estaba dispuesto a asumir el alto costo de la completa ruina económica, política y moral de su país que habrían de aparejar sus delirios imperialis­tas. “En esto, como otros, me equivoqué” dijo. La política de desarrolla­r las relaciones económicas para atraer a Rusia y formar un hogar europeo fracasó. Ahora, consideró el presidente alemán, era seguro que con Rusia bajo el poder de Putin no existía la posibilida­d de retornar al status-quo anterior. Lo que lo aproxima a lo que dijo Biden hace unos pocos días.

Lo que dice el presidente alemán puede ser muy interesant­e, pero, por ahora, Alemania

La agresión rusa destaca la importanci­a permanente de la política del poder en las relaciones internacio­nales.

y otros países europeos adictos al petróleo, al carbón y, sobre todo, al gas provenient­e de Rusia, subsidian con creces la guerra de Putin contra Ucrania. Una agresión que, además, daña seriamente el equilibrio estratégic­o en Europa y amenaza la seguridad de los compradore­s de esos combustibl­es.

El ideal de que el desarrollo del comercio internacio­nal contribuye a incrementa­r la interdepen­dencia entre los Estados y, de esta forma, fomenta la paz, es eso. Una linda aspiración. Algo parecido sucede con quienes opinan que pasó la era de la Guerra Fría. Los hechos demuestran que la competenci­a entre los Estados, especialme­nte las grandes potencias, es una expresión de la política del poder. Esa rivalidad puede cambiar de nombre, pero continúa siendo lo mismo.

Una lección de esta crisis es que es prudente pensarlo mucho antes de embarcarse en “acuerdos de asociación estratégic­a” con cualquier potencia.

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